jueves, 10 de enero de 2019

Pioneros, respuestas educativas para la transformación social

Pioneros de Pamplona, Logroño y Oviedo de los años 70, 80 y 90.

Es difícil responder a qué es o qué supuso Pioneros para quienes lo vivimos. Tenemos la respuesta en forma de emociones, pasarlas a palabras es complejo.

Desde su inicio Pioneros se ha guiado por un ideario resumido en una frase que, a modo de lema, figuraba en su sello de caucho: PIONEROS, Educación en libertad. Amistad, libertad y lucha.

Este lema se plasmaba en el quehacer educativo cotidiano y consistía en ayudar a jóvenes a crear vínculos más allá del entorno cercano, tender puentes de entendimiento de su realidad, enfrentar las contradicciones, comprometerse con los demás, aceptar al diferente, descubrir que los problemas individuales son colectivos y se puede hacer cosas para cambiarlos. En definitiva, se trataba de crear espacios educativos para favorecer lazos que unen, reflexiones libres y acciones trasformadoras.

También se ha plasmado en el quehacer de Pioneros como organización. Detectar necesidades promoviendo respuestas para dar oportunidades a quienes carecen de ellas, configuran una forma de caminar, de pensar y de actuar en todos los ámbitos: personal, social y profesional que propició poner en marcha recursos educativos en la búsqueda de soluciones para la mejora individual y colectiva.

En los barrios obreros de los años 70 en Pamplona, horadados por la falta de recursos y el avance de las drogas, las chavalas y chavales no encuentran horizontes. Unos jóvenes Pioneros empiezan a organizarse para ofrecerles respuestas armados de palabras y canciones.

El contexto social de los jóvenes hacía que muchos de ellos acabaran en la delincuencia. La respuesta de Pioneros fueron los educadores de calle.

Los jóvenes en esos días no tenían espacios para reunirse y pasar su tiempo libre. La respuesta de Pioneros fue el Club Juventus, en Logroño, y Club El Cañu, en Oviedo.

El educador en ocasiones se encontraba sin recursos ante el joven. La respuesta de Pioneros fue poner en marcha un equipo técnico que apoyara al educador y al joven.

Los jóvenes con fracaso escolar generalmente acababan excluidos del mercado laboral. La respuesta de Pioneros fue poner en marcha un Taller escuela.

Los jóvenes en conflicto familiar se escapaban de casa y carecían de techo. La respuesta de Pioneros fue poner en marcha un piso de acogida.

Los jóvenes no tenían más voz que las estridencias de sus conflictos. La respuesta de Pioneros fue ser portavoces de sus necesidades.

Las madres, saturadas por los problemas, buscaban respuestas. Pioneros creó el grupo de mujeres Casiopea.

La legislación ofrece a los menores que delinquen cumplir medidas distintas al internamiento en régimen cerrado. La respuesta de Pioneros fue ofrecer un programa de medidas alternativas.

La supervivencia económica de Pioneros como entidad pública estaba en riesgo. La respuesta fue alumbrar la Fundación.

Todas estas respuestas, no son experiencias  aisladas, sino que obedecen a un mismo hilo conductor que se origina en el barrio de Yagüe, y siguió en Pamplona, Oviedo y Barcelona.

No podemos dejar pasar la oportunidad de reivindicar el Centro de Formación, que se tuvo que cerrar hace un par de años.

Nada hay más educativo para un chico o chica que poder hacer con sus manos un producto que sea útil para alguien. Es por ello que, aun siendo conscientes de las dificultades, echamos de menos en nuestra Comunidad, un recurso de estas características destinado a hacer frente al fracaso escolar temprano. Un dispositivo educativo como el Taller, que Pioneros ha demostrado saber hacer y saber hacer bien todos estos años.

La idea de montar un Taller de reciclaje y soldadura, fue un empeño personal de Julián Rezola, él más que nadie sabía el valor educativo del trabajo, no en balde era de oficio, ajustador, herrero y hasta el último día de su vida educador.

Así lo ilustra este párrafo escrito por uno de los jóvenes que frecuentaban el Taller de herrería que Julián tenía en plena Ciutat Vella de Barcelona:

“Para Julián a las personas se las tenía que abrir aunque fuera con ganzúas y cinceles, airearlas y sobre todo despertarlas de su letargo social, no importaba su extracción social, a cada cual su misión, ya fueras pandillero o el jubilado de la esquina, cada uno deberá encargarse del despertar propio y del ajeno ”.