En la primera parte de este artículo planteaba incluir como
aspectos fundamentales en un Máster de Educación conocer muy bien que
trabajamos con personas y personitas en pleno cambio y evolución. También nos
ayudará como docentes la formación en el control de las emociones, del manejo
de las relaciones como grupo e individuales, las dinámicas de grupo, el manejo
del liderazgo… Y como conclusión de esa primera parte decía que hay que cuidar
al cuidador, hay que educar al educador.
En esta segunda parte sigo desarrollando las habilidades
que todo docente necesita desarrollar y por lo tanto creo que deben ser incluidas
en este Máster.
El manejo de la voz, de los gestos, la mirada, la
utilización del humor, la presentación oral de la información, la teatralidad …
son aspectos fundamentales a la hora de enfrentarse a cualquier público, y más
aún a uno tan exigente y crítico como el adolescente. Enseño inglés solo
mirando a los de la primera fila, mi voz es monótona, no muevo las manos… ¿me
gustaría aprender algo así? ¿Cómo lo puedo hacer mejor? Todo se aprende y a ser
un buen presentador y dinamizador de la información también, al margen de mis
cualidades personales, pero necesitamos ayuda, claro.
Dinámicas de trabajo en equipo, necesidad de alcanzar y
respetar acuerdos, importancia de compartir experiencias y conocimientos son
también aspectos que siento como fundamentales a la hora de recibir formación
como docente.
Y algo que no puedo olvidar es el trato con las familias, el
otro pilar que hace que el sistema, cualquier sistema educativo, funcione o se
caiga. Los profes necesitamos ser conscientes de la importancia de las
relaciones con los padres, de la formación que necesitamos para dirigirnos, una
vez más, a este otro público, que deja en nuestras manos lo que más quiere y
que va a ser crítico y exigente con nosotros, y con razón: educamos a sus
hijos, no reparamos su coche o cuidamos sus plantas. Necesitamos formación a
la hora de dirigir una reunión de padres, a la hora de transmitir ilusión y
compromiso con nuestro trabajo, a la hora de conseguir implicación y apoyo a
las propuestas escolares, a la hora de escuchar y atender a sus demandas y a
los problemas que surgen cuando tratan y tratamos con sus hijos. Necesitamos
formación para ponernos en el lugar de los padres cuando hablamos con ellos y
para conseguir que ellos se pongan en nuestro lugar. Necesitamos formación
para trabajar juntos.
Los docentes somos profesionales que trabajamos no solo
educando, sino también cuidando a los hijos de los demás. Me hubiera encantado
escuchar a docentes entusiastas que me hablaran del día a día de un profe, a
autoridades educativas que resaltaran la labor que iba a desarrollar, a actores
que me enseñaran a meterme al público en el bolsillo, a padres que me contaran
cómo cambian su hijos y lo que los quieren, a pedagogos y psicólogos que con
sentido común me situaran en la adolescencia, quitando un poco de hierro al
asunto. Me hubiera gustado actuar, trabajar la voz, discutir, debatir, hacer
prácticas, reírme, beber de la experiencia de otros, antes de enfrentarme a
mis primeras 40 miradas. Aún así, me hubiera equivocado montones de veces, me
hubieran temblado las manos, hubiera descubierto cosas sorprendentes de mí, de
mis compañeros, de mis alumnos, de los padres… Pero habría sido genial y creo
que algo mejor sí lo hubiera hecho, y, sobre todo, hubiera hecho sentirse
mejor a otros y me hubiera sentido mejor en más momentos, pues en el fondo,
todo trata de sentimientos.
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