lunes, 9 de enero de 2017

Preguntas puntiagudas a los 12-18 años


Matías Salazar Terreros. Psicólogo.

En los años 50-60 años, los que eran de la edad de 12-18 años disponían de pocas cosas: comida no abundan­te, un par de zapatos, ropa interior de quita y pon; escuela hasta los 12 o 14 años en la mayoría de los chicos y chicas; con un único libro (la enciclo­pedia); no había tele en la inmensa mayoría de las casas y muy pocos aparatos de radio.

Había que decidir en la familia si los hijos e hijas habían de estudiar for­mación profesional, universidad o trabajar de aprendices. El seguir es­tudiando significaba nuevos gastos y muchas familias no lo consideraban conveniente o posible. El trabajar era la posibilidad de aportar algo a casa o de disponer de dinero para divertirse.
Los horarios eran al revés que ahora: la gente salía de casa a las 5 o 6 de la tarde y volvía a casa antes de las 12 de la noche.

Hoy todo esto ha cambiado. Hay de todo. Hay más estudio. Hay más libertad. Y aquí vienen estas 4 pregun­tas puntiagudas para contestarlas:
a.- ¿Los chicos y chicas que ahora tie­nen entre 12-18 años, son felices?
b.- ¿En qué ponen la felicidad?
c.- ¿Por qué muchos de ellos alteraran su estado de ánimo con drogas (alco­hol u otras sustancias)?
d.- ¿Por qué piensan que las sustan­cias (drogas) que toman no les hacen daño si ven que eso es falso en mu­chos casos?

A esta edad, un chico o una chica busca tener un amigo o una amiga. Desde siempre se ha dicho que tener un amigo es lo mejor que nos puede suceder; y que es útil, conveniente, humano que la amistad dure hasta los 99 años.

Tener un amigo es un tesoro; es una fuente inagotable de gozo, de alegría, de serenidad, de ánimo para afrontar la vida. Con todo, es conveniente no confundir amigo con compañeros o amiga con compañeras. Los amigos son poquísimos: uno o dos. Los com­pañeros pueden ser muchos. Tampo­co hablamos de “novietes o novietas”.

Tener un amigo no es una lotería; tener un amigo es una labor que re­quiere ideas claras y una voluntad decidida. Hacerse amigo de uno re­quiere -en más o menos grado- un trato basado en la sinceridad, en el respeto, en la humildad, en la genero­sidad, en la capacidad de perdonar y de pedir perdón, en la ayuda desin­teresada, incondicional y gratuita, en la confianza. Sin estas cualidades la relación de amistad no crece, se apa­ga o desaparece. La amistad implica estar con el amigo en las crudas y en las maduras; en los ratos buenos y en los de sufrimiento o de aburrimiento.

Sin estas cualidades no habrá amis­tad; puede que haya dependencia o sumisión de uno al otro; o puede que la amistad se acabe y solo quede una frialdad afectiva o complicidad no para el bien sino para hacer daño al amigo, a uno mismo o a otros.

Preguntas puntiagudas.
1ª.- ¿Crees que se da la amistad en esta edad?
2ª.- En vuestros ambientes o corrillos ¿a qué se llama tener amigos?
3ª.- ¿Qué crees que te aporta un ami­go? y ¿qué le aportas tú a él?
4ª.- ¿Qué es lo que hace que la amis­tad se rompa?
5ª.- Y ¿qué le hace crecer?

La felicidad y la amistad van siempre juntas.

Deseo que no se separen de ti.