lunes, 12 de diciembre de 2011

Máster en Educación II


 Inma Corral Rodríguez. Profesora de inglés en el IES Foramontanos. Cabezón de la Sal - Cantabria.

En la primera parte de este artículo planteaba incluir como aspectos fundamentales en un Máster de Educación conocer muy bien que trabajamos con personas y perso­nitas en pleno cambio y evolución. También nos ayudará como docen­tes la formación en el control de las emociones, del manejo de las rela­ciones como grupo e individuales, las dinámicas de grupo, el manejo del liderazgo… Y como conclusión de esa primera parte decía que hay que cuidar al cuidador, hay que educar al educador.
En esta segunda parte sigo desa­rrollando las habilidades que todo docente necesita desarrollar y por lo tanto creo que deben ser inclui­das en este Máster.
El manejo de la voz, de los gestos, la mirada, la utilización del humor, la presentación oral de la informa­ción, la teatralidad … son aspectos fundamentales a la hora de enfren­tarse a cualquier público, y más aún a uno tan exigente y crítico como el adolescente. Enseño inglés solo mirando a los de la primera fila, mi voz es monótona, no muevo las manos… ¿me gustaría aprender algo así? ¿Cómo lo puedo hacer mejor? Todo se aprende y a ser un buen presentador y dinamizador de la información también, al mar­gen de mis cualidades personales, pero necesitamos ayuda, claro.
Dinámicas de trabajo en equipo, necesidad de alcanzar y respetar acuerdos, importancia de compar­tir experiencias y conocimientos son también aspectos que siento como fundamentales a la hora de recibir formación como docente.
Y algo que no puedo olvidar es el trato con las familias, el otro pilar que hace que el sistema, cualquier sistema educativo, funcione o se caiga. Los profes necesitamos ser conscientes de la importancia de las relaciones con los padres, de la formación que necesitamos para dirigirnos, una vez más, a este otro público, que deja en nuestras manos lo que más quiere y que va a ser crítico y exigente con no­sotros, y con razón: educamos a sus hijos, no reparamos su coche o cuidamos sus plantas. Necesita­mos formación a la hora de dirigir una reunión de padres, a la hora de transmitir ilusión y compromiso con nuestro trabajo, a la hora de conseguir implicación y apoyo a las propuestas escolares, a la hora de escuchar y atender a sus deman­das y a los problemas que surgen cuando tratan y tratamos con sus hijos. Necesitamos formación para ponernos en el lugar de los padres cuando hablamos con ellos y para conseguir que ellos se pongan en nuestro lugar. Necesitamos forma­ción para trabajar juntos.
Los docentes somos profesionales que trabajamos no solo educando, sino también cuidando a los hijos de los demás. Me hubiera encanta­do escuchar a docentes entusiastas que me hablaran del día a día de un profe, a autoridades educativas que resaltaran la labor que iba a desarrollar, a actores que me ense­ñaran a meterme al público en el bolsillo, a padres que me contaran cómo cambian su hijos y lo que los quieren, a pedagogos y psicólogos que con sentido común me situa­ran en la adolescencia, quitando un poco de hierro al asunto. Me hubiera gustado actuar, trabajar la voz, discutir, debatir, hacer prácti­cas, reírme, beber de la experien­cia de otros, antes de enfrentarme a mis primeras 40 miradas. Aún así, me hubiera equivocado montones de veces, me hubieran temblado las manos, hubiera descubierto cosas sorprendentes de mí, de mis compañeros, de mis alumnos, de los padres… Pero habría sido genial y creo que algo mejor sí lo hubiera hecho, y, sobre todo, hu­biera hecho sentirse mejor a otros y me hubiera sentido mejor en más momentos, pues en el fondo, todo trata de sentimientos.

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