jueves, 4 de julio de 2019

Jóvenes, agentes de cambio


Fátima Cevallos, educadora del programa Esfera Jove y Xavier Navarro, responsable del programa Vente Pa’Ka. Fundación Marianao

Las personas vivimos y nos relacio­namos en determinados territorios y contextos, los cuales, en ocasiones, transcienden el hecho de ser única­mente espacios físicos-geográficos y pasan a ser espacios simbólicos en donde se construyen vínculos socia­les y se crea comunidad. Cierto es que, como agentes y recursos socia­les acompañamos procesos de vida y socialización de las personas en sus comunidades, desarrollando accio­nes encaminadas hacia su promo­ción y construcción de comunidades de más calidad relacional.

En esta línea, consideramos impres­cindible, el reconocimiento de la participación y el ocio y tiempo libre como derechos indiscutibles, desde la infancia y la adolescencia. Cree­mos realmente en una adolescencia y juventud activadora de participa­ción real, con capacidad de liderazgo y sensible con la realidad de su en­torno; es por ello que reivindicamos una intervención socioeducativa desde edades tempranas, desde las aulas de los colegios, porque la par­ticipación se aprende y enriquece el currículum escolar; así como, el acompañamiento y soporte al co­lectivo juvenil, en el descubrimiento de su propio proyecto de grupo en su comunidad, en sintonía con sus necesidades y motivaciones perso­nales y sociales.

Así también, una intervención que contemple una mirada global, sin perder la singularidad de cada joven, el cual, lleva a sus espaldas un equi­paje lleno de significativas experien­cias, que le hacen único y especial y en su proceso de construcción de vínculos seguros y sólidos, los cen­tros juveniles de ocio y tiempo libre representan valiosos espacios de re­ferencia, relación y aprendizaje des­de la educación no formal.

A modo de ejemplo, el Programa Esfera Jove, de la Fundación Maria­nao, trabaja por “fortalecer el tejido asociativo juvenil de la comunidad, y su compromiso social, personalizan­do las experiencias participativas y educativas de las y los adolescentes y jóvenes”, a través de la formación en participación, mediante los créditos de participación que se imparten en el instituto y el curso de dinamiza­dores juveniles; el acompañamiento y soporte técnico a jóvenes que for­man parte del vivero de proyectos sociales y el fomento de la autoges­tión de actividades comunitarias en el centro juvenil “lokal9”.

Así como, el Programa de ocio alter­nativo “Vente Pa’ka” en el que son las y los propios jóvenes, quienes crean y desarrollan actividades culturales y deportivas, de ocio saludable, los fines de semana y en horario noctur­no, para los propios jóvenes de su ciu­dad, escuchando sus motivaciones e intereses. Este proceso de liderazgo juvenil, les sitúa como personas ac­tivas que se coorganizan colectiva­mente y son capaces de crear alter­nativas innovadoras (Escape Room, cocina japonesa, salsa “choke”, taller de magia…), en las que participan centenares de participantes.

Cierto es que, existen evidencias científicas que explican como las y los jóvenes, después de pasar por procesos participativos y de lideraz­go juvenil, como es el caso de los centros de ocio y tiempo libre, han visto reforzadas sus competencias intrapersonales e interpersonales, así como desarrollado una humana sensibilidad e implicación en lo que concierne a las cuestiones sociales de su comunidad desde una óptica critica; la adquisición natural de unos valores democráticos, o el refuerzo en sus futuras competencias profe­sionales, entre otras.

Cabe destacar, la importancia de un enfoque interdisciplinar, cuyos agentes compartan una mirada sis­témica de la realidad y trabajen en red, estableciendo sinergias entre la administración pública, recursos técnicos, entidades del tercer sector, ciudadanía…por tal de generar un ecosistema 360º real de aprendizaje.

Finalmente, nos gustaría hacer hin­capié en la necesidad de situar a la infancia y adolescencia en el centro de las políticas públicas; así como en la corresponsabilidad que tenemos como ciudadanas y ciudadanos en la construcción de comunidades más cohesionadas, educativas, justas. To­das y todos somos constructores de oportunidades y humanidad.

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