jueves, 7 de enero de 2016

Un Brasil diferente

Soledad Suárez González. Educadora social.

De regreso de mi viaje como cooperante voluntaria, y ya con las emociones más reposadas después de unas cuantas semanas en casa, me dispongo a cumplir el encargo de Pioneros de escribir un artículo para contar mi experiencia en un proyecto socio-educativo en el noreste de Brasil.

Como todos sabemos, Brasil es el pulmón del mundo, con una vegetación exuberante y una selva riquísima en flora y fauna, además de ser un país inmenso. Lo que no saben todos es que, precisamente por los miles de kilómetros que tiene de norte a sur y de este a oeste, se dan muchas diferencias y contradicciones. Así, a pesar de tener el mayor bosque tropical del mundo, también tiene una zona muy árida y deprimida en la parte noreste del país, a unos 5000 kilómetros del Amazonas. Esta región en Brasil es conocida como el Sertao, que no debe tener traducción literal pero que significaría más o menos el Secarral. Sí, sorprendentemente, Brasil tiene una zona desértica y pobre por todos los problemas que acarrea la falta de agua: falta de salud, de higiene, de recursos naturales... y es allí donde trabaja la ONG donde fui a cooperar. Hay que decir que las políticas brasileñas de los últimos años están ayudando a paliar esta situación, ya que están llevando el agua potable a todas las familias y han fomentado la construcción de pozos para el riego, consiguiendo así la creación de huertas, esperanza en los habitantes del noreste y van frenando el éxodo rural.

Pero vayamos al principio de mi viaje. De la mano de la Fundación Pioneros llegué a la Asociación Lar Santa María, que está situada en esta región ya citada del Sertao, concretamente en el término municipal de Itiúba, en el norte del Estado de Bahía -Brasil- (también tienen otra sede en el Estado de Sao Paulo). Se trata de una ONG brasileña dedicada a jóvenes, con la que colabora Pioneros a través de su área  de cooperación. El proyecto de esta ONG nace con vocación social para facilitar la integración de los jóvenes que tienen dificultades de promoción e inserción social. Está abierto a todos los chicos y chicas de la zona con edades comprendidas entre 15 y 18 años, sean de la condición que sean. La asistencia a este centro es totalmente voluntaria y gratuita y el único requisito para poder participar en el proyecto, aparte de cumplir las normas básicas de convivencia e higiene del centro, es estar escolarizado en la enseñanza reglada brasileña, es decir, si no estás estudiando, no puedes participar.

El Lar, como lo llaman ellos, también ofrece actividades educativas: aulas de música (principalmente percusión, trompeta y guitarra española), informática, medio ambiente..., realizan debates en grupo referente a sus intereses, y además, disponen de 45 minutos de descanso en los que la entidad ofrece almuerzo, charlan y juegan al fútbol. Toda esta actividad se realiza en horario de 08:00 a 11:30, luego los autobuses los llevan a sus casas, y por la tarde acuden a sus institutos. 

Mi estancia en el proyecto ha servido para impartir un taller de español teatralizado, en el que los jóvenes se han transformado en actores sin miedos ni vergüenza, con mucho interés en aprender español. Pero también han sido casi 2 meses de experiencia, trabajo, emociones, amigos, frutas, cactus, enseñanza-aprendizaje, charlas, risas, mosquitos, forró (música típica de la zona) y calor. Una experiencia gratificante en un Brasil que me ha sorprendido y encantado por igual, y sobre todo, sobre todo, con unas gentes de una calidad humana no siempre fácil de encontrar.