ODS 5: Igualdad de género
Cristina Fernández. Pedagoga,
psicopedagoga, agente de igualdad y experta en intervención en violencia de
género.
Numerosos son los debates que giran alrededor del uso sexista que se le da a la lengua castellana y a la necesidad de reformular nuevas formas de expresión y comunicación, mediante las cuales se visibilice y se nombre a las mujeres.
El lenguaje es un manifiesto de la
realidad y a su vez es una construcción de ella. Por este motivo es necesario
ser conscientes de la importancia que tiene el hacer un uso adecuado de él para
evitar discriminaciones sexistas y no perpetuar estereotipos. Tal y como Susana
Guerrero, profesora de lengua, expuso en 2010 en el artículo llamado “El
sexismo lingüístico: un tema de actualidad”, la lengua es el instrumento que
permite expresar nuestros pensamientos, ideas y nuestra forma de concebir el
mundo, lo que contribuye a nuestra interpretación de la realidad. La lengua, es
también, por tanto, el reflejo de la cultura de una sociedad en un determinado
momento y lugar.
Por ello, si el uso correcto del lenguaje
es de tal importancia debido a la repercusión que supone en la sociedad, sería
necesario que se revisara su uso para que desde ahí se combata el sexismo y la
desigualdad existente entre hombres y mujeres, visibilizando, nombrando y no
atribuyendo cualidades de superioridad o inferioridad en función del sexo.
La lengua castellana cuenta con un amplio
y rico abanico de recursos, de vocabulario y de múltiples formas de expresión
que permiten crear discursos no discriminatorios y no sexistas. Normalizar lo
que se ha llevado a cabo durante años no significa que sea la forma correcta de
llevar un discurso. Todo cambio requiere su tiempo, y el reeducar la forma de
discurso que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida, no es algo sencillo.
Por esta razón, desde el ámbito educativo y formativo se deberían crear e
implantar guías de uso de lenguaje no sexista con el fin de sensibilizar y
enseñar diferentes estrategias para lograr un buen uso del lenguaje, y para
crear nuevos pilares.
Algunas de las formas de uso de lenguaje
más sexistas que podemos encontrar en los discursos no inclusivos pueden ser el
uso del masculino genérico, plurales mal formulados (omitiendo el femenino),
expresiones descalificando a mujeres y elogiando los hombres, y la feminización
y masculinización de las profesiones.
Puesto que la escuela es transmisora de
valores, conocimiento, actitudes y favorece el desarrollo integral del
alumnado, se debe abogar por una educación en la que se potencien los mismos
derechos y oportunidades para ambos sexos.
Consecuencia de ello, profesionales de la
educación, juegan un papel fundamental a la hora de la transmisión de valores
no sexistas mediante las prácticas educativas y la selección de contenidos, por
lo que deben transmitir siendo conscientes de la influencia directa que tienen
sobre el alumnado. Como se ha dicho anteriormente el lenguaje es una muestra de
la sociedad y si no hacemos un buen uso de ella, la sociedad seguirá impregnada
en el sexismo.
También hay que tener en cuenta el
currículo oculto y todo lo que conlleva, puesto que, de manera sutil e
imperceptible se instaura en comportamientos, creencias, forma de hablar, etc.
Así mismo, existe la tarea fundamental de
implementar en libros de textos y discursos el uso de un lenguaje no sexista.
Libros de historia, literatura, filosofía, están repletos de términos usados
como masculino de genérico para referenciar a hombres y a mujeres, por ejemplo,
el término “hombre”, utilizado para hacer referencia a la “humanidad”. Este poder
patriarcal en el uso del lenguaje repercute a la invisibilización de la mujer,
puesto que se continúa poniendo el foco de atención en el hombre y en el uso
del masculino para englobar todas las realidades, en las cuales también han
existido mujeres. Además, se debería realizar una revisión de los contenidos
escolares, ya que se presentan más figuras de hombres que han sido importantes
a lo largo de la historia, que, de mujeres, y no por falta de existencia, sino
porque históricamente siempre se ha invisibilizado su trabajo y se le ha dado
menor importancia, por el hecho de ser mujer.
Por consiguiente, la educación es un
pilar fundamental para erradicar las desigualdades y la violencia que hoy en
día siguen perpetuándose en la sociedad. Comenzar a visibilizar, a nombrar a
las mujeres y a darles el lugar merecido, es uno de esos pequeños cambios que
ayudaran a fomentar una sociedad menos sexista, con mayor igualdad de
oportunidades y más justa.
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