viernes, 16 de septiembre de 2011

Emociones y educación

Jesús Vélez Valle. Educador de Fundación Pioneros.

En Fundación Pioneros centramos nuestro trabajo educativo en los adolescentes y jóvenes desde una perspectiva integral, entendiendo al adolescente como una realidad bio-psico-social en constante desarrollo.
Dentro de esta consideración dinámica de la persona, los profesionales que trabajamos en el ámbito de la educación necesitamos conocer además de la naturaleza de los procesos de desarrollo físico-motor, cognitivo y lingüístico los procesos de desarrollo afectivo y social y la forma de intervenir para mejorarlos.
En nuestra relación con los adolescentes observamos diferencias individuales significativas. Diferencias en el modo de integrar cambios personales, afrontar distintas situaciones más o menos estresantes y en definitiva vivir de una u otra manera el proceso de aprendizaje y construcción de la identidad personal.
Con el objetivo de entender y dar respuesta a los desajustes que producen los cambios característicos de un periodo vital como la adolescencia, consideramos interesante tener en cuenta el desarrollo emocional. Un patrón de actuación educativa que incluye validar las emociones de los adolescentes, empatizar con ellos y ponerse en su lugar, ayudar a identificar y nombrar las emociones que están sintiendo y regular su expresión.
Validar las emociones, acoger al joven con sus sentimientos y circunstancias es un valioso punto de partida en la intervención educativa. Considerar la funcionalidad y utilidad de las emociones subyacentes a las conductas particulares de cada joven, propicia una relación de respeto hacia su propia identidad.
Al trasmitir que somos capaces de entender sus conductas, circunstancias sociales, motivaciones, ideas e intereses sin que necesariamente las compartamos o aprobemos propiciamos un trabajo conjunto de construcción de su propia identidad. Debemos tener en cuenta que cuando proponemos un cambio debemos ofrecer otras posibilidades que sean capaces de llenar ese espacio que se deja sin contenido. Para ello no pensamos en propiciar un cambio forzado desde fuera sino en favorecer el interés del joven por su propio conocimiento y desarrollo.
Cuando somos capaces de darle nombre a algo, esto empieza a existir, a ser validado, cuestionado o modificado en función del análisis que hagamos de dicho hecho y de la percepción del mismo en términos de utilidad, conveniencia…
Cuando un joven es incapaz de identificar qué es lo que siente cuando expresa una conducta, es muy probable que se justifique desde la impulsividad, irresponsabilidad, inconsciencia….El deber del educador es ser una especie de espejo que le permita poner nombre a toda una serie de emociones y sentimientos que están detrás de los hechos observables.
Todas las emociones son valiosas, sin embargo su manifestación no siempre es funcional. La educación debe proporcionar herramientas que permitan al joven modular tal expresión. Al adolescente que pasa en un periodo cortísimo de tiempo de la euforia al abatimiento no se le puede pedir que deje de sentir de tal manera pero sí que debe tener a su disposición unos referentes que le proporcionen, como hemos señalado anteriormente, un patrón adecuado de actuación educativa emocional, base y fundamento de su propio desarrollo como persona.

lunes, 12 de septiembre de 2011

¡QUÉ BUENO ES LEER! AVISO PARA NO LECTORES


Mª Ramos Corral Rodríguez. Socia de La Casa de Tomasa.
En eso todos estamos de acuerdo: ¡qué bueno es leer! Padres, madres, docentes, expertos, pedagogos, sociólogos, investigadores, Administración, empresas, políticos, Movimiento 15M, grupos juveniles, tertulianos de radio y televisión y muchos más.
Fíjate, será de los pocos temas que en Educación estamos de acuerdo un gran sector de la población adulta. Puede ser que nosotros como adultos no leamos (solo el 54% de población mayor de 14 años se declara lector y, si acotamos más la edad, se lee menos), pero lo que sí tenemos claro es que leer es bueno, muy bueno.
Pero ¿para qué es bueno? ¿Por qué una población no lectora se empeña que los niños y jóvenes lean?
Veamos qué nos dicen los expertos, por ejemplo El Equipo Peonza en su libro “El rumor de la lectura” (Anaya, 2001):
Leer como búsqueda: de información, de formación, de deleite. Cuando queremos fantasear, evadirnos o disfrutar; cuando necesitamos algún tipo de información para aprender, reflexionar o actuar, lo buscamos con frecuencia a través de la lectura.
La lectura como apuesta social y participación ciudadana. Es una vía de acceso y de permanencia en la cultura. La lectura habitual es una fuente de promoción individual y social. Verdadero antídoto contra el analfabetismo funcional, la pobreza del lenguaje e incluso la pobreza de pensamiento. Las destrezas que exige el dominio de la técnica lectora (descripción, comprensión, clasificación, abstracción) son las bases de los aprendizajes escolares.
La lectura como promoción individual permanente. Posibilita una permanente formación intelectual, afectiva, estética y moral a quien practica la lectura asiduamente. Contribuye a despertar la imaginación, fomentar la sensibilidad, provocar la reflexión y cultivar la inteligencia. La lectura estimula y orienta la creatividad, educa y potencia las capacidades mentales. Contribuye a conformar y estructurar el pensamiento así como a provocar el razonamiento. Su acción continuada apunta hacia una auténtica formación integral y permanente.
La lectura no es una habilidad más, sino una de las más decisivas para madurar psicológicamente.
Conseguir ciudadanos lectores debe ser uno de los objetivos primordiales. El hábito lector modelará el talante cívico y cultural de la persona.
Por eso debemos hacernos todos más lectores, todos los días y en cualquier soporte, de manera individual y/o colectiva (club de lectura, tertulias dialógicas, talleres para el fomento de la lectura, talleres de escritura, leyendo a nuestros hijos).
Y, sobre todo, lo que reivindico es la lectura como ese placer que proporciona a quien lo realiza. La lectura así entendida se convierte en un fin en sí misma, no en un medio. La preocupación por hacer algo “útil y práctico” con la lectura desvía e impide su posible acción sobre nosotros, distrae el que suceda algo en nosotros.
Dejemos que la lectura nos trabaje por dentro, haga algo en nosotros, nos transforme y nos haga crecer. Disfrutemos de la lectura y seamos ejemplos vivientes para nuestros jóvenes de ese gusto por la lectura, no seamos meros teóricos sobre los beneficios de esta práctica.


lunes, 5 de septiembre de 2011

Educación en medios- medios para la educación


José Manuel Valenzuela Pareja. Educador de Fundación Pioneros.
Youtube, Internet, tuenti, twitter, facebook, picasa, flickr, open-office, software libre, vimeo, correo electrónico, redes sociales, comunidades virtuales, pdf, blog, web 2.0, link, descargar y un largo etc… seguro que interminable, pero ¿qué es esto? te suena ¿verdad? ¿sabes de qué va? ¿los utilizas a menudo?
El mundo está cambiando, y en esto Internet y las nuevas tecnologías ya llevan bastantes años revolucionando el paradigma de la comunicación entre personas, empresas, organizaciones sociales, centros educativos, y otros espacios. Solo tenemos que ver la influencia que han tenido en las revueltas de los países árabes o sin ir más lejos las múltiples asambleas en las plazas que se empezaron a convocar a través de las redes sociales en España.
Cuando hablamos de educación, ya sea formal, no formal e informal esta ya no puede hacerse la sorda, la ciega o la muda frente a la realidad. Y la realidad es que el alumnado es nativo digital, es decir, ya han incorporado las nuevas tecnologías de una manera semejante a como lo hicimos quienes nacimos con la tele a color o el teléfono.
En educación se hacen grandes esfuerzos por aparentar migrar del paradigma de la tiza y la pizarra al ordenador personal y la pantalla táctil, y muchas personas piensan que con introducir cuatro ordenadores en un aula (o uno por alumno/a) ya hemos creado la escuela 2.0, y ello supone en mi opinión un gran error. Y gran error no porque hayan invertido recursos en ordenadores, sino porque no se ha realizado la inversión principal para realizar escuelas 2.0, que es formar al profesorado y a profesionales de la educación en este modelo. Podemos tener en nuestro país la mejor tecnología en aulas y otros recursos educativos, pero éstos están infrautilizados y mal aprovechados.
Lo interesante y sobre todo lo difícil, es realizar lo que el pedagogo francés Célestin Freinet ya hizo con la imprenta hace más de un siglo, y es hacer pedagogía utilizando los medios que tenemos a nuestra disposición. Reflexionar, promover y poner en práctica aquellas herramientas y métodos que nos permitan revolucionar el proceso de aprendizaje para hacerlo más atractivo y más dinámico, para que se acerque a los deseos, necesidades y realidad de los y las jóvenes. Además debe servirnos de resorte para aprender a aprender y para transitar de esta manera del profesor que enseña y que concentra el saber, al profesional de la educación que facilita el aprendizaje, hace de puente o de nodo entre puntos del saber, guía los intereses del alumnado, conecta los saberes con la experiencia, vincula las emociones con los sentidos, y aprende a poner estas emociones a disposición del proceso educativo.
Lo relativamente fácil es transmitir los contenidos de la manera en la que Paulo Freire denominó educación bancaria, es decir, llenar las cabezas del alumnado presuponiendo que están “vacías” a modo de un banco en el que uno “deposita” conocimientos y se despreocupa. Lo complicado es hacer de la educación un arte en el que aprenden mutuamente quien educa y quien es educado, donde no sólo aprendemos contenidos, sino que también aprendemos a relacionarnos, a expresar nuestra emociones, a compartir sin competir creando aprendizaje cooperativo, a tolerar, y en definitiva a disfrutar. El medio de la educación es cada día más los “medios de comunicación”, y debemos decidir si queremos estar en este medio. Los/as jóvenes ya lo han decidido.

lunes, 29 de agosto de 2011

Cien figuras españolas


Javier Navarro Algás. Gerente de Fundación Pioneros.
Últimamente los medios de comunicación han reflejado la polémica generada a propósito de la publicación del Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia.
Esta noticia me ha traído a la memoria un pequeño libro titulado “Cien figuras españolas” que mi padre guardaba de sus tiempos como escolar.
Debía contar yo con nueve o diez años cuando lo descubrí y comencé a mirar las fotografías que encabezaban cada página y a leer las que me parecían más atractivas. A mi mente acuden las imágenes de Séneca, Trajano, Gonzalo Fernández de Córdoba, Legazpi, Cabeza de Vaca, María Pita, Miguel Servet, Goya, Isaac Peral… También aparecía un santo dedicado a la enseñanza, San José de Calasanz.
Al “santo viejo”, que es como sus compañeros escolapios y quizá los vecinos de la Roma de 1600 llamaban cariñosamente a aquel anciano que había sido amigo de Galileo, innovador y pionero de la escuela popular y  gratuita y que seguía activo a pesar de su muy avanzada edad –falleció a los 92 años-, pienso yo que debo gran parte de mi vocación profesional.
Todo lo anterior aplicado a la educación tiene que ver con la importancia de buscar en la historia aquellos personajes que recorrieron antes que nosotros parecidos caminos y que dejaron su sabiduría a nuestra disposición.
Figuras de la historia contemporánea, no tan alejados de nuestras preocupaciones y modo de ver la vida, como Johann Pestalozzi, Lorenzo Milani, María Montessori, Ben Lindsey, Robert Baden-Powell, Anton Makarenko, Francisco Giner de los Ríos, Henry Joubrel, Alexander Neill, Fernand Deligny, Paulo Freire… entre otros están esperándonos.
Podemos acercarnos a ellos de primera mano, a través de sus obras escritas, o por atajos como Wikipekia si uno dispone de poco tiempo.
Haciendo un estudio comparativo encontraremos muchas similitudes metodológicas; también diferencias que se explican por el contexto histórico, ideológico y personal de cada uno. Pero en todos ellos el mismo interés por extraer de cada niño, adolescente, joven, lo mejor, por procurar su felicidad y por proyectarlos hacia la sociedad.
Recientemente asistí a una conferencia impartida por el profesor y catedrático Ramón Flecha, sobre Comunidades de Aprendizaje. Percibí pasión en las “historias de vida de chicos y chicas” con las que ilustraba su exposición.
Y aunque nuestros tiempos son más bien de trabajo en equipo, de redes, de alianzas que de figuras históricas, esa pasión es para mí la mejor prueba de que la educación sigue siendo un campo atractivo, necesario y donde todos podemos contribuir.

martes, 23 de agosto de 2011

LA COEDUCACIÓN EN NUESTRO CONTEXTO EDUCATIVO


Eva María Lacarra Córdova. Educadora Social y Pedagoga.
Cuando escuchamos la palabra coeducación suelen surgir diversas reacciones pues nos estamos refiriendo a un tema controvertido y muy importante en la formación de nuestros hijos e hijas. Los hay que se extrañan porque no saben qué significa exactamente; hay quien piensa que en nuestros tiempos no hace falta reivindicar la educación en igualdad porque las escuelas ya son mixtas y niñas y niños se educan conjuntamente; y finalmente, hay quienes pensamos que aún nos queda mucho trecho por recorrer hasta conseguir una educación igualitaria que no genere discriminación y no reproduzca los estereotipos de género existentes.
Para entender bien el significado de la coeducación como modelo pedagógico, es importante diferenciar primero entre dos conceptos, el de sexo y el de género. Al hablar de sexo, nos referimos a las diferencias biológicas (anatómicas y fisiológicas) entre hombres y mujeres que hacen posible la reproducción. Son universales y coinciden en todo tiempo y cultura. El género es la construcción cultural que hace una sociedad a partir de las diferencias biológicas. Mediante esta construcción se adscriben cultural y socialmente aptitudes, roles sociales y actitudes diferenciadas para hombres y mujeres, atribuidas en función de su sexo biológico. Estos roles asignados suelen visualizarse como naturales cuando en realidad son producto de nuestra cultura, y será durante nuestro proceso de socialización cuando los adquiramos.
La escuela es uno de los agentes de socialización que contribuyen a construir la identidad de niños y niñas de forma que el entorno educativo formal es uno de los lugares, junto a la familia y la comunidad, donde se podrán de-construir todos aquellos comportamientos y pensamientos sexistas que aún existen en nuestra sociedad. Para conseguirlo, se debería poner en práctica el modelo coeducativo, que supone un proceso intencionado de intervención a través del cual se fomenta el desarrollo de niñas y niños partiendo de la realidad de la diferencia sexual y dirigido hacia un desarrollo personal y una construcción social común y no enfrentada. Supone la coexistencia de actitudes y valores tradicionalmente asignados a hombres y a mujeres de forma que puedan ser aceptados y asumidos por las personas independientemente de su sexo. Se trata de construir una escuela que respete la diversidad entre los sexos, culturas, ritmos de aprendizaje, etc., y la herramienta que nos va a permitir educar en igualdad es la pedagogía coeducativa.
En nuestro contexto de educación formal, esta herramienta pedagógica suele estar limitada al desarrollo de actividades puntuales con el alumnado, muchas veces ligadas a días concretos: actividades como talleres, teatro, dinámicas, o
actividades lúdicas con un componente de reflexión crítica sobre la discriminación de género. Sin embargo, la coeducación como estrategia preventiva de discriminación debería  impregnar y atravesar transversalmente todo el sistema educativo desde infantil hasta la etapa adulta, siendo un proceso continuo y  sistemático en el que se debe implicar toda la comunidad
escolar (familias, personal docente y no docente, alumnado, entorno comunitario, etc.). De esta forma estaremos apostando por una enseñanza coeducativa como única alternativa válida para la educación en igualdad y la prevención de cualquier tipo de violencia, construyendo una sociedad justa e igualitaria que no etiquete
a ninguna persona en función de su sexo, raza o cultura.

miércoles, 17 de agosto de 2011

LAS COMPETENCIAS BÁSICAS COMO SABER ACTUAR (y II)


Cruz Pérez Merino. Profesor asociado de la Universidad de La Rioja y profesor tutor de la UNED.

Terminábamos el anterior artículo sobre competencias básicas preguntándonos por las razones de introducir estos aprendizajes en los currículos escolares. Respondíamos que la justificación de su presencia en los currículos tiene que ver con las nuevas demandas que nuestra sociedad, llamada del conocimiento, exige a las escuelas. Estas demandas pasan necesariamente por producir aprendizajes que capaciten a los estudiantes para desempeñar con éxito las diferentes tareas y exigencias que los diferentes ámbitos vitales les deparen, tanto personales, profesionales como sociales y de ciudadanía; y es que conocer ya no consiste en saber, este es necesario pero no suficiente.
El conocimiento o los aprendizajes que debemos producir en las aulas deben superar el mero saber para ser un instrumento de acción en los diferentes contextos reales por donde transite la vida del estudiante. ¿De qué le sirve a un alumno saber las diferentes clasificaciones sobre los alimentos y sus virtudes si es incapaz de llevar una dieta mínimamente adecuada?
El propósito de este texto es avanzar en el conocimiento de las competencias básicas y tratar de averiguar, aunque de manera escueta y simple, a qué tipo de aprendizaje se refieren.
Para ello intentaremos dar respuesta a tres características principales de las competencias básicas. La primera característica es que son aprendizajes complejos, que implican la enseñanza de diversas categorías de capacidades que deben enseñarse de manera específica e integrada al mismo tiempo. Por lo pronto, una competencia se compone de conocimientos, de habilidades, destrezas o procedimientos, y de actitudes y valores. Es decir las competencias son el conjunto de conocimientos, de procedimientos y de actitudes que nos permiten solucionar adecuadamente las tareas cotidianas. Y no habrá aprendizaje competencial si no se enseña cada uno de estos componentes de manera adecuada. Y de manera adecuada quiere decir que cada uno de estos tres elementos debe enseñarse de manera específica y al mismo tiempo de manera coherente e integrada con los otros dos elementos. La gesta de Cristóbal Colón no se explica desde supuestos exclusivamente científicos o de conocimientos del navegante, tampoco desde explicaciones puramente prácticas o de habilidades y destrezas en el manejo y construcción de embarcaciones o el conocimiento de las mareas, sino que además de todo ello fue necesaria una actitud positiva y abierta al descubrimiento, a la aventura, al riesgo, a la pasión por conocer que lo lanzara a lo desconocido. Quiere decirse que, si en nuestros centros educativos no enseñamos a nuestros estudiantes a tener unas actitudes positivas frente a sí mismos, a los demás y al mundo que les rodea, por muchos conocimientos tanto teóricos como prácticos que les enseñemos no conseguiremos personas resolutivas, decididas, capaces de hacer frente a los retos que el vivir les imponga.
La segunda característica de las competencias básicas es que son aprendizajes integrados, holísticos. Su aprendizaje no puede hacerse al margen de otros tipos de aprendizajes como son los no formales e informales. Para enseñar competencias la escuela no puede desligarse de otros tipos de aprendizajes que los estudiantes realizan de forma más informal, asistemática en contextos familiares, sociales, lúdicos, etc.
La tercera característica es que las competencias básicas son aprendizajes imprescindibles para la consecución de tres finalidades: el desarrollo personal, el ejercicio activo de la ciudadanía y el aprendizaje a lo largo de toda la vida.

LAS COMPETENCIAS BÁSICAS AL SERVICIO DEL COMPROMISO DE LA ESCUELA CON LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO (I)


Cruz Pérez Merino. Profesor asociado de la Universidad de La Rioja y profesor tutor de la UNED.

El currículo escolar es al docente lo que el GPS al conductor: ambos guían la conducción hacia la meta prefijada. El GPS señalándonos la ruta a seguir para llegar al destino y el currículo escolar indicándonos los aprendizajes que deben ser adquiridos por los estudiantes al término de la etapa educativa correspondiente en consonancia con las demandas y necesidades de la sociedad del momento; y así como el GPS debe estar actualizando continuamente los datos sobre la red viaria, el currículo, por su parte, debe ofertar aquellos aprendizajes que resulten  imprescindibles  para el desarrollo y la transformación de nuestras sociedades.
Es evidente que nuestros escolares de hoy necesitan aprender conocimientos, procedimientos y valores muy distintos a los de los estudiantes de los años setenta, por poner solo un ejemplo. Nuestra sociedad actual impone nuevas capacidades, destrezas y valores a los ciudadanos, ya que ha evolucionado hacia sistemas más complejos: globalización, migraciones de carácter económico y desplazados, desregulación económica, pérdida del estado del bienestar, primacía de la cultura tecnológica, cambio climático o por lo menos deterioro -¿irreversible?- del medio ambiente, propuestas de políticas comunitarias e internacionales, nuevos problemas de carácter global que requieren estrategias de solución diferentes a las implementadas hasta el momento.
El currículo escolar de la sociedad del conocimiento, en su intento por hacer frente a los nuevos retos y compromisos que la actual sociedad le demanda, propone una serie de aprendizajes que resulten adecuados para conseguir ciudadanos capaces de contribuir al desarrollo de esta sociedad tecnológica mediante una formación que integre los aspectos educativos con los tecnológicos y científicos, y de implicar a la ciudadanía en la participación para la transformación social desde valores  tales como el sentido comunitario, la empatía, las actitudes democráticas, el humanitarismo, la identidad cosmopolita, la sostenibilidad y la ecología, entre otros; y ello mediante la incorporación al currículo escolar de un nuevo elemento llamado “competencias básicas”.
¿Qué es una competencia? Es la capacidad de una persona para  poner en relación y movilizar todos sus recursos: conocimientos, destrezas, actitudes y valores con la finalidad de  solucionar de manera pertinente las diversas tareas que su contexto vital le impone. ¿Y una competencia básica? El adjetivo de básica implica que es una competencia que tiene que ser adquirida por todos los estudiantes al término de sus estudios obligatorios, ya que es necesaria para el desarrollo personal, para el ejercicio de la ciudadanía y para su capacidad de aprendizaje a lo largo de su vida.  Ser competente consistirá en actuar adecuadamente en todos los ámbitos de la vida, y no solo en el ámbito escolar, solucionando las diferentes demandas que el hecho de vivir impone a cada persona.
¿Qué se pretende con la introducción de las competencias básicas en el currículo escolar? Sobre todo orientar la enseñanza hacia la aplicabilidad de los aprendizajes adquiridos. El saber se convierte en un instrumento para la vida, la acción y la intervención en el medio. La educación se entiende como compromiso con los grandes problemas del momento actual. Se pasa de una enseñanza para “saber” al “saber para actuar”.