viernes, 4 de octubre de 2019

Julián Rezola, el fundador de Pioneros, en Barcelona


Mariano Muñoz. Antiguo educador de Pioneros. Profesor Técnico de Formación Profesional.

Julián Rezola, el fundador de Pio­neros, vivió en Barcelona de 1989 hasta el 2009. Aunque institucio­nalmente no creó Pioneros en esa ciudad, no pudo dejar de ser edu­cador. Era el cerrajero del barrio (Ciutat Vella), profesionalmente re­gentaba un taller de hierro. Como bien lo define uno de los jóvenes de Barcelona:

Julián Rezola era herrero. Aunque no era un herrero convencional. Observaba la pieza de metal, la exa­minaba, la cortaba, la pulía y la mol­deaba hasta encontrar su estructura natural, que podía coincidir o no con los deseos del cliente. En todo caso el resultado de su trabajo siempre era la solución para el problema que le planteaban quienes entraban por la puerta de su taller. También era un hábil cerrajero, era el encargado de abrir las puertas del barrio cuando sus dueños se lo requerían.

Quizás su trabajo no era más que una metáfora de su vida. No solo abría las puertas de sus vecinos sino que un poco abría sus almas. Siem­pre intentaba que entrara la brisa en sus mentes y corazones. Hacía que se les removiera algo por dentro y aun­que solo fuera para sacarlos de lo anodino, él se daba por satisfecho.

Para Julián a las personas se las tenía que abrir, aunque fuera con ganzúas o cinceles, airearlas y so­bretodo despertarlas de su letargo social. Todo esto lo hacía de manera automática e imperceptible. No im­portaba su extracción social, a cada cual su misión. Ya fueras pandillero o el jubilado de la esquina, cada uno debía encargarse del despertar pro­pio y del ajeno“.

Su actividad educativa se realiza­ba principalmente con jóvenes del barrio, CABEZAS RAPADAS. Cha­vales del barrioque encontraban en el taller de Julián un espacio de libertad y de confianza, Julián era el único que les dejaba herra­mientas para arreglar sus bicis y sus motos. Chavales de barrio que no habían salido de sus callejuelas ni de su plaza, que no conocían otros mundos. Con estos chavales reali­zó algunas salidas al monte en los alrededores de Barcelona y a una masía cerca de Figueras.

Pero también se relacionó con un grupo al que llamaba ESTUDIAN­TES (jóvenes de otros barrios con un mayor nivel cultural, que estu­diaban o habían estudiado). Con la excusa de que le enseñasen catalán, se convirtió en su amigo-educador. El taller de Julián era para ellos un lugar de encuentro. Con este grupo institucionalizó la reunión-cena de los viernes para valorar y discutir sobre temas per­sonales y de actualidad.

Por último, también tuvo relación con un grupo de OKUPAS, a los que visitaba en edificios ocupados en la ciudad y en zonas rurales. Con es­tos tenía interminables discusiones políticas.

Julián era a la vez educador, amigo y político, según con qué grupo de jóvenes se relacionaba era más una cosa u otra.

Siguiendo al poeta alemán Bertolt Brecht en su Loa a la duda, Julián ponía en duda los principios de estos jóvenes, les hacía pensar, les exigía pensar y después tomar de­cisiones sobre su trayectoria vital.

Lo más interesante es que conse­guía juntar a los tres grupos, a pesar de sus diferencias y participar con­juntamente en algunas actividades.

Julián no creó Pioneros en Barce­lona, pero sí supo crear alrededor suyo el espíritu “pionero” que ya había creado en otras ciudades como Pamplona o Logroño. No dejó de practicar la codificación y descodificación vital, que diría Paulo Freire, con jóvenes y adultos.

Siguió siendo un referente, duran­te esos años, para pioneros, ex-pioneros y otros educadores que le visitaban en Barcelona, o que él aprovechaba sus vacaciones para contactar con ellos en Pamplona o en Logroño.
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El pasado 25 de agosto falleció nues­tro compañero Mariano Muñoz. Nos dejó escritas estas palabras dedicadas a Julián Rezola para conmemorar el décimo aniversario de su muerte. Des­de este espacio queremos agradecer a Mariano su amistad, su entrega y su colaboración.