ODS 4: Educación de calidad
José Antonio Eyre Lorenzo. Abogado.
En el Consejo de Ministros, celebrado el día 7 de septiembre de 2021, se aprobó el anteproyecto de la esperada “Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional”.Y digo esperada porque parece que a la formación profesional siempre se le ha considerado en nuestro país la “pariente pobre” como salida laboral para muchos jóvenes.
A partir de esta aprobación se pasará como proyecto a las Cortes en el cual los distintos grupos parlamentarios tendrán la oportunidad para poder aportar enmiendas y en definitiva mejorar el texto. Sería deseable que, una norma de estas características, finalmente, fuere aprobada por la mayoría de esos grupos parlamentarios con presencia en el Congreso de los Diputados.
Bien es verdad que casi toda la competencia referente a Educación y Formación se encuentra traspasada a las Comunidades Autónomas, alguna de las cuales ya tienen su propia normativa sobre esta materia. Pero lo cierto es que, una ley general que regule para toda España la formación profesional es necesaria -a mi juicio-, para que se establezca un común denominador en los objetivos a cumplir.
Bien es verdad que ha existido anteriormente algún texto normativo que ha regulado parcialmente esta materia pero que al parecer, según el proyecto de ley que nos ocupa, no ha ofrecido una respuesta eficaz a las necesidades y al modelo que la nueva economía requiere pues hasta ahora habían existido dos sistemas: la formación profesional del sistema educativo y la formación profesional para el empleo, es decir dos subsistemas destinados a diferentes colectivos, sin relación entre ellos, lo que supone una fuente de limitaciones importantes en la cualificación y recualificación profesional en España.
En todo caso en su “Preámbulo” ya se indica que se necesita con urgencia -en el mundo del trabajo y en nuestro país-, un mecanismo que ayude a aproximar demanda y oferta de trabajo siendo que la elevada tasa de empleo juvenil española desciende más de cinco veces entre titulados de formación profesional. Para ello se dice que el buen fin de un sistema de formación profesional eficaz exige una estrecha alianza, cooperación y confianza entre tres actores: autoridades educativas y profesores, empresas y familias. Esta alianza entre estos tres actores es importante en especial cuando se habla de la formación profesional dual.
Al mismo tiempo se indica que la urgencia de la reforma radical de la formación profesional viene en cierta manera motivada por la oportunidad que ahora representan los llamados Fondos Europeos “Next GeneraTion UE” en la medida en que servirán para financiar el nuevo sistema que al respecto se desea implantar. Para ello la Ley decide incorporar las transformaciones fruto de la digitalización y la economía verde y la sostenibilidad en todos los sectores económicos, como vectores clave del empleo, la economía y la sociedad para construir el futuro y generar nuevas oportunidades socioeconómicas y, consecuentemente, profesionales.
Quien esto suscribe no desea entrar en más detalles sobre este proyecto de ley en materia de formación profesional, en la medida en que este solo ha iniciado su andadura en el proceso de aprobación legislativa y, por lo mismo, lo más probable es que el texto finalmente sufra modificaciones sustanciales en su contenido con la aportación la comunidad educativa y de los distintos grupos políticos con representación parlamentaria.
El único deseo es que el texto final sea el resultado del más amplio consenso posible porque la educación y la formación profesional han de ser tratados como una cuestión de estado y no una cuestión partidista. Los jóvenes españoles solo esperan, de todos los actores, la necesaria altura de miras.
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