viernes, 30 de marzo de 2012

La mediación como resolución de conflictos


Blanca Hidalgo Camacho. Consultora de MPlus Consulting. 

El conflicto es un hecho inhe­rente a la interacción humana porque la diferencia de opi­niones, deseos e intereses son inevitables entre las personas. Dependerá de cómo se abor­den los conflictos el que estos puedan resultar negativos, des­tructivos o bien convertirse en una oportunidad para aprender más acerca de uno mismo y de los demás. Sin embargo, trans­formar el conflicto en elemento enriquecedor para las partes re­quiere de ciertas habilidades y procedimientos, uno de ellos, la mediación.

La mediación tiene muchos ám­bitos de aplicación, tal vez los más conocidos sean el interna­cional y el familiar, pero también se puede llevar a cabo para re­solver problemas comunitarios, vecinales, laborales… La media­ción escolar es uno de los pro­cedimientos que se ha relevado más eficaz y constructivo para resolver los conflictos en este contexto.

Hoy en día, uno de los fines de las instituciones educativas es la socialización, y los conflictos y las diferencias entre las per­sonas forman parte de nuestras relaciones sociales. El sistema educativo actual debe asumir que ese proceso de socializa­ción incluya el hacer frente a los problemas de convivencia, el re­solver conflictos.

Como bien sabemos los centros educativos en los últimos años se están trasformando en una instancia de socialización pri­maria, y las pautas de comporta­miento hacia el entorno educa­tivo han cambiado. Sobre todo cuando en los últimos años se señala a la juventud como foco potencial de violencia.

En el campo de la educación sabemos que la convivencia no surge de manera espontánea, sino que la tenemos que cons­truir a base de trabajo, tiempo e implicación de toda la comu­nidad escolar, y para ello en la actualidad se nos exige una transformación en las prácticas docentes por parte de los que trabajamos en este campo y la preparación para afrontar una realidad docente bien distinta a la que se presentaba no hace de­masiados años. En la actualidad desde la sociedad se demanda un aprendizaje no solo académi­co, sino aprendizajes vitales que sirvan al alumnado para apren­der a convivir y a resolver los conflictos mediante el diálogo y desde actitudes básicas como la empatía o la escucha activa. Es ahí donde entra la mediación.

La técnica de la medicación se presenta actualmente como uno de los recursos más utiliza­dos en el ámbito de la educa­ción en nuestro país. Desde el requerimiento por parte de las instituciones de programas de convivencia dentro de los cen­tros escolares, la mediación está contemplada como una herra­mienta de elevado éxito para la resolución pacifica de conflictos dentro de los centros educati­vos, y mi pregunta es ¿realmente la empleamos?


viernes, 23 de marzo de 2012

Educación integral

Javier Navarro Algás. Gerente de Fundación Pioneros.


Durante el periodo 1994-1997 formé parte del Comité Ejecutivo de la Asociación Internacional de Educadores Sociales. En una de sus reuniones compartí habita­ción con Jacques Leblanc, funda­dor en 1964 de “Le logis” un esta­blecimiento que acoge a niños y adolescentes en situación de des­protección en Bélgica.
Leblanc era un belga muy simpá­tico. Deportista en su juventud, dormía con la radio puesta por­que –explicaba- cuando convives las 24 horas con niños se echa de menos el bullicio en el silencio de la noche.
También recuerdo que, junto a su alianza de casado, lucía un se­llo con una flor de lis, símbolo del Movimiento Scout Mundial. Fue­ron juristas, psicólogos, profeso­res vinculados a este movimiento quienes influyeron decisivamente en la creación y reconocimiento de la profesión del educador social a partir de sus experiencias con menores en la Europa devastada tras la II Guerra Mundial.
Yo hice mi primer juego de pistas a los catorce años y, tiempo des­pués, colaboré durante tres cursos como voluntario en el grupo scout Guy de Larigaudie.
Durante ese tiempo aprendí la importancia de dar responsabili­dades a los chicos, de educar en la toma democrática de decisiones, de personalizar la educación es­tableciendo objetivos y una pro­gresión personal por áreas, de la planificación de las acciones y de la celebración del trabajo llevado a cabo. Se trataba, en definitiva, de mejorar el carácter y salud de los chicos y chicas a través del juego y de la planificación de aventuras y empresas, con el trasfondo de valores humanistas y en contacto con la naturaleza.
Aún hoy llevo conmigo la Promesa y la Ley Scout, símbolos de la im­portancia de una educación inte­gral que concede gran importan­cia a los valores morales.
Por todo ello me parece una buena idea que los padres com­pletemos el proceso formativo de nuestros hijos animándoles a participar en actividades, grupos, organizaciones de diversa índole en las que potencien otras face­tas de su personalidad además de la escolar, a integrarse en grupos humanos con diferentes intereses: deportivos, musicales, artísticos, de educación espiritual y religiosa, de contacto con la naturaleza, de preservación del medioambiente, de derechos cívicos, etc. y puedan más adelante comprometerse con su comunidad.
Actividades en las que los niños tengan ocasión de establecer vínculos estables con los adultos responsables y con el grupo de iguales. Y creo esencial que los padres participemos en todo ello, acompañando, motivando con nuestro ejemplo y, sobre todo, disfrutando del crecimiento de nuestros hijos.
Recientemente he sabido del fa­llecimiento de Francine Gousen­bourger, esposa de Jacques Leblanc, cofundadora a sus veinti­dós años de “Le Logis” y directora honoraria del mismo. Emociona constatar la fuerza inspiradora que tiene una vida dedicada a dar afecto, a restañar heridas, a educar y, en general, la de las personas con vocación. Estoy convencido de que padres y maestros pode­mos hacer mucho para suscitar en los niños y jóvenes la inquietud por aprender, realizarse y vivir con plenitud.

jueves, 15 de marzo de 2012

Técnicas de yoga en el ámbito de la educación


 Elisabet Ubera Lizarriturri. Profesora de yoga.

Desde el ámbito de la educación va surgiendo la necesidad de in­troducir nuevos elementos en el modelo educativo para adaptar­nos a los cambios de la sociedad. A partir de la sensibilidad de al­gunos de los profesionales de la educación, se busca la manera de cubrir otros aspectos fuera de los meramente académicos para dar una formación más com­pleta a los alumnos. Elementos que les ayuden en su desarrollo como seres humanos y contribu­yan al éxito en sus vidas, enten­diendo como éxito al desarrollo de sus capacidades para sentirse bien y en armonía con el entor­no y consigo mismos.
Esta necesidad se hace cada vez más visible ante la aparición de elementos de conflicto en la es­cuela, como dificultades en las relaciones, agresividad cada vez mas patente, individualismo, fra­casos escolares, etc. Y también en el modo de ver la discapaci­dad tanto física como psíquica. Para afrontar estos nuevos retos afloran nuevos programas de trabajo como programas de “in­teligencia emocional”, “buenos tratos”, programa “aulas felices” y otros donde se trabaja con los niños formas de diálogo, forta­lecimiento de la estima de uno mismo, escucha, respeto, etc.
La disciplina del yoga a pesar de ser muy antigua no deja de ser muy útil en la actualidad. Los valores, sabiduría y conocimien­to que esta ciencia contiene son muy enriquecedores para el ser humano, aportando claves para la felicidad y bienestar.
Sus prácticas son herramientas que ayudan a la persona a cono­cerse mejor, a encontrar la calma, el equilibrio, a ser uno mismo. Ahora más que nunca se hace necesario este tipo de prácticas, donde la sociedad se mueve a una velocidad de vértigo.
La experiencia concreta hace ya unos años en un aula con niños de edades comprendidas entre 6 y 8 años nos sirvió de experi­mento para comprobar que al­gunas de las prácticas del yoga pueden ser de gran utilidad en el aula. Esta experiencia nos per­mitió establecer unas bases para aplicar el yoga en el ámbito de la educación.
El sistema del yoga está diseña­do inteligentemente desde hace miles de años con la finalidad de integrar y trabajar el cuerpo físico, emocional y mental. Esto nos permite enfocarlo hacia el aspecto que más nos interese en cada momento, adaptando las prácticas a la edad y a las ne­cesidades individuales.
El yoga contribuye a desarrollar habilidades y descubrir capaci­dades. En definitiva a ser mejo­res personas e integrarnos en la sociedad. 

viernes, 9 de marzo de 2012

Gafas de género para educar


Edith Pérez Alonso. Médica de familia y formadora de formadores.

El derecho a la educación está re­conocido como uno de los dere­chos humanos fundamentales y abarca más que el acceso a la es­colarización. Aún así, casi un tercio de la población infantil mundial no termina la escuela primaria, siendo mayoritariamente niñas las que no lo consiguen. La desigualdad es aún más patente en el acceso a la educación secundaria y ter­ciaria. En nuestro entorno las mu­jeres están representadas como alumnas y profesoras en todos los niveles educativos. Sin embargo, como estudiantes suelen optar por profesiones o especialidades que gozan de un menor prestigio social, relacionadas con la estética y el cuidado. Como profesoras son mayoría en los niveles educativos “inferiores” pero tienen una repre­sentación escasa entre el profe­sorado universitario y los cargos directivos. Los recortes en los ser­vicios públicos inciden especial­mente en las condiciones de vida y laborales de las mujeres. La reduc­ción de personal, la precarización, las privatizaciones, el deterioro de la calidad educativa y las políticas de excelencia y segregación difi­cultan el avance hacia la equidad de género en el sector educativo.
Estas desigualdades no son casua­les, sino producto de una cultura que asigna creencias, rasgos per­sonales, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades diferentes a hombres y mujeres de forma jerárquica. Tradicionalmen­te a las mujeres se les ha otorgado el espacio de lo doméstico y las tareas de cuidados y a los hom­bres el espacio de lo público y el rol del trabajo productivo, mejor valorados socialmente y econó­micamente. Aunque se hayan in­corporado nuevos roles y valores las estadísticas siguen mostrando importantes desigualdades en el reparto del tiempo de cuidados entre hombres y mujeres, en los tiempos de ocio (mayores para los hombres), y en las remuneraciones por empleos similares. Los valores de competitividad, velocidad, for­taleza, seguridad, racionalidad y acción son mejor considerados que los de templanza, ternura, me­sura, comprensión, disponibilidad o paciencia, socialmente atribui­dos a las mujeres.
Esta cultura atraviesa la sociedad en todos sus ámbitos, encontrán­dose también en los sistemas educativos formales y no forma­les, que además juegan un papel esencial en la socialización de creencias, valores y roles. Tanto en la estructura de los centros educa­tivos como en las interacciones en el aula pueden darse desigualda­des en la toma de decisiones, fun­cionamientos jerárquicos, tiempos de escucha menores hacia las ni­ñas, o potenciarse valores como la competitividad, la velocidad y la hegemonía. Por otra parte, lo habitual es encontrar en los con­tenidos curriculares y materiales didácticos escasa presencia de mujeres, mujeres y hombres que se dedican a las tareas “propias de su sexo” y un lenguaje que invisi­biliza a las mujeres. Para los libros de texto el mundo existe gracias a los “grandes hombres”, creadores de inventos, guerras o estados. Sin embargo, los trabajos invisibles que vienen realizando las mujeres a lo largo de la historia y que son base de nuestra supervivencia y de nuestro bienestar no merecen consideración especial.
La escuela puede jugar un pa­pel esencial en el avance hacia la equidad de género. Para ello es necesario ponerse unas gafas que permitan ver una realidad injusta e invisible, tomar conciencia de ella e implantar metodologías coherentes con la transmisión de unos conocimientos y valores que pongan la cooperación y el sostén de la vida en el centro.

viernes, 2 de marzo de 2012

Si hay talento, hay futuro

Raúl Martínez Gómez. Director general de Fundación Promete


Fundación Promete es una organiza­ción sin ánimo de lucro nacida en 2003 por iniciativa de un grupo de empresa­rios conscientes de su responsabilidad social. Es representativa de la aporta­ción de valores que el sector económi­co privado puede, debe y quiere hacer al conjunto de la sociedad: creatividad e innovación.
Por eso, la misión de Fundación Pro­mete y su aplicación práctica en pro­gramas educativos, pretende ser inte­gradora de ámbitos como la familia, la escuela y la empresa. La educación es tarea de todos.
El ámbito de actuación es nacional aunque en 2011 ha dado comienzo la primera experiencia de cooperación al desarrollo internacional, en Uruguay y Argentina.
Nuestro objetivo es promover un ma­yor y mejor DESARROLLO DEL TALEN­TO de todas las personas, mediante el diseño y realización de proyectos de innovación educativa y social, en cooperación con el resto de agentes sociales para una mejora del modelo educativo global.
Ponemos en marcha acciones para divulgar y sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de considerar el Talento, en todas sus vertientes, como Patrimonio de la Humanidad.
Partamos de una base: Talento es hacer algo muy bien y es producto de tres variables: capacidad, contexto y volun­tad del individuo.
El filósofo español José Antonio Ma­rina dice: “El talento es la inteligencia práctica, exitosa, y su mayor expresión, el talento para saber vivir.” y añade:“El talento llega después de la educación”.
Tiene una crucial trascendencia indivi­dual ya que da sentido a nuestra vida y una trascendencia colectiva por ser es el motor del mundo. Es el principal recurso natural de los individuos y los pueblos para superar entornos des­favorables, por lo tanto es el primer y original Patrimonio de la Humanidad. Si hay talento, hay futuro.
Promete parte de dos principios:
• aprendemos siempre, en todo mo­mento, en todos los lugares y en to­das las fases de nuestra vida. El aula del siglo XXI es el mundo.
• la inteligencia es múltiple, interco­nectada, cambiante, desarrollable y abarca no solo el cerebro, sino la mente, el cuerpo y el entorno.
Ofrecemos al individuo modelos, es­tímulos, oportunidades y ayuda para que él, con sus capacidades y volun­tad, desarrolle su identidad, talento y vocación siendo el centro del proceso.
Diseñamos, experimentamos y realiza­mos proyectos de innovación educati­va y social. Es el caso de Campus Talen­tia, una iniciativa educativa puesta en marcha en 2011 y que ya trabaja para la edición de 2012. Casi 100 jóvenes parti­ciparon en esta innovadora propuesta que ha dado como resultado la crea­ción de una comunidad online que si­gue relacionando a los asistentes.
Además, ponemos en práctica dife­rentes acciones que abarcan todos los ámbitos de la educación:
En el ámbito familiar: La Comunidad Promete y Tú Prometes.
En el ámbito educativo: Mi colegio Promete y Mi Aula Promete.
De ámbito global: Mi Territorio Pro­mete, Mi Colectivo Promete o Escuela Corporativa Promete.
Campus Talentia, un Campus de vera­no de desarrollo del talento creativo.
Ágora Talentia, evento anual de pre­sentación, debate y reflexión sobre buenas prácticas para el desarrollo del talento.
Promete es un proyecto que quiere aportar mejoras e innovación al de­sarrollo del individuo ya que es el in­dividuo el que debe llevar a cabo los cambios posteriores.