... “Subí al baño de un bar y dos hombres intentaron meterme en un cuarto que había al lado. Conseguí apartarlos y bajar a contar a mis amigos lo que me había pasado. Después quisieron acompañarme a casa, por si acaso me seguían”.
... ”Estaba llegando a casa y dos chicos me agarraron
cada uno de un brazo y me llevaron a un sitio apartado. Otro se puso delante.
Pude dar un golpe a uno y salí corriendo. Iban tapados, pero creo que eran
menores”.
Asusta que los relatos de estas jóvenes sean una realidad que sigue
existiendo en nuestra sociedad, a pesar de la visibilización y sensibilización
actual sobre la violencia contra la mujer. Y asusta, todavía más, cuando son o
intentan ser agredidas por hombres cada vez más jóvenes e incluso menores de
edad.
Como educadoras conocemos en primera persona esta problemática social.
Desde el programa Justicia Juvenil en Medio Abierto, dependiente del Gobierno
de La Rioja y gestionado por Fundación Pioneros, tenemos la obligación y la
oportunidad de trabajar con victimarios, las personas que cometen la agresión.
El papel del equipo profesional es desarrollar las medidas judiciales
impuestas desde el Juzgado de Menores según la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de
enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, siendo nuestra
intervención de carácter educativo.
Las modificaciones en esta Ley, derivadas de la publicación de la Ley
Orgánica 10/2022 de 6 de septiembre de garantía integral de la libertad sexual
que establecen la imposición de programas formativos de educación sexual y
educación en igualdad para los menores que hayan cometido un delito contra la
libertad sexual y violencia machista, nos proporciona el contexto necesario
para poder realizar esta intervención. Cabe destacar que los casos más graves
son directamente derivados al centro de régimen cerrado.
EI Instituto Nacional de Estadística publicaba en mayo de 2022 que “el
mayor aumento del número de víctimas de violencia machista en el año 2021 se
dio entre las mujeres de menos de 18 años (28,6%)”. A lo largo de 2022 y a
falta de datos oficiales, hemos podido observar un incremento en las medidas
judiciales de delitos tipificados como violencia machista y agresión sexual.
Consideramos que hay determinados factores de riesgo que debemos destacar,
como el mantenimiento de la transmisión intergeneracional de los roles y
estereotipos de género que hace que adolescentes y jóvenes normalicen, e
incluso validen, relaciones basadas en la codependencia, los celos, el control
y el amor romántico. También se ha dado un aumento del material cibernético con
desinformación en materia de sexualidad y un inicio de consumo de la
pornografía que desciende actualmente hasta los 8 años de edad, según la
Agencia Española de Protección de Datos (2021), lo que provoca en la juventud
una gran confusión entre realidad y ficción, que normaliza actitudes sexistas.
Por otra parte, y siendo uno de los ámbitos más preocupantes por la
dificultad de control, destacamos el excesivo e inadecuado uso de las nuevas
tecnologías que recrudece la cosificación y mercantilización del cuerpo
femenino promoviendo conductas machistas. Como por ejemplo las fotos que
transitan por grupos de mensajería instantánea o las imágenes de mujeres hipersexualizadas
que les muestra el algoritmo de las redes sociales. Todo esto puede favorecer
el aumento de plataformas en las que hay que pagar por ver fotos sin censura,
de carácter sexual, que suscitan y normalizan conductas de prostitución entre
la juventud, principalmente entre las mujeres.
Partiendo de esta realidad social, no es extraño que, al iniciar los talleres
que impartimos, nos encontremos con un alto porcentaje de chicos que refieren
no sentirse responsables ni “parte del problema”. Posteriormente, sin embargo,
se va observando que afloran los sentimientos de culpa, vergüenza, miedo,
desconocimiento y dificultad para expresar emociones y reconocer limitaciones.
A pesar de este contexto, y gracias al incremento de la educación en
materia de sexualidad, son cada vez más los hombres que están concienciados y
que actúan basándose en principios de igualdad y cuestionándose las formas de
masculinidad tradicionales. Por su parte, muchas chicas expuestas a esta
problemática social, rompen su silencio, denuncian más y, sobre todo, denuncian
antes, lo cual nos da la oportunidad de intervenir con los victimarios de forma
temprana.
Uno de nuestros objetivos es crear un espacio de reflexión para entender
e identificar las relaciones desiguales que promueven la violencia machista,
conseguir que sean conscientes de que es fruto de una sociedad patriarcal y,
sin culpabilizar ni eximir del delito, trabajar en la responsabilidad
afectiva.
Con ello pretendemos proporcionarles una nueva perspectiva, deconstruyendo creencias machistas y construyendo un futuro en igualdad, para que nuestros y nuestras jóvenes transmitan estos ideales y valores a las nuevas generaciones, convirtiéndose así en agentes efectivos de cambio.