viernes, 3 de febrero de 2023

Trabajando hacia el cambio

 Verónica Escribano Prieto y Soraya Mateo Gómez. Educadoras de Fundación Pioneros en el programa Justicia Juvenil en Medio Abierto.

... “Subí al baño de un bar y dos hom­bres intentaron meterme en un cuarto que había al lado. Conseguí apartar­los y bajar a contar a mis amigos lo que me había pasado. Después qui­sieron acompañarme a casa, por si acaso me seguían”.

... ”Estaba llegando a casa y dos chicos me agarraron cada uno de un brazo y me llevaron a un sitio apartado. Otro se puso delante. Pude dar un golpe a uno y salí corriendo. Iban tapados, pero creo que eran menores”.

Asusta que los relatos de estas jó­venes sean una realidad que sigue existiendo en nuestra sociedad, a pesar de la visibilización y sensibi­lización actual sobre la violencia contra la mujer. Y asusta, todavía más, cuando son o intentan ser agredidas por hombres cada vez más jóvenes e incluso menores de edad.

Como educadoras conocemos en primera persona esta problemática social. Desde el programa Justicia Juvenil en Medio Abierto, depen­diente del Gobierno de La Rioja y gestionado por Fundación Pione­ros, tenemos la obligación y la opor­tunidad de trabajar con victimarios, las personas que cometen la agre­sión. El papel del equipo profesio­nal es desarrollar las medidas judi­ciales impuestas desde el Juzgado de Menores según la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, siendo nuestra interven­ción de carácter educativo.

Las modificaciones en esta Ley, derivadas de la publicación de la Ley Orgánica 10/2022 de 6 de sep­tiembre de garantía integral de la libertad sexual que establecen la imposición de programas formativos de educación sexual y educación en igualdad para los menores que hayan cometido un delito contra la libertad sexual y violencia machista, nos proporciona el contexto nece­sario para poder realizar esta inter­vención. Cabe destacar que los casos más graves son directamente deriva­dos al centro de régimen cerrado.

EI Instituto Nacional de Estadística publicaba en mayo de 2022 que “el mayor aumento del número de víctimas de violencia machista en el año 2021 se dio entre las mujeres de menos de 18 años (28,6%)”. A lo largo de 2022 y a falta de datos ofi­ciales, hemos podido observar un incremento en las medidas judicia­les de delitos tipificados como vio­lencia machista y agresión sexual. Consideramos que hay determina­dos factores de riesgo que debemos destacar, como el mantenimiento de la transmisión intergeneracional de los roles y estereotipos de géne­ro que hace que adolescentes y jó­venes normalicen, e incluso validen, relaciones basadas en la codepen­dencia, los celos, el control y el amor romántico. También se ha dado un aumento del material cibernético con desinformación en materia de sexualidad y un inicio de consumo de la pornografía que desciende ac­tualmente hasta los 8 años de edad, según la Agencia Española de Pro­tección de Datos (2021), lo que pro­voca en la juventud una gran con­fusión entre realidad y ficción, que normaliza actitudes sexistas.

Por otra parte, y siendo uno de los ámbitos más preocupantes por la dificultad de control, destacamos el excesivo e inadecuado uso de las nuevas tecnologías que recrudece la cosificación y mercantilización del cuerpo femenino promovien­do conductas machistas. Como por ejemplo las fotos que transitan por grupos de mensajería instantánea o las imágenes de mujeres hiper­sexualizadas que les muestra el al­goritmo de las redes sociales. Todo esto puede favorecer el aumento de plataformas en las que hay que pagar por ver fotos sin censura, de carácter sexual, que suscitan y nor­malizan conductas de prostitución entre la juventud, principalmente entre las mujeres.

Partiendo de esta realidad social, no es extraño que, al iniciar los ta­lleres que impartimos, nos encon­tremos con un alto porcentaje de chicos que refieren no sentirse res­ponsables ni “parte del problema”. Posteriormente, sin embargo, se va observando que afloran los senti­mientos de culpa, vergüenza, mie­do, desconocimiento y dificultad para expresar emociones y recono­cer limitaciones.

A pesar de este contexto, y gracias al incremento de la educación en materia de sexualidad, son cada vez más los hombres que están concienciados y que actúan ba­sándose en principios de igualdad y cuestionándose las formas de masculinidad tradicionales. Por su parte, muchas chicas expuestas a esta problemática social, rompen su silencio, denuncian más y, sobre todo, denuncian antes, lo cual nos da la oportunidad de intervenir con los victimarios de forma temprana.

Uno de nuestros objetivos es crear un espacio de reflexión para en­tender e identificar las relaciones desiguales que promueven la vio­lencia machista, conseguir que sean conscientes de que es fruto de una sociedad patriarcal y, sin culpabili­zar ni eximir del delito, trabajar en la responsabilidad afectiva.

Con ello pretendemos proporcio­narles una nueva perspectiva, deconstruyendo creencias machis­tas y construyendo un futuro en igualdad, para que nuestros y nues­tras jóvenes transmitan estos idea­les y valores a las nuevas generacio­nes, convirtiéndose así en agentes efectivos de cambio.