jueves, 1 de diciembre de 2016

Transferencia de la educación Montessori a las escuelas

Betzabé Lillo. Maestra de Primaria. Fundadora, directora y formadora Montessori Canela.

Cada vez más maestros, madres y padres buscan un cambio de visión tanto en sus prácticas pedagógicas como en la crianza. Esto nace de la necesidad de reencontrarse con un espacio donde podamos volver a conectarnos con la alegría de vivir, con el amor y sobretodo con nuestra vocación.

Volver a replantearnos el por qué decidimos ser maestros o por qué somos familia es tan solo el origen de un camino de desarrollo humano que puede tener diferentes respuestas. Es un acto de honestidad al reconocer todo aquello que tenemos, y todo aquello que nos falta, situándonos en un espacio de aprendizaje constante.

En este contexto en el año 2011 fui­mos invitados a III Jornadas Educati­vas organizadas con Crianza Riojana y la Universidad Popular de Logroño, para compartir la visión de la Educa­ción Montessori que hemos ido de­sarrollando como equipo desde el año 2008. Así nace nuestro vínculo con La Rioja. Continuamos en años posteriores dando ciclos que incluían sesiones sobre Neurociencia-Mon­tessori, Ambiente Preparado Físico y Psíquico, Introducción a Matemáticas y a Lenguaje (transición de Infantil a Primaria).

Nos alegró profundamente que par­ticiparan cada año tantas familias, y fue emocionante ver cómo comen­zaban a llegar maestros desde Educa­ción Infantil a Secundaria, logopedas, psicopedagogos, psicólogos y equi­pos de orientadores: entre todos co­menzamos a generar un cambio, un cambio que se traduce en lograr una mejor calidad de vida como seres hu­manos, en nuestro hogar, en nuestros contextos laborales.

Este movimiento de renovación pe­dagógica ya se inició y no se detiene, está en expansión. Los agentes socia­les que se han ido involucrando ayu­dan a crear nuevos espacios de parti­cipación para dar forma a aquello que intuyen y que estudian, a aquellas formas de aprender que los mismos niños y jóvenes les muestran día a día. Por ello durante el curso 2015-16 aceptamos la invitación de la Conse­jería de Educación de La Rioja para realizar unas sesiones de iniciación a esta pedagogía con maestros de es­cuelas públicas. Se interesaron cerca de 120 maestros. La experiencia ha sido enriquecedora, en cuanto el inte­rés y la voluntad de muchos de ellos para formar grupos de trabajo que les permitieran tomar impulso y mejorar día a día.

Una de las claves de la Educación Montessori es que para cambiar la educación es esencial un trabajo de auto observancia por parte del adulto que acompaña estos procesos pe­dagógicos. Conocernos, reconocer­nos y atrevernos a modificar aquello que en nosotros mismos no fluye, es el punto de partida para poder comprender los planteamientos filo­sóficos, científicos y metodológicos de María Montessori. No es posible generar un cambio real si nos centra­mos en un “método” y olvidamos lo central de nuestra labor: reconocer a cada niño y joven como un ser único e irrepetible, y desde allí identificar sus intereses y necesidades antes de “impartir” clases año tras año, monó­tonamente, centrados en mi “exper­ticia docente”.

El aprendizaje que se inicia desde el trabajo con “materiales”, surge gracias a la observación científica, al conocimiento de cada uno de los niños de la clase y del grupo en su totalidad. Por ello es una pedagogía que invita a “personalizar los pro­cesos educativos de cada uno”. Esto requiere de un trabajo sostenido en el tiempo para los maestros. Implica también una toma de decisiones a nivel de políticas educativas porque evidentemente no se trata tan solo de aprender un método de apren­dizaje. Comenzar a trabajar desde la esencia facilita a los maestros la trans­ferencia de la Educación Montessori a sus contextos educativos. Se requiere de un trabajo constante con los equi­pos directivos para que logren des­cubrir qué necesitan realmente sus equipos de maestros.

Hoy en día cada vez más maestros toman la decisión de replantearse la forma de hacer y vivir la escuela, un lugar donde puedan desarrollar­se profesionalmente sin olvidar su propio ser y volver a trabajar en red, de manera colaborativa para dar res­puestas reales y concretas a muchos replanteamientos sobre la escuela actual.

viernes, 4 de noviembre de 2016

La práctica del mindfulness en entornos de aprendizaje

Virginia Pañeda Sanz. Especialista en Educación Transpersonal y formadora de programas de Mindfulness en entornos educativos.

Todo lo relacionado con el mindfulness o atención plena nace de una firme apertura hacia la sencillez, empezando por la definición que nos propone uno de sus pioneros, Jon Kabat-Zinn (1994): “mindfulness significa prestar atención de una manera especial: intencionadamente, en el momento presente y sin juzgar”. Pero conciliar la invitación de detenernos a “sencillamente” deleitar el instante presente con nuestros ritmos diarios nos resulta tremendamente complejo. Parece que vivimos en una sociedad en la que no podemos permitirnos parar (de producir, de consumir, de hacer), ni encontramos una forma sana de reducir algunos de “los crónicos” de nuestro tiempo como el estrés, la ansiedad o la insatisfacción permanentes. Este diagnóstico también afecta profundamente a los espacios educativos, por lo que como profesionales que acompañamos procesos de aprendizaje quizá la pregunta que debemos hacernos es ¿cómo crear espacios donde podamos parar, conectar y ser, más allá de la vorágine de inmediatez y la fragmentación deshumanizante en la que estamos sumergidos?

Si miramos con detalle nuestros entornos de aprendizaje, como explica Deborah Schoeberlin, uno de los grandes desafíos es sin duda que nuestro alumnado desarrolle la capacidad de enfocar la atención y la conciencia de lo que está pasando en cada momento a nivel corporal, emocional y mental. Sin duda la falta de atención está conectada a la falta de presencia y de ahí se deriva una tremenda desconexión con nuestro interior y con nuestro alrededor. Por eso la propuesta fundamental del mindfulness es precisamente recuperar el estado natural de conexión, recorriendo un camino de vuelta a nuestra esencia, y abriendo la puerta de nuevo al aprendizaje que nos atraviesa, aquel que tiene lugar cuando estamos presentes con todo lo que somos.

La práctica de la atención plena está basada en el cultivo de algunas habilidades que nos permiten tejer relaciones más auténticas “con lo de dentro y lo de fuera”. La habilidad por excelencia es la atención, que va de la mano de la concentración, y entre ambas ayudan a revitalizar la inquietud innata por aprender. Además, entrenar nuestro enfoque de atención nos ayuda a reconocer las sensaciones, pensamientos y emociones que surgen en cada momento. Esto nos lleva a otra de las habilidades más importantes, la observación: el mindfulness fomenta el desarrollo de una presencia testigo, cuyo principal foco es observar. De esta manera, el autoconocimiento pasa a ser una prioridad en nuestro crecimiento como personas. A través de la observación también podemos aprender a tomar distancia (de los estímulos internos y externos), y es gracias a esta distancia que podemos responder de forma consciente en lugar de reaccionar a los estímulos. Y por último la compasión es otra de las cualidades clave del mindfulness, Vicente Simón se refiere a ella desde dos elementos “el emocionarse por el sufrimiento” y “el deseo de aliviarlo”. Gracias a la compasión, se nos ofrece la posibilidad de abrirnos a la presencia tan necesaria en entornos educativos de otras virtudes humanas tales como la solidaridad y la empatía.

La educación es uno de los entornos en los que el mindfulness ha sido introducido desde hace más de una década, en concreto en España existen numerosos centros educativos que lo están practicando. Las experiencias realizadas destacan el aumento de los niveles de regulación emocional de los estudiantes, la reducción de conflictos y la mejora las relaciones entre profesorado, alumnado y familias, aportando numerosos beneficios para toda la comunidad educativa. De manera práctica introducir el mindfulness en nuestros espacios educativos puede ser tan sencillo como dedicar un tiempo diario a la meditación en grupo, dar un paseo consciente o embaucarnos en una tarea creativa sin la urgencia ni la limitación de llegar a ningún resultado.

En la raíz de la atención plena está el propósito de crear procesos para conectar con el discernimiento, la intuición y nuestra expresión más humana, un fin que compartimos muchas personas que trabajamos en entornos educativos. Tenemos en nuestras manos la oportunidad y el privilegio de comenzar a practicar el parar, conectar y ser, con un gesto de apertura ante lo que supone aprender y educar desde el estado íntimo de presencia y corazón. 

jueves, 6 de octubre de 2016

Las sombras de la educación


José Manuel Álamo Candelaria. Investigador y Trabajador Social Instituto Universitario de Investigación sobre migraciones, etnicidad y desarrollo social (IMEDES).


¿Qué hacemos como padres o madres, responsables políticos, profesores, ciudadanos?

La estrategia del avestruz; responsables políticos, padres y madres, ciudadanos y ciudadanas, parecemos acogernos a la conducta de defensa atribuida a esta ave: correr todo lo que puedas y, al no poder volar, hacer un agujero en el suelo y tratar que la oscuridad solucione los datos objetivos de una realidad que tememos.

La generación mejor formada en la historia de nuestro país, se encuentra con un porcentaje de paro del 47,3%. Según la Encuesta de Población Activa, de los y las jóvenes que trabajan, sólo el 23% lo hace a tiempo completo y en comunidades como Baleares, La Rioja y Canarias se disparan los contratos de prácticas y formación, que sólo el 20% deriva en contratos medianamente estables (datos aportados por el Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud de España).

La violencia en el ámbito infantil y juvenil está adquiriendo una expresión enormemente preocupante. El bullying, es decir, cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado, se extiende como una mancha de aceite y adquiere nuevas formas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas ofrecen cifras muy preocupantes. Cada año se suicidan en el mundo alrededor de 600 mil jóvenes entre los 14 y 28 años, de cuyos casos, al menos, la mitad se atribuye a  este método de acoso que está traspasando las aulas y los patios de los colegios, para extenderse en formas. Ejemplos de ello son aún más complejas en las redes sociales, a través de múltiples formas como el sexting (difusión de imágenes de contenido sexual para humillar al afectado); bullying homófobo que hace referencia a aquellas conductas de maltrato que toman como objeto la orientación sexual de la víctima (real o imaginada); el bullying racista o xenófobo, cuando las situaciones de violencia se realizan por motivos raciales, étnicos o creencias culturales o religiosas.

A este sombrío bosque, debemos sumar fenómenos nuevos como la violencia filioparental. Según el psicólogo Javier Urra el 13% de los jóvenes en España maltrata física o verbalmente a sus padres. Actualmente, se dan más de 400.000 casos al año. Otra circunstancia preocupante, es la propiciada por los chicos y chicas que son denominados “ninis” es decir ni estudian, ni trabajan: 1 de cada 5 en España están en esta situación.

¿Existe esperanza? ¿cuál es la salida? Tomar clara conciencia de que esta juventud está formada por nuestras hijas, nuestros sobrinos, nuestras nietas. Y asumir que, generalmente, sufren en silencio, disimulan su inquietud con conductas contradictorias, camuflan sus dramas como pueden porque sienten un profundo sentimiento de vergüenza y de miedo. Tenemos que ejercer nuestro papel de adultos y acompañarles en la selva de una postmodernidad enormemente compleja. En palabras del sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, pasamos de una modernidad sólida caracterizada por la estabilidad con visión amplia y pronósticos de futuro fáciles de predecir, a una modernidad líquida caracterizada por el ahora y la incertidumbre.


Sacar, en definitiva, la cabeza del agujero, desarrollar unas Políticas Públicas que prioricen estas situaciones, apoyen a muchas instituciones y profesionales como trabajadores o educadores sociales, psicólogos, profesorado que ofrecen a través de múltiples recursos una manera de superar esta oscuridad y generar otra educación positiva, inclusiva, generadora de jóvenes con capacidades para construir una sociedad más justa y responsable.



viernes, 2 de septiembre de 2016

Presas del prejuicio

Chaima Boucharrafa. Participante de la Escuela de Liderazgo Juvenil de Fundación Pioneros.

Lamentablemente existe una vi­sión muy simplista sobre el Islam y las personas musulmanas en gene­ral. Es obvio que hay un miedo im­perante hacia ellas, un recelo que se pretende justificar al relacionar Islam con los últimos aconteci­mientos, cuando en realidad no existe ningún vínculo.
Esta visión tan estereotipada se hace más patente cuando se trata de una mujer con velo o un hom­bre de barba prominente, pues son visiblemente “más musulmanes”, lo que genera un reparo que es fru­to, sin duda, del desconocimiento.

El debate sobre el velo es definiti­vamente uno de los ejemplos más claros. En primer lugar, debemos entender que el velo no es ex­clusivo del Islam sino que es una práctica preislámica, de herencia judeocristiana. Asimismo, debe­mos diferenciar entre los tipos de velo que varían según las costum­bres de la comunidad o el país, y no siempre tiene un significado únicamente religioso. Si bien el hi­jab se menciona hasta siete veces en el Corán, en ningún caso hace referencia explícitamente a la ves­timenta de la mujer. El término “hi­jab” procede de la raíz aŷaba, que significa “esconder”, “ocultar a la vista” o incluso “separar”: da lugar también a palabras como cortina, por lo tanto, el campo semántico es extenso y no solo se reduce a velo. Su obligatoriedad depende de la interpretación, pero lo que es indiscutible es que no debe ni pue­de ser una imposición. Dice el Libro Sagrado en la Sura 2, versículo 256: “No hay coacción en la religión”.
El uso del velo islámico además de ser una forma de manifestación reli­giosa, es un signo de afirmación y un símbolo de rebeldía frente a las so­ciedades occidentales que muchas veces muestran rechazo hacia lo que tenga que ver con el Islam. Bas­ta con fijarnos en las estilosas fashio­nistas que han revolucionado Inter­net dejando claro que se puede ser moderna y portar al mismo tiempo el velo. Quizá pueda resultar irónico, pero el uso del velo ha aumentado entre las más jóvenes residentes en países no musulmanes, siendo el velo un signo de identidad.
Su prohibición en lugares públicos, como centros educativos o lugares de trabajo no solo es anticonstitu­cional por vulnerar el derecho a la libertad religiosa y sus manifesta­ciones, sino que además es absurdo y contradictorio. El discurso com­pasivo que representa a la mujer musulmana como un sujeto pasivo y sumiso, poco dista de la situación en la que se le encierra al negarle el derecho a usar el velo, reduciendo así su espacio en el campo laboral e intelectual.
La mujer musulmana sufre una doble discriminación, por un lado, tiene que hacer frente a los tantos prejuicios que la rodean, pues se la describe como marginada y subor­dinada al hombre. Y por otro lado tiene que lidiar con las desigual­dades dentro de su propia comu­nidad musulmana, las cuales no tienen cabida en la religión.
El velo no es signo de atraso ni su­misión, concebirlo de esta manera es un error. En estos últimos años, son ahora las mujeres con este perfil, con hijab, las que irrumpen en cualquier espacio demostrando que el velo no supone ningún obs­táculo ni las hace menos libres.

La libertad de una persona no resi­de en su vestimenta. Como mujer musulmana que ha decidido llevar libremente el velo, prohibirme su uso es anularme como persona y arrebatarme mi libertad. Pero mi persona no solo se reduce a un velo, como joven de identidades múltiples mi mayor desafío es la construcción de una sociedad don­de la diversidad sea un valor y no un defecto, una sociedad libre de etiquetas e injusticias, donde nadie decida por nosotras qué nos hace libres. Espacios como la Escuela de Liderazgo Juvenil de Fundación Pioneros de los cuales soy partíci­pe, son claro ejemplo de conviven­cia e interculturalidad, pues aquí se derriban absurdas barreras para estrechar lazos de unión.

viernes, 5 de agosto de 2016

Murallas

Miguel Loza Aguirre. Pedagogo y asesor de Educación de Personas Adultas en el Berritzegune de Vitoria.

Cuando estaba yo vivo y tenía un corazón de hombre -repitió la esta­tua-, no sabía lo que eran las lágri­mas porque vivía en el Palacio de la Despreocupación, en el que no se permite la entrada al dolor. Durante el día jugaba con mis compañeros en el jardín y por la noche bailaba en el gran salón. Alrededor del jardín se alzaba una muralla altísima, pero nunca me preocupó lo que había detrás de ella, pues todo cuanto me rodeaba era hermosísimo. Mis corte­sanos me llamaban el Príncipe Feliz y, realmente, era yo feliz, si es que el placer es la felicidad. Así viví y así morí y ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver to­das las fealdades y todas las miserias de mi ciudad, y aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más re­curso que llorar.

Siempre me ha llamado la atención este párrafo del cuento de Oscar Wilde. Por eso, cada vez que lo lee­mos en una tertulia literaria, acabo marcándolo para compartir pala­bras con otras personas que, dicho sea de paso, también lo suelen su­brayar. No sé si vosotros y vosotras lo habréis leído, ni si habéis hecho alguna tertulia con él. Si fuese así, os animo a que lo leáis y a que lo compartáis con otras personas. Y si ya lo habéis leído y habéis hecho alguna tertulia con dicho texto, podéis empezar a compartir pala­bras con este pobrecito hablador.

Para mí, este párrafo está lleno de profundos pensamientos. Por ejemplo: ¿es lo mismo placer que felicidad? Yo creo sinceramente que no. No digo que placer y feli­cidad no tengan puntos en común, incluso que la felicidad vaya a veces acompañada del placer, pero no en todas las ocasiones. Sin embargo, en mi opinión, el placer no lleva a la felicidad, ya que la búsqueda del placer por el placer deja un vacío absoluto en nuestro interior. ¡Qué mayor placer que el de la despreo­cupación, y qué mayor insatisfac­ción que la de no tener ningún tipo de inquietud!

Por eso, una de las cosas que siem­pre viene a mi mente al leerlo es la de qué murallas estoy constru­yendo a mi alrededor para no ver lo que está sucediendo más allá de ellas. A veces tengo la sensación de que vivo muy a gusto en el Pa­lacio de la Despreocupación y que cuando no es así, se produce cierta desazón en mi interior. Hoy en día el mundo está lleno de terribles injusticias que producen violen­cias de todo tipo. Violencias que van desde la explotación hasta la muerte. Guerras, genocidios, ex­terminios, trabajo infantil, esclavi­tud humana, violaciones, pobreza, deshumanización, malnutrición, etc. son cosas que caracterizan a las sociedades de nuestros días. Y lo que es más angustioso, lo que nos parecía lejano, ha venido a vi­sitarnos y ahora está muy cerca de nuestras casas. Antes con unas mu­rallas pequeñas bastaba para no ver lo que ocurría al otro lado. Pero hoy necesitamos construir otras más altas para no ver eso tan terri­ble que está ocurriendo a nuestro lado. Familias que no tienen recur­sos ni para comer, personas que las arrojan de sus hogares por no poder pagar su maldita hipoteca, otras que pasan frío porque no les llega el dinero para la calefacción, son situaciones, entre otras, que de extraordinarias están pasando a ser corrientes. Y lo que me entris­tece profundamente es saber que por muchas murallas que constru­ya, por muy altas que sean, el vivir en el Palacio de la Despreocupa­ción nunca me traerá la felicidad.


Claro, que otra cosa que me preocupa como padre es que esas murallas que me he construido también las quiero para mis hijos, también las estoy haciendo para ellos. Parece como si, a pesar de saber que el placer no da la feli­cidad, quisiera que ellos también viviesen en el Palacio de la Des­preocupación. Y en esto me ufa­no. Les protejo, o mejor dicho, les superprotejo. Intento que nada les perturbe, que nada les incomode, que no tengan problemas, que nada les falte, que… ¿sean felices? No sé, pero en muchas ocasiones pienso que con esto sólo estoy consiguiendo para ellos la infelici­dad de la que nos habla el Príncipe del cuento. Tan sólo confío en que ellos, y también vosotras y voso­tros, os encontréis, antes de que sea tarde, con la golondrina del cuento para que os enseñe con su ejemplo que no hay mayor felici­dad que la de compartir.

viernes, 8 de julio de 2016

Sobrevivir en la riada

Pío García Tricio. Periodista

Dicen los expertos que los primeros cimientos de internet se colocaron en 1969, cuando unos ingenieros lograron conectar las computadoras de tres universidades de California (Estados Unidos). Lo que quizá no sepan los expertos es que 25 años antes un escritor argentino iba a lanzar una profecía que, leída hoy, parece advertirnos sobre los peligros de este mundo hiperconectado. Jorge Luis Borges publicó en 1944 el cuento 'Funes el memorioso'. Con su verbo de cirujano, frío y agudo, Borges relató la extraña vida de Ireneo Funes, un hombre que era capaz de recordarlo todo. “Mi memoria -llega a decir- es como vaciadero de basuras”.

No hay que ser demasiado avispado para encontrar en la enfermedad de  Ireneo Funes una extraña analogía con lo que hemos decidido llamar “sociedad de la información” o incluso, en una hipérbole todavía más osada, “sociedad del conocimiento”. Por las venas de internet corre una riada tumultuosa de datos, de historias, de relatos. Hay en la red kilos de información valiosa enterrados bajo toneladas de mugre y hojarasca. En su cuento, Borges se apiadaba de Ireneo Funes, un hombre ahogado por su memoria: “Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos”. En la frontera del nuevo siglo, un politólogo italiano, Giovanni Sartori, publicaba un ensayo, 'Homo videns', en el que advertía, con un tono quizá demasiado apocalíptico, del daño que para la mente humana podía comportar una civilización de la imagen, del fogonazo, de estímulos poderosos, inapelables y continuos. Una civilización, en fin, en la que cada vez resulta más difícil pararse, aislarse, leer textos largos, concentrarse, abstraerse, pensar.

No se trata de detener el progreso, ni siquiera de ofrecerle resistencia, pero creo que nuestros jóvenes necesitan nuevas y poderosas herramientas intelectuales para gestionar el alud cotidiano de informaciones, de basura, de datos, de conocimientos, de opiniones, de miserias, de insultos, de bromas, de sexo, de cháchara virtual... Mientras tanto, las autoridades educativas se conforman con llenar las aulas de tablets y de pizarras virtuales, como si los aparatitos fuesen más importantes que, por ejemplo, la filosofía, última damnificada de los planes de estudio. Aunque los padres se vuelvan (nos volvamos) locos por que los chavales aprendan robótica, programación y otras ciencias del futuro, intuyo que los alumnos de hoy necesitan más reflexión que técnica, más filosofía que ingeniería.

Por razón de mi oficio, me preocupa especialmente la relación de los alumnos con la información. La extensión de las redes sociales y la impetuosa floración de blogs y páginas web ha dislocado el habitual flujo informativo, que hasta hace poco discurría de arriba abajo: los medios recogían noticias, las jerarquizaban y las divulgaban. Este sistema centenario ha saltado por los aires y la información está ahora al alcance de cualquiera, gratis, a golpe de ratón. Me preocupa que muchas personas sean incapaces de distinguir información y publicidad, noticias veraces y chismes maledicentes, farfolla interesada y hechos contrastados. Creo que debemos ofrecer a los estudiantes, tal vez en la Educación Secundaria, unas guías para moverse en el mundo de la información 2.0. No se trata, como a veces se piensa, de animarles a crear blogs o a convertirse en animosos periodistas; antes debemos enseñarles a tener sentido crítico, a leer opiniones de diversos sesgos (especialmente aquellas que desafíen sus prejuicios), a consultar fuentes fiables, a contrastar noticias antes de divulgarlas vía wassap o facebook. A que sepan, en fin, encontrar información veraz escarbando entre la basura cibernética.


Ireneo Funes murió a los 21 años, de una congestión pulmonar. No nos olvidemos de él.

jueves, 2 de junio de 2016

Adolescente: ¿caminar solo?


 Matías Salazar Terreros. Psicólogo.

Es la hora de empezar a caminar, a caminar solo. En el camino, el adolescente puede estar sucesiva­mente en tres posiciones: arriba, en medio o abajo.

Estar en una u otra posición depen­de de tres clases de características:

a.- Físicas: Lo físico se puede defi­nir como una persona alta, guapa, ágil, sana, fuerte, resistente. En la proporción en que estas cualida­des estén se dirá que esa persona está arriba, en medio o abajo en cualidades físicas.

b.- Intelectuales: Lo intelectual se puede describir como la persona capaz de aprender las asignaturas que se estudian; capaz de razonar y de expresar su pensamiento y sus conocimientos con facilidad de for­ma oral, escrita o de otras formas. En la medida en que estas cualida­des estén presentes o no estén in­terrumpidas por defectos oculares, auditivos o de otro orden, la perso­na estará arriba, en medio o abajo en cualidades intelectuales.

c.- Sociales: la sociabilidad se distin­gue por estas características: tener algún amigo, al menos uno; los de­más se fían de él; es “buena gente”, le buscan para el deporte u otras actividades o aficiones; es buen co­municador; sabe escuchar; no usa la violencia física ni la agresión verbal con nadie. Se muestra amable, agra­decido y alegre. En la cantidad en que estas características las active, se dirá que está arriba, en medio o abajo en cualidades sociales.

¿Cuántos adolescentes hay en cada posición, en cada una de las tres ca­racterísticas?

Sin recurrir a la sociología pode­mos decir que arriba hay pocos, en medio está la mayoría y abajo hay también pocos. Pero este dato no es lo importante. Lo que realmente merece la pena tener en cuenta es que, con algo de esfuerzo, la ma­yoría tiene cualidades suficientes para vivir con ilusión, con agrado, con esperanza y con capacidad para alegrar a cuantos desee o quiera.

Con todo es importante decir que el adolescente se tiene que enfrentar a unos enemigos que intentan y se esfuerzan en impedirle la presencia armónica de las tres cualidades:

El primer enemigo se llama NARCI­SO. El símbolo del narcisista es el es­pejo. “¿Espejito, espejito hay alguien más guapo…que yo”? “Yo soy el más…de todo y de todos”. No olvi­des que las comparaciones siempre son odiosas y no arreglan nada.

El segundo enemigo se llama EPI­CURO. Este enemigo te invitará al placer sensorial, al placer de po­seer, y al placer de la fama, al placer de los excesos…Frente a Epicuro está la racionalidad que te hará buscar la alegría en hacer bien las cosas, en hacer el bien, en tener amigos, en poder ayudarles, en po­der pedirles ayuda, en el deporte favorito, en el saber esperar, en la música, la danza, el canto y el “es­tar bien” y en que “los otros estén bien”: (yo OK—tú OK.)

El tercer enemigo se llama EL MIE­DO A LA LIBERTAD. Este enemigo te puede llevar a decidir embo­rracharte, a usar drogas, a faltar a clase, a engañar, a rebajar la cate­goría de persona a la de borrego gregario y “hacer de Vicente” e “ir donde va la gente”.

¿A dónde agarrarte o dónde echar mano? Si lo deseas aquí tienes es­tas asideras:

1.- Estudiar porque quieres saber.
2.- Tener al menos un amigo por­que lo necesitarás para recibir y dar apoyo.
3.- Cuidar a tu familia porque nece­sitas un lugar donde puedas enfa­darte, llorar, alegrarte, sonreír, cons­truir, conocerte, aprender a vivir.
4.- Tener esta idea fuerte: “No haré a nadie lo que no quiero que los otros me hagan a mí”. (Ética de mínimos)
5.- Tener la misma tarea de Dió­genes: “Buscar un hombre” (una persona sana, inteligente y social). 

¡Suerte¡


El resultado de la “tarea” depende de ti y si tú solo o sola no puedes lograrlo, puedes pedir ayuda ya que siempre hay personas dis­puestas a ayudarte.

¡Aupa¡

viernes, 6 de mayo de 2016

Un beneficio mutuo


Mª Carmen Oruezábal Martínez. Directora de la Casa Residencia de Aspace-Rioja.

Desde hace varios años, Aspace- Rioja colabora con Fundación Pioneros acogiendo en nuestros Centros y Casa Residencia a me­nores que tienen que realizar una prestación en beneficio de la comunidad. Coincidimos ambas entidades en apostar por medi­das que fomentan el trabajo y la responsabilidad, en vez de otras de carácter punitivo.
Los jóvenes que llegan a nues­tra Asociación en virtud de esta prestación, colaboran en el de­sarrollo de nuestros programas acompañando, por un lado, a las personas con parálisis cerebral y deficiencias afines en la realiza­ción de sus actividades diarias y de tiempo libre, o apoyando el trabajo de los profesionales.
El tiempo transcurrido y la expe­riencia adquirida hasta ahora nos han enseñado que todos apren­demos de todos. Ellos nos entre­gan la energía e ilusión propia de su juventud y, muy pronto, tras vencer las inseguridades propias de los inicios, su trabajo y dedi­cación.
Y nosotros nos ponemos a su dis­posición procurando sobre todo que su estancia aquí, producto de un mandato legal, se convier­ta en una experiencia personal fructífera de modo que su vi­vencia en Aspace les aporte una serie de aprendizajes útiles en su proceso de madurez personal: compromiso, atención, respeto, esfuerzo, superación, conoci­miento de normas, responsabili­dad, trabajo en equipo, sensibili­zación…
Es cierto que jugamos con ven­taja porque, sea cual sea el resul­tado, ya hemos ganado mucho de partida. En primer lugar, el acercamiento de estos jóvenes a una realidad, la de las personas con discapacidad, casi siempre lejana. En segundo, el estableci­miento de sólidos vínculos afec­tivos en el que unos se sienten solidarios al ofrecer su ayuda y otros se sienten parte impres­cindible de un programa que permite a terceras personas ser mejores ciudadanos. Finalmen­te, nos llevamos en la mochila el encuentro de unas personas a las que el azar ha unido pero que se reconocen idénticas en su deseo de alcanzar un mundo más equi­tativo, amable y justo.
Pensar que nuestra juventud es responsabilidad de todos cons­tituiría ya un sólido argumento para animar a otras entidades a transitar el camino por el que lle­vamos andando bastante tiem­po. Hay más razones, algunas incluso egoístas: ese trabajo en equipo con los menores refuer­za las propias señas de identidad de Aspace, basadas en la cerca­nía, el compromiso o la solidari­dad, entre otras, y nos conmina a ponerlas en práctica. En com­pensación, hemos encontrado unos excelentes embajadores para hablar de nosotros tras el conocimiento que ellos han ad­quirido de nuestra entidad. Y po­dríamos sin duda, dedicar más de una frase a la colaboración entre entidades y los beneficios que estas relaciones conllevan, visi­bles de forma manifiesta en este programa en el que el equipo de Fundación Pioneros pone el ase­soramiento, siempre pendientes ante cualquier duda o problema para resolverlas con pautas cla­ras de actuación.

Trabajar en red significa en Aspa­ce trabajar por una sociedad más vertebrada. Más allá de este ideal que muchos perseguimos, serán las acciones concretas como este programa las que ayuden a transformar las actitudes, una buena práctica que merece to­dos los esfuerzos.

viernes, 15 de abril de 2016

Los centros educativos como recursos comunitarios para jóvenes

Programa Educándonos de Fundación Pioneros.

Fundación Pioneros trabaja con adolescentes y jóvenes desde 1968. El principio filosófico que desde entonces ha guiado a la entidad ha sido el de enseñar a adolescentes y jóvenes a amar la vida. Hoy, Pioneros resignifica su práctica pedagógica y realiza un esfuerzo para que, a través de herramientas y metodologías innovadoras, seamos más eficaces en nuestra intervención educativa.

El informe de la Comisión Internacional para la educación del siglo XXI de la UNESCO, presidida por Jacques Delors, hablaba de los cuatro pilares de la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. El programa Educándonos de Fundación Pioneros asume como propios estos principios y trabaja para que jóvenes de Logroño y La Rioja puedan aumentar sus competencias en estos cuatro pilares tan importantes para el desarrollo del ser humano.

Uno de los programas con los que Educándonos hace realidad esta práctica educativa innovadora es el Proyecto La Rayuela, apoyado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y por la Acción Social de Bankia, que entiende a los centros educativos (IES) como recursos comunitarios al servicio de la juventud y sus familias.

La Rayuela es una propuesta pedagógica de trabajo educativo con jóvenes que, a través de la formación con talleres dentro del aula, busca tender puentes entre los centros educativos, la realidad juvenil en su entorno cotidiano más próximo (la calle, el barrio, la plaza...) y las familias,  todo ello enmarcado en un contexto comunitario en su sentido más amplio. Es un proceso socioeducativo, preventivo y promocional que a nivel comunitario busca la creación de un proceso de cambio, partiendo desde las y los propios jóvenes para aumentar su participación en el contexto social con el objetivo de transformar su realidad. Para ello planteamos tres grandes objetivos:
  • Promover la educación para la paz y el desarrollo comunitario como medio prioritario para la resolución no violenta de los conflictos, tanto en lo escolar como en lo local y lo global (glocal) incidiendo en la mejora de la convivencia.
  • Fomentar la participación en propuestas de cambio para lograr un mundo más justo como método de prevención de la exclusión.
  • Lograr la inclusión real de jóvenes y la mejora del rendimiento académico a través de la mejora de la convivencia y la participación.

La metodología de trabajo es muy específica, parte del protagonismo de las y los participantes y se centra en el trabajo de temáticas que se eligen previamente con los equipos de orientación; convivencia e interculturalidad, igualdad de género, cultura de paz a través de la gestión positiva de conflictos, identidad e intervención comunitaria. Con principios metodológicos como el diálogo de saberes, la gestión colectiva del conocimiento y el juego como eje vehicular para que la participación está garantizada.


La Rayuela nace como un programa que pretende transformar la amenaza en oportunidad, reconociendo el enorme potencial de la juventud que vive momentos complejos. Partimos de un cambio en el paradigma educativo buscando en la diversidad la riqueza y no el problema, y en el conflicto la oportunidad de transformar nuestras relaciones. Nuestra experiencia en el trabajo con jóvenes desde diferentes ámbitos y la formación en el aula en estrecha colaboración con el profesorado, genera una práctica pedagógica exitosa, que permite trabajar de manera más integrada, aumentando las oportunidades de participación de las y los jóvenes, especialmente aquellas y aquellos que pueden presentar problemáticas más complejas. 

jueves, 3 de marzo de 2016

Otra educación para otro mundo posible

Laura Juarros Marín Psicóloga, colaboradora del grupo Igualdad y Género de la Universidad de La Rioja

Imágenes: Calendario STES
Una de las aportaciones del feminismo ha sido desvelar la influencia de la sociedad en el desarrollo de la subjetividad y considerar lo que consideramos identidad femenina y masculina, como algo culturalmente construido, que es lo que se denomina género. 

Desde que nacemos, y ya incluso antes de nacer, se nos atribuye un sexo a partir de unos genitales externos y se nos encuadra como hombres y mujeres, y desde este momento, el marco patriarcal y heteronormativo empieza su actuación. A través del proceso de socialización, primero en la familia a través de los modelos, las normas de conducta, el juego; y después en la escuela, otro de los lugares normalizadores, vamos adquiriendo las conductas, sentimientos que se esperan de nosotras y nosotros e interiorizando estos códigos externos. Parte de este proceso requiere que según el sexo asignado cada niña o niño se identifique y actúe según con las conductas que le corresponden, excluyendo características, conductas y roles del otro género. También se espera que una si es “chica” desee a un chico y viceversa. 

Los conocimientos que se dan en la escuela, el espacio físico, los métodos de enseñanza, los contenidos, el lenguaje que se utiliza, todo responde a una estructura, que refuerza los roles y estereotipos sexistas. Y la jerarquización de lo masculino sobre lo femenino. 

Vamos a poner varios ejemplos, como la invisibilización de la aportación de las mujeres al conocimiento; el que se eduque para adquirir conocimientos para el trabajo fuera de casa pero no se desarrolle la inteligencia emocional y la afectividad y las habilidades domésticas necesarias para la autonomía personal y el trabajo de cuidados; o que no se ponga al mismo nivel las diferentes formas de familia. 

La imposición se ejerce a través de una violencia inadvertida, por ser algo profundamente asumido, lo cual se traduce en diferentes síntomas. Es más evidente su impacto en quienes no se adecuan a la norma, que pagan el precio de la exclusión, la burla, las etiquetas, pero se ejerce sobre todas y todos. ¿Y cómo lo hace? Acotando nuestros deseos y configurándolos según la norma heterosexual. A través de todos los sistemas de ideales de género con sus mandatos y el consiguiente malestar que generan, culpabilizando y generando sentimientos de inadecuación que están presentes en nuestras vidas adultas. Por ejemplo, vemos como se evidencia actualmente la influencia en la autoestima de las mujeres de los ideales de belleza y de conducta, o los ideales de comportamiento viril para los hombres que están en la base de la necesidad de reforzar esa masculinidad a fuerza de conductas de riesgo y violencia en las relaciones. Los medios de comunicación, cine, redes sociales también ejercen una importante función socializadora, por lo cual es importante desvelar los discursos imperantes y poder cuestionarlos. 

La coeducación implica que las actitudes, valores y roles considerados tradicionalmente como femeninos o masculinos puedan ser aceptados y asumidos por personas de cualquier sexo, ejerciendo una actitud crítica ante todo lo que suponga dominación, sumisión o exclusión, integrando la experiencia colectiva de hombres y mujeres como conjunto de la experiencia humana y cuestionando las formas de conocimiento socialmente dominantes. 

Por lo tanto, padres, madres, todas las personas educadoras, y quienes estamos comprometidas con la transformación social tenemos una responsabilidad y deberíamos revisar nuestras actitudes y prejuicios, lo que en coeducación se denomina nuestro currículum oculto y también ser conscientes de cuál es nuestra opción como educadores, en cuanto a los valores que sirven de marco a nuestras actuaciones, y en qué medida estamos potenciando el desarrollo humano de niñas y niños a partir de su singularidad y al margen de estereotipos sexistas y homofóbicos. 

viernes, 5 de febrero de 2016

Seguimos "Construyendo sonrisas"

Cloty López, directora del Centro de Formación de Fundación Pioneros.

Los días 11,12 y 13 de diciembre de 2015, un grupo de educadores y educadoras de Fundación Pioneros acompañamos a 4 alumnos del programa Aulas Externas a recoger el 2º Premio Nacional de Aprendizaje y Servicio, que les habían otorgado en la categoría de Bachillerato y ESO, el cual se entregó en Valencia. 

Estos premios eran la primera vez que se otorgaban y los organizadores, la Red Española de Aprendizaje-Servicio, Educo y Editorial Edebé, han querido reconocer al proyecto de ApS Construyendo Sonrisas, como una práctica de éxito educativo y compromiso social

Estos 4 alumnos que fueron a Valencia, representaban a otros 27 jóvenes del programa Aulas Externas, protagonistas de este proyecto ya que soñaron, crearon, debatieron, dinamizaron, aprendieron e hicieron posible que se llevara a cabo junto con las alumnas y alumnos del CEIP Caballero de la Rosa

Cuando les preguntamos a los protagonistas por el reconocimiento recibido, ellos responden con los sentimientos y emociones que han vivido al llevar al cabo este proyecto “emocionados al ver la reacción de los niños” y “orgullosos de sí mismos por el trabajo realizado” y, sobre todo, destacan las interacciones que se han generado entre niños, profesoras, educadores, instituciones..., en definitiva han destacado los vínculos generados entre las personas que participan en el proyecto. 

Construyendo Sonrisas continúa este curso con nosotros, los alumnos así lo han decidido y el equipo educativo no ha dudado en seguir acompañándoles en este nuevo sueño, decimos nuevo porque antiguos alumnos han sabido transmitir los aprendizajes y la ilusión por el servicio a las nuevas y nuevos compañeros. 

Y no lo hemos dudado porque esta metodología nos permite conseguir metas educativas integradoras, que de otra forma sería muy difícil, como por ejemplo: 

  • Mantener la motivación, lo cual nos permite acelerar aprendizajes, despertar proyectos personales de futuro, que distintas capacidades sean necesarias para llevar a cabo las distintas tareas por lo tanto alumnos muy diferentes se sienten capaces y protagonistas. 
  • También a una mejora de la convivencia, un desarrollo de la confianza que se traduce en formas de comportamiento, por lo tanto vamos construyendo identidad, moralidad y conocimiento. 
  • Realizar este proyecto de ApS, en la parte vinculada al servicio, supone un cambio de rol de nuestros alumnos, respecto a la “institución escuela”, pasando a ser alumnos que generan un beneficio en el colegio Caballero de la Rosa, el cual es visto, reconocido y valorado como apoyo, ingredientes que contribuyen a la autoestima, la creatividad, iniciativa y empatía. 
  • Un agente clave en nuestro centro, son las familias, y ellas también han hecho una apuesta por continuar con este proyecto de Aprendizaje y Servicio, por todos los elementos que está aportando este proyecto a sus hijos. 

Desde el Centro de Formación de Pioneros, seguimos apostando e impulsando metodologías que nos permitan generar oportunidades y acompañar procesos de una participación y un protagonismo más profundo, en las vidas de cada joven y en las decisiones que toman y en la comunidad que les rodea. 

Tenemos claro que el experienciar ciertos valores y aprendizajes van a generar un nuevo enfoque en las tareas académicas, un desarrollo en la responsabilidad, en la capacidad para enfrentarse a la toma de decisiones sobre todo en situaciones no favorables, y también a establecer marcos de relaciones humanas más satisfactorias.

jueves, 7 de enero de 2016

Un Brasil diferente

Soledad Suárez González. Educadora social.

De regreso de mi viaje como cooperante voluntaria, y ya con las emociones más reposadas después de unas cuantas semanas en casa, me dispongo a cumplir el encargo de Pioneros de escribir un artículo para contar mi experiencia en un proyecto socio-educativo en el noreste de Brasil.

Como todos sabemos, Brasil es el pulmón del mundo, con una vegetación exuberante y una selva riquísima en flora y fauna, además de ser un país inmenso. Lo que no saben todos es que, precisamente por los miles de kilómetros que tiene de norte a sur y de este a oeste, se dan muchas diferencias y contradicciones. Así, a pesar de tener el mayor bosque tropical del mundo, también tiene una zona muy árida y deprimida en la parte noreste del país, a unos 5000 kilómetros del Amazonas. Esta región en Brasil es conocida como el Sertao, que no debe tener traducción literal pero que significaría más o menos el Secarral. Sí, sorprendentemente, Brasil tiene una zona desértica y pobre por todos los problemas que acarrea la falta de agua: falta de salud, de higiene, de recursos naturales... y es allí donde trabaja la ONG donde fui a cooperar. Hay que decir que las políticas brasileñas de los últimos años están ayudando a paliar esta situación, ya que están llevando el agua potable a todas las familias y han fomentado la construcción de pozos para el riego, consiguiendo así la creación de huertas, esperanza en los habitantes del noreste y van frenando el éxodo rural.

Pero vayamos al principio de mi viaje. De la mano de la Fundación Pioneros llegué a la Asociación Lar Santa María, que está situada en esta región ya citada del Sertao, concretamente en el término municipal de Itiúba, en el norte del Estado de Bahía -Brasil- (también tienen otra sede en el Estado de Sao Paulo). Se trata de una ONG brasileña dedicada a jóvenes, con la que colabora Pioneros a través de su área  de cooperación. El proyecto de esta ONG nace con vocación social para facilitar la integración de los jóvenes que tienen dificultades de promoción e inserción social. Está abierto a todos los chicos y chicas de la zona con edades comprendidas entre 15 y 18 años, sean de la condición que sean. La asistencia a este centro es totalmente voluntaria y gratuita y el único requisito para poder participar en el proyecto, aparte de cumplir las normas básicas de convivencia e higiene del centro, es estar escolarizado en la enseñanza reglada brasileña, es decir, si no estás estudiando, no puedes participar.

El Lar, como lo llaman ellos, también ofrece actividades educativas: aulas de música (principalmente percusión, trompeta y guitarra española), informática, medio ambiente..., realizan debates en grupo referente a sus intereses, y además, disponen de 45 minutos de descanso en los que la entidad ofrece almuerzo, charlan y juegan al fútbol. Toda esta actividad se realiza en horario de 08:00 a 11:30, luego los autobuses los llevan a sus casas, y por la tarde acuden a sus institutos. 

Mi estancia en el proyecto ha servido para impartir un taller de español teatralizado, en el que los jóvenes se han transformado en actores sin miedos ni vergüenza, con mucho interés en aprender español. Pero también han sido casi 2 meses de experiencia, trabajo, emociones, amigos, frutas, cactus, enseñanza-aprendizaje, charlas, risas, mosquitos, forró (música típica de la zona) y calor. Una experiencia gratificante en un Brasil que me ha sorprendido y encantado por igual, y sobre todo, sobre todo, con unas gentes de una calidad humana no siempre fácil de encontrar.