viernes, 7 de mayo de 2021

Mil millones de voces por una educación de calidad en el mundo

ODS 4: Educación de calidad

Alberto Casado Valera, director de Incidencia de Ayuda en Acción, organización miembro de la Coalición española de la Campaña Mundial de Educación.

Hace ahora un año llegó a haber más de 1.500 millones de alumnos y alumnas en el mundo que no podían acudir a los centros educativos debido a las medidas de confinamiento puestas en marcha para proteger a la población y frenar el contagio frente a la COVID-19. En países como el nuestro, con enorme trabajo y esfuerzo por parte de toda la comunidad educativa y las autoridades, la situación se pudo mitigar cambiando de la noche a la mañana de un sistema educativo presencial a otro a distancia. Un paso en donde los que más sufrieron fueron el alumnado de familias más vulnerables con poco o ningún acceso, ni muchas veces capacidades, para continuar las clases a través de internet. La situación en España ha mejorado mucho y las clases se dan con toda la normalidad que esta “nueva normalidad” permite y, esperamos que, gracias al ritmo de vacunación, el curso que viene vuelva a ser más parecido al del 18/19.

Sin embargo, la realidad es totalmente distinta en la mayoría de los países. España, con todas nuestras debilidades, está entre los 30 países con mayor índice de desarrollo y bienestar. Hay muchos estados que durante la mayor parte del año pasado cerraron las aulas y no pudieron apoyar al alumnado en sus casas – según UNESCO, el 40% de los países de ingresos bajos y medianos-bajos no pudieron tomar ninguna medida a este respecto. En algunas zonas como el Sahel, la COVID-19 cayó sobre otras crisis precedentes, en donde las escuelas llevaban ya cerradas desde hacía meses debido a conflictos o a los efectos del cambio climático. Para las comunidades más vulnerables de los países en desarrollo, la pandemia ha supuesto un enorme retroceso en sus ya mermadas esperanzas de mejora. Antes de la pandemia había 258 millones de niños, niñas y jóvenes que ya estaban fuera de la educación. Todavía hoy, muchos gobiernos no han autorizado la apertura de todas sus escuelas y, los que han podido hacerlo después de meses sin clases, se enfrentan a un retraso que la brecha digital ha agrandado y que se ha cebado y se ceba con los grupos en situación de vulnerabilidad, marginación, pobreza y exclusión.

La pandemia ha puesto todavía más de manifiesto la necesidad de actuar con mirada global frente a los problemas globales, y que las acciones locales acaban afectando a la globalidad; la salud, la economía, el clima y también la educación. La educación debe considerarse un bien público global. Un planeta en el que un mayor número de personas puedan acceder a una educación de calidad es una garantía de mejora en todos los aspectos para todos y todas y para la propia sostenibilidad del planeta. Si no se apoya en estos momentos a los países con mayores dificultades estaremos no solo condenando a generaciones de niños y niñas en el mundo, sino contribuyendo a que en un futuro muy próximo vivamos en contextos todavía con más conflictos e inestabilidad, con una fuerza de trabajo menos preparada y unas sociedades más insolidarias e injustas. 

La Campaña Mundial por la Educación es una coalición internacional que en España está integrada por Ayuda en Acción, Educo, Entreculturas y Plan International. Junto a sindicatos del entorno educativo, centros escolares y movimientos sociales de muy diverso signo, llevamos desde hace más de 20 años movilizándonos para reclamar el cumplimiento íntegro de los compromisos internacionales firmados por los estados para garantizar el acceso a una educación de calidad para todas las personas del mundo. Este año hemos lanzado la campaña “1.000 millones de voces” que tiene como objeto levantar la voz y recabar apoyos para exigir a los gobiernos del mundo que incrementen, de manera urgente, la financiación pública para la educación. Sin recursos los discursos en favor de la educación se convierten en papel mojado. 

A nuestro gobierno le pedimos que actúe en el ámbito de la Cooperación al Desarrollo e incremente su contribución a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) para alcanzar el objetivo del 0,7% de AOD del PIB y dedicar un 20% de la misma a educación. Actualmente, este gobierno tiene el compromiso de alcanzar la media europea, el 0,5% del PIB en AOD, para el final de la legislatura, pero según los recientes datos del Comité de Ayuda el Desarrollo de la OCDE que analiza el gasto de AOD de 2020, España (con un 0,24%) sigue muy lejos de la media de la Unión Europea, por detrás de países como Hungría (0,27%). Como recordaba recientemente el Director general de la OCDE: “La AOD no depende del PIB, depende de la solidaridad y la voluntad política” y nuestro país no debe de faltar a esta cita. Desde la campaña “1.000 millones de voces” estaremos recordándoselo.