Iván Alvarado Castro. Profesor Asociado.
Departamento de Antropología Social y Cultural. Universidad Autónoma de Madrid.
Siempre me gustó la poesía de Gabriel
Celaya, me parece que retrata con más fuerza que ningún otro el papel que ha de
jugar el arte en la sociedad, el ejemplo más claro de ese papel se suele vivir
en periodos revolucionarios, cuando la efervescencia artística no para de brotar.
Eso mismo acaeció como un gran ejemplo en el Chile de Salvador Allende.
Me obsesioné con dicho periodo
estudiándolo desde varios ángulos: historia, política, cine, etc; hasta que
encontré la mirada antropológica, desde ese punto de vista pude hacerme las
preguntas pertinentes para intentar dar respuesta a una única pregunta, ¿qué
papel puede jugar el arte, en concreto el teatro, para construir un sujeto
político?
Gracias a un punto de vista antropológico
pude entender el poder desde un punto de vista más ligado a Michel Foucault, el
poder no es un ente abstracto, son relaciones de poder que se van
perfeccionando con el tiempo, como si de una tecnología se tratara. Si este es
el comportamiento del poder que genera sujetos dóciles entonces por qué no
preguntarnos la misma cuestión, pero en sentido contrario, cómo se generan
sujetos politizados desde un poder que se perfecciona, pero no para oprimir
sino para abrir potencialidades de liberación.
La conexión que tiene el teatro con esta
concepción del poder se encuentra, desde mi punto de vista, en la obra de
Augusto Boal. Para el brasileño, el teatro es “un ensayo de la revolución”. Por
tanto, si vamos haciendo primero pequeños juegos, después acciones en
diferentes espacios, llevando discursos de lo privado a lo público, que con el
paso del tiempo podríamos transformarnos en un nuevo sujeto que cambia su modo
de ver la realidad y sobre todo, que en esa nueva visión empieza a relacionarse
con ella de un modo diferente.
El teatro es la herramienta artística
más sencilla para ello porque, como también decía Boal, cualquier persona
puede hacer teatro, incluso los actores y actrices. Todas las personas tenemos
la capacidad de expresar y eso es lo que puede hacer del teatro una herramienta
poderosa.
Es por medio del teatro que podemos ir
incorporando, ya no solo desde un tipo de inteligencia cognitiva, sino desarrollando
varios tipos de inteligencia, a un tipo de persona capaz de enfrentarse con su
realidad para transformarla porque la ha dejado de pensar, para hacerlo desde
la praxis, ya no es solo lo teórico sino lo teórico y lo práctico aunado en
acciones concretas.
Cuando este tipo de técnicas, de juegos,
porque en el fondo hacer teatro es jugar a ser diferentes, se desarrollan en
determinadas personas, sobre todo en jóvenes, el resultado no deja a nadie
indiferente. Cuando muchas personas hacemos lo mismo, entonces ya no hay nada
en la realidad que no se cuestione, se dejan de acatar las normas por que sí,
cuando muchas personas hacemos este proceso, entonces como decía Espartaco “la
tierra tiembla”.
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