viernes, 5 de abril de 2019

Hablemos de coeducación


María Ruiz Chueca. Mentora de adolescentes en riesgo en Espacio Ariadna. FAIM.

La igualdad entre hombres y mujeres ha sido, y sigue siendo una preocupación dentro del sistema educativo. Esto ha hecho que cada vez más centros traten de buscar un hueco para trabajar la igualdad de género en las aulas y avanzar poco a poco hacia la coeducación real. Es además un tema que tiene un alto impacto social, como pudimos comprobar en la manifestación del 8 de marzo de este año y del pasado año 2018, cuando las calles se tiñeron de morado.

Por todo ello, los y las profesionales de la educación debemos plantearnos cómo trabajar para que la equidad sea real y no se quede sólo en el papel. Para conseguirlo, es esencial que seamos conscientes de los avances de los derechos de la mujer alcanzados hasta la fecha, además de ponerlos en valor, ya que posibilitan, entre otras cosas, que yo esté escribiendo esto hoy.

Si nos referimos a los cambios sociales, es interesante saber, por ejemplo, que en 1872 se matriculó la primera mujer en la Universidad, pero que hasta 1910 no se permitió el acceso a la universidad de las mujeres sin un permiso especial de las autoridades académicas.

Si hablamos desde el punto de vista legislativo, desde la aprobación de la Ley General de Educación en 1970, ésta es un derecho gratuito, con currículos iguales para hombres y mujeres. Sin embargo, hoy en día, las leyes de educación no son ni siquiera del todo inclusivas en este aspecto, como demuestran informes nacionales y europeos (Véase por ejemplo, el análisis de la CEDAW sobre la coeducación en la LOMCE).

Desde los Equipos y Departamentos de Orientación tenemos mucho que decir al respecto y debemos trabajar de manera conjunta y en la misma dirección que el equipo docente. Hoy en día, en la mayoría de los centros educativos se interviene por programas, lo que permite trabajar diferentes áreas que promuevan el desarrollo integral del alumnado. Los y las docentes ya no son poseedores absolutos del conocimiento, cuyo papel es instruir al alumnado, sino que se avanza hacia un modelo educativo en el que guíen a los alumnos y las alumnas en su propio aprendizaje. Pero, ¿pasa lo mismo con los valores como la igualdad de género? Desde las leyes de educación, se trata de promover entre el alumnado el pensamiento crítico y los valores sociales y cívicos necesarios para el avance social. Pero hay algo que falla cuando las cifras de violencia de entre ellos mismos, con la pareja y en el entorno familiar no descienden.

Deberíamos centrarnos en la coeducación como un modelo que nos haga avanzar en ese sentido, yendo más allá de reflexiones puntuales sobre la igualdad en días concretos, como el 8 de marzo o el 25 de noviembre. ¿Sabéis que la presencia de mujeres en los libros de texto es de un 12,8%? ¿Os habéis fijado en que las ilustraciones de los libros de texto siguen reproduciendo los roles tradicionales de género? ¿o incluso que el patio está distribuido de manera que el campo de fútbol, normalmente sitio habitual de juego para los niños, está situado en el centro de los recreos?

Me gustaría aprovechar este espacio para animar a los y las profesionales de la educación a formarse en la educación inclusiva, compartir nuevas maneras de intervenir y tratar de promover en los centros, no sólo programas de igualdad sino también, una nueva manera de educar, en la que los alumnos y las alumnas tengan las mismas oportunidades independientemente de su género.

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