Enrique Domingo
Oslé. Secretario general de CONCAPA-Rioja.
Pese a ello, no se percibe en el sector educativo una
inquietud generalizada de innovar, de aplicar nuevos métodos pedagógicos.
Solo unos pocos se están implicando realmente en ello y los
resultados no pueden ser más esperanzadores.
Proyectos como las Comunidades de Aprendizaje, la Estimulación
Temprana en los adecuados períodos sensitivos, la inmersión en la enseñanza de
los idiomas, el Proyecto de Inteligencias Múltiples de Harvard, etc. impulsados
a menudo con más ilusión que medios, con más ganas que apoyo institucional van
logrando que en nuestro panorama educativo vayan apareciendo verdaderos oasis
en los que no solo se reduce el fracaso escolar, sino que se alcanzan considerables
cotas de excelencia.
Lo curioso del caso es que con frecuencia estos proyectos
se fundamentan en concepciones pedagógicas muy diversas, pese a lo que sus
resultados son igualmente buenos.
La Pedagogía no es una ciencia exacta y, al fin y al cabo,
educar es un arte por lo que –a la vista está- acaba siendo contraproducente la
generalización y la imposición de métodos concretos.
De ahí la importancia de fomentar realmente la autonomía
de los centros y de conseguir que cada uno de ellos desarrolle con dinamismo
su proyecto propio.
De ahí la necesidad no solo de respetar la diversidad pedagógica,
sino de fomentarla.
Incentivar que cada comunidad educativa desarrolle su
propio proyecto, dentro del respeto a unos mínimos comunes razonables, se muestra
como un cauce adecuado para devolver la motivación al cuerpo docente, facilitar
su formación permanente, mejorar la implicación de las familias y conseguir que
estas puedan, de verdad, elegir el tipo de educación que quieren para sus
hijos.
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