viernes, 4 de octubre de 2013

Deberes ¿sí o no?

José Antonio Eyre de Lorenzo. Profesor de derecho en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).


Un medio de comunicación gallego (en concreto La Voz de Galicia de 29/05/2013) se hizo eco de la noticia de que un centro educativo público no enviaba a sus alumnos debe­res a casa. Y no porque el centro en cuestión se negara a hacerlo ni por­que la mayoría de los padres no los pidieran, sino porque un progenitor exigió que se aplicase una orden au­tonómica de 1997 que lo impide.
En efecto, la Orden de 22/07/1997 “por la que se regulan determinados aspectos de organización y funciona­miento de las escuelas de educación infantil, de los colegios de educación primaria y de los colegios de educa­ción infantil y primaria dependientes de la Consellería de Educación y Or­denación Universitaria” señala:
“Capítulo IV. Apartado 9. Trabajos extraescolares. 9.1. Con carácter ge­neral, los centros evitarán que los alumnos se vean obligados a realizar trabajos suplementarios fuera de la jornada escolar.
Apartado 9.4. Ocasionalmente se les podrá encargar a los alumnos la rea­lización de actividades como: lectura y comentario de libros adecuada a la edad del alumno, búsqueda y re­cogida de datos o materiales para la realización de trabajos en el aula, lec­tura de noticias de prensa y audición de programas de radio o televisión, preparación de trabajos para el pe­riódico escolar, audiciones musicales y realización de trabajos de plástica.
Apartado 9.5. En ningún caso se les propondrá trabajos extraescolares a los alumnos de educación infantil y del primer ciclo de primaria”.
La polémica de los deberes en casa está servida y, desde luego, no es la primera vez que sale a la palestra. Por lo pronto, los maestros, pedagogos y expertos en psicología infantil no terminan por ponerse de acuerdo en esta cuestión.
De una parte están los que amparan –en la línea de la normativa indica­da- la total supresión de las tareas extraescolares. Esta posición es de­fendida por el director de la presti­giosa Escuela Garbí-Pere Vergés de Esplugues de Llobregat (Barcelona), Jordi Carmona (ver artículo en el diario La Vanguardia de 9/06/2013, página 34), quien viene a señalar que no se aprovecha suficientemente el tiempo en la escuela. Si la excusa que se ofrece es la falta de tiempo dis­ponible en la escuela, en ese caso lo que habría que plantearse es reducir las asignaturas del currículum. Con todo, 100 horas de trabajo al mes (y, por consiguiente, más de 800 horas a lo largo del curso) se estiman más que suficientes para poder agotar en la escuela todas las actividades de aprendizaje. Indica Carmona que los padres nunca tienen que sustituir al profesor ni, por supuesto, estos a los padres. Señala, “la tarea que le corres­ponde a la familia es motivar, generar en el niño y el adolescente la autoes­tima necesaria para enfrentarse a lo que para él son retos importantes”. Desde luego si el hijo pide ayuda hay que facilitársela, pero nunca por sis­tema. En casa solo se han de realizar tareas que incidan en la autonomía y la responsabilidad, el sentido de la organización, la preocupación por profundizar y el gusto por el trabajo bien hecho.
De otra parte están los que sí defien­den la necesidad de realizar trabajos extraescolares en casa. Entienden estos que los deberes en casa fo­mentan el esfuerzo y la competitivi­dad del alumno.
En resumen, la cuestión no está del todo definida. Veremos en que aca­ba la polémica de Galicia.
Yo opino que es mejor que la mayo­ría de las tareas de aprendizaje de los alumnos se realicen durante el pro­longado tiempo que permanecen en el centro escolar. Las tareas extraes­colares hay que dejarlas para otras cuestiones no menos importantes: el ocio, la cultura, la ecología, el de­porte, la diversión y la distracción en general. Por principio ni los hijos, ni tampoco los padres, han de llevarse el trabajo a casa. Lógicamente, exis­ten honrosas excepciones.