Mª Ángeles Guinea
Magaña. Maestra de Primaria en activo, Supervisora y Coach.
Soy maestra de Primaria, trabajo con niños y niñas de 6 y 7
años. Haber pasado por un proceso de supervisión y más tarde formarme como
supervisora me ha permitido afrontar mi trabajo con una perspectiva nueva.
Durante años mi manera de abordar la disciplina se
correspondía, aunque yo me contara otra cosa, con la que recibí de mis mayores:
vigilar, avisar, reñir y castigar; dar consignas, echar sermones, repetir una
y otra vez lo que no hay que hacer y lo que sí hay que hacer.
Decidí “robar” al horario media hora semanal para dedicarla
a la resolución de conflictos utilizando herramientas aprendidas y
experimentadas en la supervisión.
Me di cuenta de que a los niños y niñas les gusta
reflexionar, comprender lo que les pasa a otros y saben expresar lo que
sienten.
Empezamos a tratar “casos: ¡Tengo un caso!
Hoy está implicado Ángel: Un mayor le “ha mandado” que escupa
a su compañero de clase. Primero indagamos en los hechos: preguntamos para
entender bien lo ocurrido, a veces lo representamos utilizando a otros compañeros
como “actores”. Reflexionamos sobre las intenciones: ¿Para qué lo hace?
Hablamos de emociones y sentimientos. ¿Qué ha sentido? El miedo de Ángel al
mayor y su deseo de congraciarse con él es lo que asoma. Entendemos.
¿Qué me pasa a mí cuando alguien más fuerte me pide que
haga cosas...? Este es el TEMA y nos afecta a todas y a todos.
Hemos tratado “casos” variados:
- El de “La maestra nos hizo reír con un despiste de Hicham, que lloró”. ¿Qué me pasa cuando creo que los demás se ríen de mí?
- El eterno caso de “No me deja jugar”. ¿Qué me pasa cuando me enfado con mi amiga?
- El de “Primero pego no me vaya a pegar, que se lo he visto en la cara”. ¿Qué me pasa cuando creo que me quieren fastidiar?
No solo casos. ¡Algunas semanas no los había…! He
experimentado que actividades que suponen “ponerse de acuerdo” son una
oportunidad para comunicarse: escuchar, expresar deseos, aceptar otros
argumentos... Les emociona, les divierte y les pone en un brete.
Me gusta el camino emprendido. Aprendo mucho. Enfrento este
curso con ilusión, también con esta parte del trabajo que antes de conocer la
supervisión me desazonaba: impotencia, tedio y mal humor ante los problemas de
los niños, siempre con las mismas cuitas.
En los colegios tenemos Programas y Planes de Convivencia,
Comisiones, Reglamentos... Estamos involucrados en la crisis de valores:
¡Educar en Valores!, las editoriales se aprestan a sacar fichas, cuadernillos y
libros. Celebramos el día de la Constitución, de la Paz, de la No Violencia de
Género: lanzamos palomas y globos al cielo, cantamos canciones, recitamos
poesías, escribimos deseos de buena voluntad… Y, sin entrar a debatir la
bondad o no de estas actividades, que nos permiten creer que hacemos “algo”,
la realidad es que los niños y las niñas siguen necesitando resolver sus
conflictos.
Creo que las actuaciones que nos expone esta maestra generan mejor convivencia y se adquieren mejor los aprendizajes necesarios para la vida además de más conocimiento. Gracias por ese buen hacer.
ResponderEliminarDe acuerdo contigo, Ramos, y, por supuesto con Mª Ángeles. Pero por desgracia vivimos una época en la que si tenemos espacios como este, en el que se aprende a resolver conflictos, significa que estamos "perdiendo el tiempo" cuando yo pienso que es todo lo contrario, que significa ganar espacios para aprender a vivir.
ResponderEliminarLa resolución de conflictos es un tema universal que generalmente nadie nos ayuda a resolver, así que ver que profesoras como Mª Ángeles dedica un tiempo a enseñar esto a nuestros hijos me hace pensar que la escuela está viva y que empieza a considerar que todo(lo que ocurre alrededor de nuestras vidas) y todos somos importantes. Gracias y mil ánimos
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