miércoles, 14 de febrero de 2018

JULIÁN REZOLA TRAPERO. Creador de la educación de calle en España, desarrollada en el Movimiento Pioneros.

Emiliano Navas. Editor

Julián Rezola Trapero nació en Logroño en el año 1943, en la plaza del Mercado, en el seno de una familia muy humilde. Fue un hombre de acción abierto a dis­tintos frentes: aprendiz, mecánico ajus­tador, emigrante, educador en los ba­rrios de París de los hijos de inmigrantes españoles, sindicalista, dirigente de la JOC en La Rioja, estudiante de las ideas pedagógicas en la Universidad de Vin­ncennes, comunista, socialista, ácrata, obrero en Potasas de Navarra y educa­dor y creador de una pedagogía social.

Pasó su infancia y primera juventud en el barrio de Yagüe. Este barrio fue construido para paliar el hacinamiento existente en Logroño por la inmigra­ción del campo a la ciudad después de la guerra civil.

Julián Rezola tuvo la suerte de dejar­se guiar en su adolescencia por dos personas trascendentales: José Luis Álvarez, un deportista que le inició en el atletismo y en la Juventud Obrera Ca­tólica (JOC), y el cura Honorio Cadarso, en aquel entonces consiliario de la JOC, con quien empezó a conocer los méto­dos de análisis social.

En 1962, con diecinueve años, emigró a Francia. En París tomó contacto con asociaciones educativas dedicadas a la reinserción de jóvenes marginados, y fue educador en barrios de emigrantes españoles, llamándole la atención el trabajo que algunas instituciones rea­lizaban en el propio contexto donde habitaba el joven. Vivió intensamente, y desde su posición de emigrante espa­ñol, los sucesos del Mayo del 68 francés.

Al no renovarle el permiso de trabajo regresó a Logroño. Con el apoyo de Ra­fael Ojeda -el cura de Yagüe, que llegó al barrio en 1963- crea el Club Juvenil Pioneros bajo su amparo y de forma clandestina, porque estaba prohibido el derecho de reunión, en los locales de su iglesia. Julián fue un hombre com­prometido con su tiempo, heterodoxo, respetuoso con el educando, pertene­ció a la estirpe de los que quieren trans­formar la sociedad, no administrarla, y adquirió la responsabilidad de ser el primer secretario general de la UGT de Navarra en democracia (1976-1977).

Su principal legado ha sido poner a dis­posición del niño y del adolescente con dificultades unas estrategias de análisis que le permiten entender lo que está sufriendo, y dotarle de herramientas para que pueda interactuar y cambiar su situación, tanto desde su Yo perso­nal como desde su Yo social. Ser suje­to activo significa ser el hacedor de su propia vida y tener capacidad para no destruirse en el camino. Es lo que con el tiempo ha llegado a nuestras univer­sidades con el nombre de Educación Social, pero que en España, desde 1968 y gracias a Julián Rezola, se ha conocido como Educación de Calle.

Fue un educador innovador, criticado y crítico sobre todo con los de su lina­je socialista, cofundador en 1978 de la Fundación Bartolomé de Carranza en Pamplona, e impulsor en 1986 del pri­mer taller-escuela de reciclaje de obje­tos usados en Logroño, creando así un aula de compensatoria para chavales absentistas.

Potenció que el Movimiento Pioneros se desarrollase también en casi todos los barrios de Pamplona, Logroño y Oviedo. El pedagogo Faustino Guerau de Arellano, fundador de los Colecti­vos Infantiles y Juveniles de Barcelona, junto con el periodista José María Plaza, redactaron el primer libro que reco­ge esta pedagogía vital, con el título Pioneros, una experiencia educativa (1982). En 1985, se realizó una segunda edición, y en 1989 varios educadores y Julián Rezola escribieron un libro ya clásico en la profesión: Pioneros, educación en libertad. Un modelo de intervención educativa en medio abierto.
Fue un biófilo cercano a los jóvenes y con una gran capacidad de adapta­ción. Televisión Española se interesó por la experiencia y el director de Vivir cada día, Pedro Pérez Oliva, realizó en 1986 un documental sobre Pioneros visualizado por catorce millones de españoles. En 1988 se trasladó a Barce­lona y allí en el barrio de Ciutat Vella en­tró en contacto con “cabezas rapadas” desarrollando la primea actividad edu­cativa en España con estos jóvenes. Varias conferencias recogen su modo de hacer en Barcelona, una experiencia educativa y vital donde estos chavales podían encontrar a un receptivo Julián.


Falleció el 9 de octubre de 2009 en Bar­celona, a los 66 años, tras una larga en­fermedad. Un mes y medio después, el 26 de noviembre, sus amigos y deudo­res le rindieron un homenaje cívico en la Universidad de La Rioja en el que el escritor y cantautor Jesús Vicente Agui­rre cantó No te canses, compañero, del repertorio de Carmen, Jesús e Iñaki, máximos exponentes de la canción-testimonio en La Rioja durante la Tran­sición, con letra de Julián Rezola.

1 comentario:

  1. Hermoso artículo que resume la enorme trascendencia de Julián en el quehacer educativo y social de tantas personas que nos dedicamos a acompañar a adolescentes y a jóvenes.
    Gracias,
    Eva

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