ODS 17: Alianzas para lograr los objetivos
Marta Castillo Charfolet, responsable del Área de Estudios e Innovación Social de Fundación Tomillo
En 2021 muchos de nuestros actos cotidianos dependen de las tecnologías de la información y de la comunicación o TIC, y de la interacción por medios digitales entre personas, organizaciones, colectivos o instituciones públicas.Nos conectamos en el trabajo, en nuestro tiempo de ocio, en las relaciones de amistad o de pareja o para comunicarnos con nuestra familia, las tecnologías de la información y de las comunicaciones ocupan cada vez un lugar más central en la política, la economía y la sociedad. No es posible entender el devenir del mundo contemporáneo sin atender a los cambios tecnológicos producidos en las últimas décadas.
El voluntariado no es ajeno a estos cambios.
Como analizamos en nuestro informe VOLUNTIC: Estudio sobre el impacto del uso de las TIC en la acción voluntaria, (de Fundación Tomillo) las nuevas tecnologías están haciendo evolucionar lo que se entiende por voluntariado y la manera en que se desarrolla. Hace unos años, una persona que quería prestar su tiempo ayudando a diferentes causas se acercaba a su organización de barrio y se comprometía con un proyecto concreto de una manera más o menos duradera, a donde acudía unas horas por semana para colaborar. En la actualidad Internet permite potencialmente participar con el tiempo propio en proyectos de cualquier parte del mundo y en cualquier temática. No es necesario estar físicamente presente, se puede colaborar a distancia, y que esa colaboración se produzca a cualquier hora y en la duración preferida, sea esta de segundos, de semanas o de años: apoyar una campaña de ciberactivismo solo requiere un “retweet”, la edición o revisión de un documento puede llevar un par de horas, dar clases de refuerzo a jóvenes de secundaria es un esfuerzo de semanas o de meses.
Las TIC permiten que la actividad voluntaria sea más flexible, adaptada a las circunstancias de cada persona, al tiempo de que dispone y al grado de compromiso que desea. Esto ha permitido ensanchar la base social del voluntariado porque las TIC permiten salvar lo que antes eran limitaciones: ya no es necesario estar físicamente presente en un lugar, ni realizar la actividad en un horario concreto, ni siquiera establecer un compromiso duradero o estable con una entidad, lo que hace posible la incorporación al voluntariado de muchas personas que antes por razones de tiempo, distancia, ubicación – por ejemplo, en el caso de las zonas rurales -, u otros factores – por ejemplo, una discapacidad- , no podían desarrollar una actividad voluntaria.
El voluntariado en 2021 se desarrolla los 365 días del año, 24 horas del día, y en cualquier lugar.
Hoy en España hay 2,7 millones de personas voluntarias (Perfil de la solidaridad en España. PVE, 2020) pero las TIC hacen posible que nuevos perfiles de personas pueden donar su tiempo y esfuerzo de manera solidaria, la atracción de colectivos antes más alejados de estas prácticas (por ejemplo, jóvenes) y la inclusión de otros que antes encontraban más barreras a su participación (por ejemplo, personas con discapacidad), lo que supone un enriquecimiento en todos los sentidos del voluntariado.
¿Cómo aprovechar esta fuerza motora para responder a los retos sociales que se nos plantean? Las entidades del Tercer Sector, que canalizan en buena medida la acción voluntaria en nuestro país, tienen un reto en este sentido. Algunos estudios muestran que en general este sector está poco maduro en lo digital, lo cual contribuye a explicar el limitado alcance del voluntariado mediado por las TIC hasta el momento; no obstante, la pandemia de la Covid19 ha impulsado la transformación digital de estas organizaciones y, por ende, el voluntariado digital. Si atendemos a los datos que recogimos en la encuesta del estudio ya mencionado, el 90% de las entidades decían haber llevado a cabo, en los 12 meses precedentes, actividades de voluntariado mediadas por las TIC en su diseño, en el objetivo o en el contenido de la propia actividad.
Las organizaciones del Tercer Sector tienen, en síntesis, una oportunidad inmejorable de encauzar esta “fuente de energía” voluntaria gracias a las nuevas tecnologías, y con esta participación, aumentar su impacto social y ofrecer sus servicios con mayor calidad y eficacia para el conjunto de la sociedad.
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