viernes, 5 de junio de 2015

Mi hijo, ¿consume drogas?

Matías Salazar Terreros, psicólogo.

Es una pregunta inquietante. Pero en la vida de la familia hay un momento especial. Es el día en que los hijos empiezan a salir solos a la calle. Ese día, en el co­razón de los padres, anidan dos sentimientos: alegría porque los hijos crecen. Y miedo por­que ya no saben ni controlan lo que hacen los hijos cuando es­tán solos. Miedo porque la calle está llena de peligros. Y entre los peligros de la calle está la temible droga.

En esta situación la duda es pun­zante, dolorosa. La duda genera angustia y desconfianza. Y la desconfianza mueve al registro de ropa, de enseres, de lugares y hasta del aliento de los hijos. Este registro no se debe hacer y además no hace desaparecer la duda ni tampoco el sufrimiento.

¡Si alguien nos ayudara a salir de la duda!

Para evitarte el dolor o al menos para atenuarlo ofrezco algunas pistas que en conjunto dan una respuesta probable. Un indicio o indicador al cien por cien se­guro no lo hay a no ser ver al hijo o hija “in fragantti”.

Estos indicios, que han de ser tomados en conjunto, son:

1.-Rinde menos en los estudios.
2.-Tiene más cambios de esta­dos de ánimo: tranquilo-airado; alegre- triste…
3.-Está más irritable: se enfada más veces por nada.
4.-Está menos comunicativo que antes.
5.-Dice más mentiras tontas: sin motivo. Miente más que antes.
6.-No cumple responsabilida­des que antes cumplía: deberes, puntualidad, higiene, alimenta­ción,...
7.-Está más rebelde, desobe­diente.
8.-Pasa menos tiempo en casa.
9.-El tiempo que está en casa, está más solo en su habitación, aislado.
10.-Tiene más peleas dentro y fuera de casa.
11.-Hay algún robo de dinero en casa.
12.-Falta más días a clase.
13.-Cambia de amigos.
14.-Tienes la impresión de que no conoces a tu hijo o hija.
15.-Piensa y dice que todos es­táis o están contra él o ella.

Tres avisos:

1.-Algunos de estos compor­tamientos se pueden dar en la adolescencia aunque el chico o chica no consuma o use drogas. Son manifestaciones de la pu­bertad. Los que más claramente señalan la probable presencia de drogas en su vida son los in­dicadores siguientes: el 1, el 5, el 6, el 9, el 11, el 12, el 13, 14. Los otros indicadores pueden deberse al mismo cambio de la pubertad.

2.-No te aterres. Serénate y bus­ca ayuda. Recorta este artículo, vete al colegio y que un profe­sor de tu hijo o hija te ayude a interpretar correctamente los indicadores.


3.-El que los hijos tengan pro­blemas entra dentro de lo nor­mal. Si te ha tocado la china no te acoquines. Busca un centro donde se pueda curar.

viernes, 8 de mayo de 2015

¿Quieres dar el primer paso en falso?

Matías Salazar Terreros, psicólogo. 

 1.- “La más larga caminata co­mienza por un paso”.

Este proverbio vale para mu­chos aspectos de la vida. Así se puede aplicar a aprender a leer, a escribir, a sumar, a dividir, a andar, a manejar el WhatsApp.

El proverbio vale igualmente para aprender que en la vida uno no siempre puede hacer lo que quiere. Quizá el primer paso de este aprendizaje fue el día que tu padre o tu madre te dijeron el primer NO o no consintieron que te fueras a la cama sin tu baño y la ¡montaste gorda!

Este proverbio se puede aplicar al difícil aprendizaje de hacer amigos y de lo sano que es te­ner al menos un amigo.

En muchos aspectos de la vida es verdad que la caminata más larga comienza por un paso. Y lo que acabas de leer es la parte más amable de esta teoría y vi­vencia, tan ampliamente expe­rimentada.

2.- Ahora bien, el mismo pro­verbio puede tener su lado te­mible y doloroso porque tam­bién es válido decir que la más destructora esclavitud de la droga puede comenzar por un paso, por un trago de alcohol, por un porro, por una pastilla. Es verdad que uno puede echar marcha atrás y no seguir por ese camino. Pero es igualmen­te cierto que nadie llegará a la adicción de la droga si no da el primer paso.

Con toda probabilidad, dada la cultura actual, más pronto que tarde cualquiera tendrá la oportunidad de decidir si comprar droga o no y, una vez comprada, si la consume o no. Es importante que la decisión no sea tomada contra su propia voluntad. Y para ello se necesita ser asertivo, superar el miedo a pasar por una “nena”, o a ser un “gallina” o “a estar bajo las fal­das de la madre” o “por el mie­do a quedarte sin amigos y sin poder salir de casa” y todo esto dicho o cantado por unos que se dicen amigos.

3.- Si la decisión tiene una di­ficultad grande, la ayuda que uno necesita es también gran­de. Uno puede contar con la ayuda de su propia familia y de unos amigos. Otro puede que no cuente con ninguna de estas ayudas. En este caso solo puede echar mano de sus propias fuer­zas. Para ello puede utilizar el “disco rayado” (DR) y “el banco de niebla” (BN). El DR consiste en responder siempre de la mis­ma manera y el BN consiste en aceptar como posible el ataque que te hacen pero negarse a hacer lo que te piden, que en este caso es dar el primer paso en el consumo de droga. Y para negarse no dar ninguna razón para ello. El recurso vale tam­bién para otros temas. A modo de ejemplo:

- Otro/s: ¡Anda, bebe! - Tú: No. No quiero beber.
- Otro: Venga; no seas “nenaza”, ¡no seas gallina!
- Tú: Es posible que sea un nenazas o un gallina, pero no quiero beber. (BN y DR)
- Otro: Venga, hombre, ¡bebe!
- Tú: No. No quiero beber. (DR)
- Otro: ¡Mira que eres cabezota y gili…!
- Tú: Es posible que sea algo cabezota y algo de gili… (BN) pero no quiero beber. (DR).
- Otro: ¡Mira que eres aburrido! ¡Venga, bebe!
- Tú: Puede que sea algo aburri­do. (BN) No quiero beber. (DR)
- Otro: Estás rayado, ¡eh! ¡Si no bebes vete a casita!
- Tú: Quizás esté algo rayado. (BN) No me iré a casa. No quie­ro beber. (DR)

Y así hasta que el otro u otros se cansen y no logren que des el primer paso en falso.

jueves, 9 de abril de 2015

Pensamiento y valores

Javier Navarro Algás, gerente de Fundación Pioneros.

Una de las asignaturas de las que conservo mejor recuer­do de mi etapa de estudiante es “Historia de la filosofía”. Me atraía la visión global que planteaba, muy útil para asomarse a la vida de las ideas sin la complejidad de entrar en detalle en el mundo de cada filósofo/a. Más adelante también he disfrutado con “El mundo de Sofía”, de Jostein Gaarder y la “Historia de la filosofía. Sin temor ni temblor”, de Fernando Savater, ambas en clave didáctica.
En el fondo hablamos de preguntarnos, pensar y elaborar respuestas individuales y colectivas a cuestiones esenciales, algo crucial en educación y que se da en todos los ámbitos de la vida, no únicamente en el escolar y formativo.
El entorno familiar ofrece muchas oportunidades para ello. Por mi experiencia, hay dos espacios que me parecen bastante apropiados para facilitar la generación de pensamiento y valores.
El primero de ellos es la mesa, donde la familia se encuentra con mucha frecuencia y puede abordar todo tipo de temas e inquietudes sin demasiadas distracciones. Allí, padres e hijos, tíos, primos, abuelos… podemos escucharnos y dialogar de manera distendida. El otro es el sofá, desde donde disfrutar de buenas películas fuera de la rutina cotidiana. A la fuerza de la palabra del primer espacio se une la enorme capacidad del lenguaje audiovisual para sugerir, despertar sensaciones y sentimientos que en otros contextos nos resulta costoso expresar.
Junto a lo anterior hay otra dimensión, complementaria y más poderosa aún, que es la ejemplaridad. Y es que el enraizamiento de valores en el interior de niños y jóvenes no puede quedar circunscrito a la esfera de las ideas; para que sea auténtico ha de ser vivido y compartido, y los adultos somos los modelos a imitar.
Volviendo a la filosofía, Marco Aurelio comienza su obra “Meditaciones” rememorando precisamente los rasgos más amables de aquellas personas que le influyeron, familiares y educadores. Una pequeña muestra: “De Máximo: el dominio de sí mismo y no dejarse arrastrar por nada; el buen ánimo en todas las circunstancias y especialmente en las enfermedades; la moderación de carácter, dulce y a la vez grave; la confianza de todos en él, porque sus palabras respondían a sus pensamientos y en sus actuaciones procedía sin mala fe…”
Soy de la opinión de que la crisis tan profunda que estamos atravesando tiene bastante que ver con la incoherencia entre los valores humanistas y cristianos que decimos son nuestros signos de identidad como sociedad y la práctica de los mismos en la vida cotidiana.

Los adultos tenemos la responsabilidad de facilitar a los niños y jóvenes las claves y el ejemplo necesarios para que aprendan a vivir -además del compromiso de dejarles una sociedad mejor-. Eso será la brújula que les permitirá orientarse fuera de su entorno conocido, discernir lo conveniente e ir trazando su propio camino, que sin duda tendrá sus riesgos y dificultades, pero que emprenderán con la confianza de haber sido bien equipados.

viernes, 6 de marzo de 2015

Por cada mujer...

Ana Calvo Ávarez, directora del programa Medidas Judiciales y psicóloga experta en violencia de género.

Pronto se conmemora el 8 de marzo para reivindicar la lucha que, desde hace ya más de un siglo, iniciaron las mujeres, primero defendiendo la igualdad salarial y condenando las condiciones inhumanas de trabajo, defendiendo el derecho al voto femenino y el fin de la explotación juvenil, organizándose para promover la igualdad de trato y calidad de vida que sus compañeros varones disfrutaban como derecho propio, legítimo y excluyente.

Las cosas no parecen muy diferentes ahora, donde a pesar de los avances conseguidos en el ámbito político, social o judicial, siguen existiendo desigualdades basadas en el género en todos los ámbitos sociales.

Queremos en esta jornada reivindicar el día de la mujer liberada, la mujer que tiene tiempo libre, la mujer que tiene vida propia, la mujer que tiene autonomía, la mujer que puede cultivar sus aficiones, la mujer que piensa en sí misma, la mujer que no se siente culpable por ser para sí misma, la mujer que no carga con el sostén emocional de las relaciones, la mujer que no se siente obligada a ser el sustento de la familia, la mujer que no carga con el trabajo que otros no realizan, en definitiva, la mujer de las otras batallas que quedan por ganar.

Es tiempo de soltar todos los costes de la feminidad tradicional. Por todo esto, hacemos un llamamiento a la celebración de la igualdad. Juntos, mujeres y hombres, que piensan que es de justicia ser corresponsales en lo privado y en lo público, para poder equiparar los sexos. Los hombres no pueden ser un freno en el camino hacia la igualdad, sino agentes activos de los cambios sociales a favor de una sociedad más ética, justa y democrática. El cambio es necesario porque con el sistema patriarcal actual perdemos todos y todas. Cuando hablamos de igualdad entre hombres y mujeres, lo primero que se nos viene a la cabeza son las diferencias entre unos y otras. Y no son tanto las diferencias sino las desigualdades sobre las que se tiene que poner el acento a la hora de trabajar a favor de la igualdad. Al equiparar diferencias con desigualdades, se invisibiliza el plus de sufrimiento y subordinación que el modelo tradicional impone a las mujeres. En palabras de Bonino, Lozoya, Leal y Szil, “si queremos que las cosas cambien y desaparezcan las desigualdades dejé¬monos de autocomplacencias masculinas y asumamos nuestras responsabilidades”. Estos autores presentaron un texto para la reflexión:

“Por cada mujer cansada de tener que aparentar debilidad, 
Hay un hombre que disfruta de protegerla esperando sumisión. 
Por cada mujer cansada de tener que actuar como una tonta, 
Hay un hombre que aparenta saberlo todo porque eso le da poder. 
Por cada mujer cansada de ser calificada como “hembra emocional”, 
Hay un hombre que aparenta ser fuerte y frío para mantener sus privilegios. 
Por cada mujer catalogada de poco femenina cuando compite, 
Hay un hombre al que no le importa pisar a quien sea con tal de ser el primero. 
Por cada mujer cansada de sentirse un objeto sexual, 
Hay un hombre que disfruta utilizando a las mujeres para su placer. 
Por cada mujer que se siente atada por sus hijos e hijas, 
Hay un hombre que disfruta de tiempo libre a su costa. 
Por cada mujer que no ha tenido acceso a un trabajo o salario satisfactorio, 
Hay un hombre que se aprovecha del trabajo gratuito hecho en casa y que no mueve un dedo para reivindicar la igualdad de derechos laborales de la mujer. 
Por cada mujer que desconoce los mecanismos de un automóvil, 
Hay un hombre que cuando llega en coche a casa tiene mesa y mantel puesto. 
Por cada mujer que da un paso hacia su propia liberación, 
Hay un hombre que tiene miedo de perder su lugar privilegiado ante ella. 
Por cada mujer que es víctima de violencia en el hogar, 
Hay un hombre que la ejerce y lo niega presentándose como víctima de las “provocaciones” o el “abuso psicológico” femeninos y muchos otros que miran hacia otro lado en un silencio cómplice. 
Por cada mujer que confía en que los hombres quieren la plena igualdad de derechos, 
Hay cientos de hombres confiando en que “todo cambie un poco para que todo siga igual”.

viernes, 6 de febrero de 2015

Ampliando el foco: una lectura relacional de la violencia filio parental

En los últimos años estamos ob­servando un interés creciente por lo que parece un nuevo fenó­meno de violencia en el ámbito familiar: Violencia Filio Parental (VFP). Un fenómeno complejo ante el que surgen muchas pre­guntas y cuestionamientos. Las agresiones de los hijos e hijas a sus progenitores se están convir­tiendo en motivo de alarma so­cial. Ocupan numerosos titulares en los medios de comunicación, además de ser el foco de aten­ción de un mayor número de in­vestigaciones y de programas de atención.

En España, según datos ofrecidos por la Fiscalía General del Estado, se producen cerca de 5.000 de­nuncias cada año por violencia filio parental. Una cifra que se ha mantenido constante desde que experimentó un crecimiento sig­nificativo en 2006. Boris Cyrulnik (2005) señala una incidencia va­riable: 1% en familias francesas, 4% en familias japonesas y el 6% en estadounidenses.

Iniciativas como el Programa Re-Encuentro: Intervención en Situaciones de Conflicto Familiar, que Fundación Pioneros lleva a cabo en colaboración con el Go­bierno de La Rioja, trabaja desde el 2012 el abordaje de la violen­cia filio parental desde el marco judicial en medio abierto. Desde el programa Re-Encuentro se han atendido a 36 familias en un con­texto terapéutico impuesto por el juez que no implica privación de libertad para el menor.

La causalidad lineal que esta­blece el marco judicial respecto a la responsabilidad de la con­ducta violenta dificulta la visión circular del juego relacional que observamos en terapia, ya que los progenitores tienden a desresponsabilizarse de la res­puesta que dan a las conductas violentas. El objetivo general del Programa Re-Encuentro consiste en favorecer la colaboración de cada uno de los miembros de la familia para generar cambios en su dinámica relacional para que sea innecesaria la conducta vio­lenta. 

Algunas de las premisas con las que abordamos el fenó­meno son: la consideración de la familia como protagonista del cambio y fuente de solución, la creencia de que la familia tiene los recursos necesarios para solu­cionar esta problemática a pesar del hartazgo y otras dificultades. En la práctica terapéutica nos encontramos con que el proble­ma inunda la vida familiar. Una de las estrategias que ponemos en marcha desde un primer mo­mento, es promover la eficacia de quien nos consulta a través del conocimiento de sus fortalezas. Empezamos a “buscar pepitas de oro en el lodo de los problemas” (Beyebach, 2006). Por eso, desde la primera entrevista se plantea cambiar el foco de intervención hacia aquellos elementos resca­tables de la relación. Ellos son los protagonistas del cambio y se considera a cada miembro de la familia como fuente de solución, proporcionándoles una lectura relacional de la problemática, identificando las conductas sin­tomáticas y proponiendo alter­nativas a las mismas, mejorando la capacidad de comunicación y cooperación entre los miembros del sistema, y trabajando sobre la restauración del vínculo, es­tablecimiento de normas claras y adecuadas para restaurar la je­rarquía familiar.


La VFP es un reto en el que está implicada toda la sociedad. En­tendemos que requiere una res­puesta global que pasaría por la implicación de las administracio­nes públicas promocionando los recursos necesarios para ofrecer soluciones a este fenómeno. Desde los medios de comuni­cación ofreciendo un enfoque constructivo de la problemática evitando los sensacionalismos. Favoreciendo la colaboración de la escuela con las familias en­contrando el equilibrio necesario entre protección y educación, así como empoderando a los proge­nitores, y fomentando en los y las jóvenes procesos de aprendizaje transformadores.

jueves, 8 de enero de 2015

Amor bancario

Miguel Loza Aguirre. Pedagogo y asesor de Educación de Personas Adultas en el Berritzegune de Vitoria.

El gran educador brasileño Paulo Freire acuñó el término de “Educa­ción bancaria”. Con esa expresión quería denunciar que muchas veces la educación, en vez de ser comu­nicación y diálogo, se convierte en un depositar contenidos por parte del educador en la mente del edu­cando. De esta forma, la educadora o el educador es el sujeto de la edu­cación y el educando en un mero objeto, algo que hay que llenar. Esta visión supone, además, que el educando, si hace rentable ese depósito, obtendrá los beneficios correspondientes, tal como ocurre cuando depositamos o invertimos nuestro dinero en un banco.

Partiendo de este concepto, se me ocurrió pensar que se podría tras­ladar al campo del amor en sus di­ferentes manifestaciones. Y es que, en bastantes ocasiones, podemos constatar que en el amor algunas personas son sujetos y otras son meros objetos. Esto se puede dar en las relaciones entre padres e hijos y entre las de hombres y mujeres, tengan estos la edad que tengan. En ocasiones, los padres y las madres consideran a sus hijos e hijas como meros objetos y en otras, y hoy cada vez más, son los hijos los que consi­deran a sus padres y madres como objetos de los que se pueden apro­vechar. El maltrato, el abandono infantil o la violencia ejercida sobre los padres por parte de los hijos son la expresión más extrema de esa consideración del otro como cosa, como objeto. Qué decir cuando las relaciones son entre hombre y mu­jer o entre chico y chica. Cada día es más frecuente oír aquello de que la otra persona, el chico o la chica, es para usar y tirar; o aquello de “aquí te pillo y aquí te mato”. La violencia de género es, en este caso, la expre­sión más radical de ese ver al otro o a la otra como una cosa. Ahora bien, esa consideración del otro como algo desprovisto de humanidad lle­va, no solo a ejercer la violencia física sobre ella, sino a ejercer también la violencia psicológica aprovechán­dose de ella.

Hay padres que ven en sus hijos, yo diría que fundamentalmente a sus hijas, una inversión, un seguro para su futuro, alguien que les cuidará cuando sean mayores. Otras veces son los hijos los que tratan de apro­vecharse de sus padres, los que uti­lizan el afecto o, mejor dicho, chan­tajean afectivamente a sus padres para conseguir determinadas cosas. Y esto puede ocurrir también en las relaciones entre hombres y mujeres. El hombre puede creer que por ha­ber amado tiene unos derechos so­bre su pareja y la mujer, de la misma manera, puede pensar lo mismo. Y, sin embargo, nada más alejado del amor.

El amor, si es que lo es, nunca puede ser bancario. Una madre, un padre, si aman realmente a sus hijos e hijas, viven desde su maternidad o desde su paternidad un pequeño drama, porque ven que ese amor creciente que dan a sus hijos e hijas no es para que se queden a su lado, sino para que vivan su vida, para que vayan construyéndose como personas y emprendan el camino que hayan elegido. Algo parecido debería ser el amor de los hijos hacia sus padres. Un amor que no se sustentara en la dependencia de sus progenitores, sino en una construcción libre de sus vidas. Y si hablamos de hombres y de mujeres, de chicos y de chicas, el auténtico amor sigue basándo­se en la igualdad y en la libertad. Siempre he pensado que amar a una persona es, entre otras cosas, ir tejiéndole unas alas de libertad para que vuele donde ella quiera y para, en su caso, pueda romper todas las ataduras que tuviera, incluso si en un momento determinado, una de esas cadenas fuese el tejedor de su libertad. Así pues, amar a una per­sona es darle la libertad para que te quiera desde esa misma libertad. No quisiera amar a nadie por considera­ción, por obligación, por algo que no fuese amor. Y tampoco quisiera que la persona que me amase no lo hiciera desde su libertad, porque sé que si así fuese, ya no sería amor lo que sentiría por mí. Entonces sería yo el que, desde mi amor, aunque me partiese el alma, le recordaría que ha sido mi cariño el que le ha tejido esas alas de libertad para que pueda volar lejos de mí, a donde quiera. Eso es, para mí, el amor.

viernes, 5 de diciembre de 2014

¿Por qué existe violencia contra las mujeres?

Ana Calvo Álvarez. Educadora social de Fundación Pioneros y psicóloga experta en violencia de género.

Resulta complicado entender de dónde surge la violencia contra las mujeres en un contexto en el que se censura la desigualdad gracias a las diferentes leyes (formales) que condenan las manifestaciones vio­lentas. Para entender con qué idea correlaciona la violencia de género, Ana de Miguel explica que “cuando hacemos algo es porque pensamos que es positivo o bueno. Si no lo conceptualizásemos como tal, no lo haríamos”. Cuando un hombre pega a una mujer es porque ha definido positivamente esa acción y se cree con derecho a realizarla. Definir fa­vorablemente una acción como “se lo merece” o “me duele a mi más que a ti” implica acabar creyendo-te con derecho a agredir a una mujer, en este caso.

Entendiendo el fenómeno…
El comportamiento de una persona racista comparte los mismos ele­mentos que un hombre que agrede a una mujer. Es decir, una agresión por motivos racistas implica una ideología que la sustenta. A pesar de que no se llegue a materializar, a pesar de que no se llegue al acto (agresión), existe una ideología que la sustenta. ¿En qué se basa el com­portamiento que justifica el colo­nialismo? En la ideología de la supe­rioridad y adherencia a una serie de privilegios. En el caso de la violencia contra las mujeres, en el machismo o patriarcado. Pero ¿cómo es posible que hombres pudiendo hacer uso de tales privilegios no los ejerzan? Según Esperanza Bosch, depende de “tomas de conciencia: ¿quiero ser ese tipo de hombre?”... El hombre que no se aprovecha de ellos y que se cuestiona la legitimidad de su uso re­presentaría el 3% de los hombres eu­ropeos que se pueden definir como igualitarios. Sin toma de conciencia no hay avance. Este es el gran reto. Si las leyes ya mencionadas fueran rea­les, no hablaríamos de más de 9 mi­llones de mujeres europeas víctimas de violación o de que una de cada 5 españolas de más de 15 años (22%) ha sufrido violencia física o sexual (datos reflejados en el informe que España encargó a la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, FRA en el 2010 y que se han publicado re­cientemente). Estos datos muestran que cambios relativos a la igualdad entre los sexos son “más cosméticos que reales”. Esperanza Bosch señala además que “la vigencia de los mitos del amor romántico correlacionan con la tolerancia de la violencia en las relaciones de pareja, visión reforzada por el entorno y hecho que evidencia que la sociedad no percibe la grave­dad del tema”.

¿Dónde estamos hoy?
Si comparamos nuestra vida con la de nuestras abuelas el balance es positivo. Hoy se puede hablar de mujeres empoderadas, de mu­jeres en el espacio público, de co­rresponsabilidad, etc. Si miramos hacia atrás podemos estar conten­tas, pero no tendríamos que estar satisfechas. Deberíamos plantear­nos cómo estamos en relación a los hombres. Hoy resultaría motivo de censura que un profesor mantu­viera un discurso sexista en el aula, pero en el ámbito de la creación artística, la ficción, series de TV, canciones de rap, coplas, juguetes, cuentos infantiles, el mundo de las princesas y el rosa y el azul, etc. no se dejan censurar.

Los errores fundamentales en tor­no a la igualdad tienen que ver con IGUALARSE CON en vez de IGUA­LARSE ENTRE. La igualdad no pasa por hacer las mismas cosas hombres y mujeres o equiparar los riesgos de unos a otras, la igualdad tiene que ver con la igualdad de trato, de oportunidades, significados, poder y valor. Si no se da alguna de estas ca­racterísticas, hay discriminación.


No somos idénticos pero podemos ser iguales en derechos y opor­tunidades. Caminaremos hacia la igualdad si evitamos la socialización sexista y cuando entendamos que no hay cosas de chicos o de chicas, sino que son “patrimonio de la hu­manidad” (Elena Simón). Para esto es fundamental educar en la com­patibilidad de roles. Queda un largo camino por recorrer hasta alcanzar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. La sociedad española está todavía impregnada de estereoti­pos y roles de género que colocan a las mujeres en una posición de des­ventaja con respecto a los hombres y dificultan el disfrute completo de sus derechos. El proceso es difícil y largo porque los cambios culturales necesitan de décadas. Por eso es importante apoyar las medidas que hagan posible la presencia de las mujeres en los espacios públicos y la toma de decisiones.