Kilian Cruz-Dunne. Vocal de la Junta Directiva de Fapa-Rioja.
Desde la Federación
de APAs somos conscientes de que las familias tienen en su ‘debe’ numerosos
problemas que hay que solucionar:
La crisis del asociacionismo, cuestión clave para
revitalizar la comunidad educativa, el agarrotamiento ante los constantes
cambios sociales y culturales que nos rodean, la aceptación inexcusable del
fracaso escolar como una parte estructural del sistema, el miedo ante la excesiva
burocratización del sistema educativo, delegación en la escuela de excesivas
funciones educativas, crítica y subvaloración de prácticas orientadas hacia las
tareas educadoras, conocer que existen actuaciones contrastadas que llevan hacia
el éxito escolar…
No es sino a partir del trabajo sistemático en las clases,
en las tutorías… donde se va creando la cultura participativa. Por ello,
Fapa-Rioja quiere que se otorgue un impulso importante a los sectores (de uno y
otro bando) preocupados constantemente por mejorar y solucionar los problemas
que acucian al mundo educativo en la actualidad (abandono y fracaso escolar,
falta de motivación y participación, etc). Recordemos asimismo que la interrelación
de la crisis de la docencia y de la educación tiene como consecuencia la
posibilidad de romper ese desequilibrio por nuestros eslabones más cercanos.
La relación de las familias con el cuerpo docente no debe
circunscribirse a acciones individuales (tutoriales, de aula, festivos…) sino
que habría que potenciar una mejor presencia en ámbitos grupales (consejos
escolares, comisiones), puesto que son mejorables. Las deficiencias del
funcionamiento de este órgano de participación, así como el grave
desconocimiento de la normativa legal básica, fomentan el desinterés y son
fuente frecuente de conflicto de intereses: muchas veces, los consejos
escolares son artificios para teledirigir los centros desde la Administración,
y no permitir el gobierno desde los estamentos implicados. Un ejemplo son las
normas que recortan el ámbito de decisión de las familias, así como la exigua
autonomía que los consejos tienen respecto a una Administración que los inunda
de burocracia y excesiva regulación normativa.
Aunque formalmente existan órganos de participación como
los consejos escolares, el marco legal es insuficiente. Ello empuja a que las
familias, como usuarios de un servicio y partícipes directos de la educación
de sus hijos, no sienten excesiva necesidad de participar en el centro
educativo (puesto que no hay resultados reales y garantistas).
La realidad es que las competencias y composición de los
consejos escolares han ido reduciéndose desde su implantación, tanto en la
legislación nacional como en la autonómica. A modo de ejemplo: la última normativa
que hace referencia a los reglamentos de los consejos escolares de nuestra comunidad
eleva la representación del sector de docentes por encima del mínimo,
produciendo la paradoja de que para obtener mayoría cualificada no es
necesario contar con el voto de las familias, escolares o representante del
ayuntamiento.
La mayoría de las veces se tiene la impresión de que los
centros pertenecen solo a los profesores y que los demás sectores apenas
cuentan; ¿es realmente el centro escolar una comunidad participativa? El punto
de vista de Fapa-Rioja asume que, lamentablemente, la participación a la que se
alude teóricamente consiste en que las familias se preocupen de los escolares
y poco más. Lo cual no tiene nada que ver con la participación entendida como
la intervención solidaria de toda la comunidad educativa en el control y la gestión
del centro.
Desde Fapa-Rioja solicitamos un aprovechamiento máximo de
estos mecanismos de participación legalmente establecidos para generar
situaciones en las que las familias podamos participar -realmente- en la
elaboración de planes de mejora de la calidad de la enseñanza. No olvidemos que
el centro educativo es la célula básica de la democracia educativa, y que la
Administración debe profundizar y desarrollar este aspecto participativo.
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