viernes, 2 de agosto de 2019

El teatro es un arma cargada de futuro


Iván Alvarado Castro. Profesor Asociado. Departamento de Antropología Social y Cultural. Universidad Autónoma de Madrid.

Siempre me gustó la poesía de Gabriel Celaya, me parece que retrata con más fuerza que ningún otro el papel que ha de jugar el arte en la sociedad, el ejemplo más claro de ese papel se suele vivir en periodos revo­lucionarios, cuando la eferves­cencia artística no para de bro­tar. Eso mismo acaeció como un gran ejemplo en el Chile de Salvador Allende.

Me obsesioné con dicho perio­do estudiándolo desde varios ángulos: historia, política, cine, etc; hasta que encontré la mi­rada antropológica, desde ese punto de vista pude hacerme las preguntas pertinentes para intentar dar respuesta a una única pregunta, ¿qué papel puede jugar el arte, en concre­to el teatro, para construir un sujeto político?

Gracias a un punto de vista an­tropológico pude entender el poder desde un punto de vista más ligado a Michel Foucault, el poder no es un ente abstrac­to, son relaciones de poder que se van perfeccionando con el tiempo, como si de una tec­nología se tratara. Si este es el comportamiento del poder que genera sujetos dóciles enton­ces por qué no preguntarnos la misma cuestión, pero en senti­do contrario, cómo se generan sujetos politizados desde un poder que se perfecciona, pero no para oprimir sino para abrir potencialidades de liberación.

La conexión que tiene el teatro con esta concepción del poder se encuentra, desde mi punto de vista, en la obra de Augusto Boal. Para el brasileño, el teatro es “un ensayo de la revolución”. Por tanto, si vamos haciendo primero pequeños juegos, des­pués acciones en diferentes es­pacios, llevando discursos de lo privado a lo público, que con el paso del tiempo podríamos transformarnos en un nuevo sujeto que cambia su modo de ver la realidad y sobre todo, que en esa nueva visión empie­za a relacionarse con ella de un modo diferente.

El teatro es la herramienta artís­tica más sencilla para ello por­que, como también decía Boal, cualquier persona puede hacer teatro, incluso los actores y ac­trices. Todas las personas tene­mos la capacidad de expresar y eso es lo que puede hacer del teatro una herramienta pode­rosa.

Es por medio del teatro que podemos ir incorporando, ya no solo desde un tipo de in­teligencia cognitiva, sino de­sarrollando varios tipos de inteligencia, a un tipo de per­sona capaz de enfrentarse con su realidad para transformarla porque la ha dejado de pensar, para hacerlo desde la praxis, ya no es solo lo teórico sino lo teórico y lo práctico aunado en acciones concretas.

Cuando este tipo de técnicas, de juegos, porque en el fondo hacer teatro es jugar a ser dife­rentes, se desarrollan en deter­minadas personas, sobre todo en jóvenes, el resultado no deja a nadie indiferente. Cuan­do muchas personas hacemos lo mismo, entonces ya no hay nada en la realidad que no se cuestione, se dejan de acatar las normas por que sí, cuando muchas personas hacemos este proceso, entonces como decía Espartaco “la tierra tiembla”.