viernes, 4 de septiembre de 2020

Gracias, Jesús

 Laura Sierra Balmaseda. Educadora Social y Psicopedagoga.

Era viernes de una mañana de agosto, muy lejos de Logroño intentando reponer energía para afrontar un presente cargado de incertidumbre, cuando en mi teléfono aparece la noticia de tu muerte.

La tristeza, la rabia y la impotencia se apoderan de mí. Tristeza por tu muerte, la de un chico joven con ilusiones y sueños pendientes aún de cumplir. Rabia porque tu muerte no es ley de vida, aunque cualquier muerte duela, la tuya no tocaba todavía, demasiado temprana fruto de este virus que tiene descolocado a este planeta y a su manera de vivir. Impotencia por no poder acompañar a tu familia, a tu querida familia, en tu triste despedida…

Pasados unos días y cuando estos sentimientos se van serenando, un impulso dentro de mí me lleva a escribir unas palabras para rendirte un pequeño y humilde homenaje:

Gracias, Jesús, por todo lo aprendido junto a ti y tu familia durante aquellos maravillosos años en los que iniciaba mi camino como educadora en Pioneros. Tu hospitalidad, tu generosidad, tu espíritu crítico y tu actitud proactiva en un proyecto educativo que tenía por objetivo favorecer el desarrollo integral de la infancia, juventud y familia, del que tú eras uno de sus principales protagonistas, facilitó mi ilusión por formar parte de él. En mi memoria guardo grandes recuerdos que ahora afloran más que nunca: campamentos, excursiones a la playa, actividades en nuestro local del barrio de San Antonio, horas y horas de conversaciones en el barrio, la boda de tu hermana…Y te recuerdo como el bastión familiar, el pequeño de los hermanos con sobrinos de edades muy similares a la tuya a los que cuidabas y querías con locura. Siempre dispuesto a ayudar, siempre disponible para colaborar.

La vida durante estos últimos años te lo puso difícil, te tocó enfrentarte a demasiadas situaciones duras, pero tú seguiste hacia adelante con espíritu de lucha y superación, buscando siempre mejorar y conseguir tus sueños, cumpliendo muchos de ellos.

Gracias, Jesús, porque tu muerte me impulsa a hacer algo que llevo años pensando, quizá por mi propia experiencia vital, y que hasta ahora no había sido capaz de hacer, supongo que porque vivimos en una sociedad que se posiciona de espaldas a la muerte, en la que la muerte es un tabú, un tema incómodo, una realidad que se oculta, que se niega. Así que hago un llamamiento a toda la comunidad educativa para recordar lo importante que es ayudar a nuestros niños y adolescentes a abordar la muerte, y en general toda pérdida importante (separación de padres, desamores, inmigración…), y a gestionar el proceso de duelo tanto a nivel preventivo como de intervención, siendo esta una cuestión fundamental para favorecer su desarrollo integral. El duelo es un proceso natural de adaptación, es un camino que debemos recorrer siempre que perdemos a alguien o algo importante en nuestras vidas, y en este camino nos toca aprender a vivir sin esa persona o sin aquello que hayamos perdido. Si apostamos por educar sobre el duelo, ayudaremos a entenderlo, a naturalizarlo, aportaremos una maleta de recursos y herramientas que les facilitará recorrer el camino del duelo y sus diferentes etapas de una manera saludable. Para ello también es necesario que nosotros, como compañeros de viaje, tengamos nuestra propia maleta para saber hacerlo. En general, no estamos preparados para la muerte y mucho menos para la muerte de una persona tan joven como tú, ni para gestionar y acompañar en el proceso de duelo a las personas que han perdido a un ser querido. Aunque hay mucho avanzado gracias a expertos en esta materia que imparten formaciones, elaboran materiales y guías muy útiles, profesionales de la educación y familias que se atreven a ponerlas en práctica, todavía queda mucho por hacer para que de verdad la muerte forme parte de la vida. La actual pandemia que estamos viviendo, y que acabó tan pronto con tu vida, nos hace hoy más que nunca mirar de frente a la muerte, siendo conscientes de que nadie estamos libres de ser la diana de este terrible virus y que son miles de personas en nuestro país, millones si contabilizamos las de todo el planeta, las que han perdido a algún ser querido, y la mayoría de ellas ni siquiera han podido despedirse, lo que aún complica más si cabe el proceso de duelo. Creo que es un gran momento para dar a la experiencia de pérdidas y duelo la importancia que merece, además de en el sistema educativo y socio-familiar, también en lo referente a la salud.

Muchas gracias, Jesús, por haberme dado la fuerza para escribir estas líneas, por todo lo aprendido, compartido y reído contigo.