Miguel Loza Aguirre. Pedagogo y asesor de Educación de
Personas Adultas en el Berritzegune de Vitoria.
Durante muchos siglos se ha venido pensando que la atracción
entre una mujer y un hombre era algo inexplicable, un impulso, algo
irracional, y que nada se podía hacer en su contra ya que era regido
exclusivamente por el corazón. Es por esto por lo que el dios del amor, Cupido,
se representa por un angelito con los ojos cerrados que, al azar, lanza
flechas de amor que traspasan el corazón de los amantes, atrayéndoles irremediablemente,
es decir, quiéranlo o no. Esto explica que algunas mujeres puedan comprender y
hasta entender como algo natural el sentirse atraídas por un hombre que les
puede hacer daño; creyendo que no es posible luchar contra esa atracción, que
lo único que pueden hacer es rechazar a ese hombre o empezar una relación con
el riesgo de acabar maltratada. Eso sí, en ambos casos seguirán pensando que
les atrae y que le quieren. NADA MÁS FALSO.
No hace mucho tiempo se han empezado a investigar las
razones por las que se produce la atracción entre una mujer y un hombre y se
está llegando a la conclusión que la atracción es una cuestión que se aprende y
que, por tanto, se puede desaprender. Es decir, son elementos culturales los
que van imponiendo modelos de hombres que resultan atractivos. Así por
ejemplo, tiene mucha importancia lo que el grupo de amigas defina como
atractivo, los mensajes publicitarios con sus modelos de masculinidad, y determinadas
conductas de protagonistas masculinos de la televisión y del cine –pensemos en
un momento en el “Duque”– . Y lo que es más importante y esperanzador: si
estos modelos cambian, también varía el tipo de chico atractivo.
Otra de las cuestiones a tener en cuenta es la confusión
existente entre amor/amistad y pasión. En ocasiones, el chico que no te hará
daño, aquel en el que puedes confiar, el que está dispuesto a escucharte, a
comprenderte, a ser solidario contigo, es considerado como un amigo que no
despierta la pasión. En cambio, otro con un puntito de agresividad, de
chulería, que suele ser un celoso enfermizo y con cierto aire de superioridad
machista, suele ser el que “pone”, el que llega a despertar apasionamiento. Y
parece que esto sucede porque la atracción es así, porque no la podemos
controlar. NADA MÁS ALEJADO DE LA REALIDAD.
Esta percepción de la pasión también es una creación cultural, algo que nos han enseñado y que hemos aprendido. Por eso es muy importante aprender a ser atraídas por aquellas personas que realmente nos quieren y despreciar a las que nos pueden hacer daño. Como dice mi buen amigo Jesús Gómez en su libro “El amor en la sociedad del riesgo”: “La insatisfacción de las relaciones basadas, bien en ligar (pasión sin amor), bien en la estabilidad (amor sin pasión), solo puede superarse uniendo en la misma persona ternura y excitación, amistad y pasión, estabilidad y locura”. Es por eso por lo que la pasión va unida al amor y a la amistad, no a la agresividad. La pasión es fruto de la igualdad y de la libertad, no de la desigualdad y de la opresión. La pasión sin ingredientes como: cariño, igualdad y libertad por parte de las dos personas de la pareja provoca un desequilibrio emocional que en vez de acercarte a la felicidad te llevará irremisiblemente al sufrimiento y a la tragedia.
Esta percepción de la pasión también es una creación cultural, algo que nos han enseñado y que hemos aprendido. Por eso es muy importante aprender a ser atraídas por aquellas personas que realmente nos quieren y despreciar a las que nos pueden hacer daño. Como dice mi buen amigo Jesús Gómez en su libro “El amor en la sociedad del riesgo”: “La insatisfacción de las relaciones basadas, bien en ligar (pasión sin amor), bien en la estabilidad (amor sin pasión), solo puede superarse uniendo en la misma persona ternura y excitación, amistad y pasión, estabilidad y locura”. Es por eso por lo que la pasión va unida al amor y a la amistad, no a la agresividad. La pasión es fruto de la igualdad y de la libertad, no de la desigualdad y de la opresión. La pasión sin ingredientes como: cariño, igualdad y libertad por parte de las dos personas de la pareja provoca un desequilibrio emocional que en vez de acercarte a la felicidad te llevará irremisiblemente al sufrimiento y a la tragedia.
“Malo, malo, malo. No se daña a quien se quiere”.