Aitor Hernández Eguíluz. Coordinador del club de
lectura “Café con cuentos” y profesor de Instituto de Lengua y Literatura (IES
Bartolomé Cossío de Haro).
Me da pánico cuando me hacen la siguiente pregunta: “No hay
forma de que mi hijo lea, ¿puedes recomendarme un libro para que se enganche?”
Este artículo quiere arrojar un poco de luz ante esta cuestión. Para ello no
hay nada mejor que hacer que los padres sean los propios mediadores ante sus
hijos. En las actividades para animación a la lectura, mediador es el agente
que sirve de puente entre los libros y los lectores.
Por un lado está la mediación involuntaria, cuando los
padres de forma intuitiva leen en voz alta a sus hijos un libro antes de
acostarse. Así, esta lectura, se convierte en un espacio íntimo de conexión
directa entre el padre o la madre con sus hijos.
También, hablamos de mediación institucional cuando nos
referimos a la actividad alrededor de la lectura que se desarrolla en las
bibliotecas. En este caso hay que diferenciar entre la municipal y la escolar.
La biblioteca de la localidad actúa como catalizador de un número ingente de
lecturas, unas más apropiadas que otras, pero todas válidas. Deberíamos ir
allí regularmente con nuestros hijos para crear en ellos un respeto por el
libro y por la institución que los contiene. De este modo, romperemos en los
hijos la sensación que transmite el término biblioteca en su sentido literal
de mero “armario de libros”, y transformaremos el libro en un objeto telúrico,
digno de adoración…
De la misma forma, las bibliotecas escolares no son lugares
a donde llevar a los alumnos para que elijan un libro y nada más, sino que los
docentes en horario escolar y los padres fuera del mismo tienen que convertirse
en mediadores dentro de un espacio de encuentro con la literatura y con los
libros, un espacio de juego, de reflexión y de creación inagotable.
En tercer lugar, existe la mediación cualificada, la
desarrollada por especialistas que forman a nuevos mediadores, en dos
variantes: los talleres que se realizan en ocasiones puntuales y los clubes de
lectura que se reúnen regularmente. En el caso concreto de La Rioja han
proliferado ambas variantes alrededor del Blog para los amantes de la
literatura infantil y juvenil, La casa de Tomasa. Las conocidas como Tomasas
han desarrollado numerosos talleres, acercando, con una maleta (literal) llena
de libros a los padres sus conocimientos sobre la literatura infantil y
juvenil.
En cuanto a los Clubs de Lectura, muchos padres se juntan
regularmente en distintos puntos y con diferentes nombres. En Logroño: Todo el
mundo va, El color de la mirada y Café con cuentos; en Autol: Autolino, Lino,
Lino; y en Fuenmayor: El contador de cuentos.
Por último, se encuentra la mediación interactiva, la que
se desarrolla alrededor de las Tertulias Literarias Dialógicas. La literatura
con mayúsculas deja de ser un ejercicio para eruditos y se convierte en
literatura compartida por todos. No se trata de las periclitadas tertulias
literarias alrededor de un especialista que imparte docencia, sino que es un
espacio para compartir nuestra experiencia lectora entre iguales. Para ello,
todos han tenido que leer la obra y subrayado los pasajes que más le han llamado
la atención. Cualquiera de los participantes se erige como moderador de los
turnos y se va repasando la obra desde el principio hasta el final. Hay que
leer en voz alta el pasaje resaltado y explicar por qué ha llamado la
atención, con lo que se inicia una interactuación entre todos los asistentes
alrededor de un mismo aspecto, que se puede ir ramificando hasta el infinito.
En resumen, todas estas mediaciones para la animación a la
lectura son válidas para lo que todos aspiramos: hacer participar a nuestros
hijos de la lectura. Además, pueden realizarse de forma simultánea: yo, por
ejemplo, participo de varias de estas experiencias ya que en las sesiones del
Café con cuentos, que coordino, también realizamos algunas tertulias dialógicas
literarias. En mi modesta experiencia, la clave del éxito al que alude el
título del artículo reside en hacer partícipes a los padres y a los hijos de
alguna (si no de todas) de estas mediaciones para impulsar su acercamiento al
mundo fascinante de la lectura.
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