ODS 5: Igualdad de género
Ritxar Bacete González, coordinador de Promundo Global en España, investigador social y escritor.
Ya no se puede poner en duda que el feminismo ha cambiado el mundo en el que vivimos, revolucionando radicalmente la posición de las mujeres en la sociedad y, por consiguiente, cuestionando el lugar de los hombres, y muy en especial, las expectativas y el lugar que van a tener que ocupar, no ya en el futuro, sino en el presente los varones, que hoy son nuestros niños.
Como hombre, padre, educador y referente que acompaña en la vida a dos niñas y a un niño, son muchas las preguntas que me ocupan, preocupan y que trato de resolver: ¿Cómo queremos que sean las vidas de los chicos? ¿Cómo encajan los roles masculinos en una sociedad igualitaria? ¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos varones sean más libres, felices y creativos? ¿Cómo educar a los chicos en modelos de masculinidad amables, pacíficos y alejarles de los roles tóxicos? ¿Cómo se logra redefinir la masculinidad alejada de modelos hegemónicos dañinos históricamente dominantes y basados la competitividad, la negación de la expresividad o la legitimación de la violencia? Ha llegado el momento en que tiene que empezar a ser prioritario pensar en los niños como sujetos impactados, condicionados y limitados estructuralmente por el sexismo. Toca pasar a la acción desde una mirada integral de género, acompañando a los niños y jóvenes, para facilitar que puedan encontrar su lugar, facilitando un encaje amable y activo, en el mundo más igualitario, justo bello y feliz, que estamos contribuyendo a construir.
Una de las mayores alegrías que nos ha proporcionado la teoría feminista a los hombres, es la tan emancipadora como esperanzadora idea acuñada por Simone de Beauvoir, que hace referencia a la percepción de que “no se nace mujer, se llega a serlo”. O lo que es lo mismo, no hay un destino inamovible basado en la biología, el sexo o la mística de la maternidad, que determine las posibilidades de ser, estar, hacer, pensar y sentir , que tienen las mujeres en el mundo.
Del mismo modo en que no existe un destino universal en lo que ser refiere a la construcción de las identidades de las niñas y las mujeres, exactamente lo mismo ocurre con niños, los chicos jóvenes y los hombres; por lo que tampoco se nace hombre, niño, chico o varón, sino que se llega a serlo.
La mayor prevalencia de la violencia en los hombres, la menor participación en los cuidados, el predominio masculino en las esferas de poder, o la mayor predisposición a generar situaciones de riesgo, no tienen nada que ver con una esencia innata o con un destino masculino universal. Como creación humana, también son fruto de una construcción social hegemónica (y tóxica), y como tal, puede (y debe) ser revertida y modificada, a favor de modelos de masculinidad democráticos, o lo que es lo mismo, pacíficos, expresivos, colaborativos y cuidadores.
Otro factor clave para apostar por la
transformación de las masculinidades tóxicas heredadas, tiene que ver con la
evidencia de que el empoderamiento, la libertad y las vidas libres de violencia
en las niñas, no serán posibles sin el empoderamiento positivo de los niños.
Empoderar a los varones no significa profundizar en las relaciones de poder e
inequidad, sino que el empoderamiento masculino pasa por la toma de conciencia,
desde la emoción percibida en los cuerpos, los sentimientos y las acciones, de
los cambios que se han producido en las vidas de las niñas y de la sociedad que
les rodea, motivándoles y acompañándoles cada día, para que se desenvuelvan en
sus relaciones de forma igualitaria, equitativa, comprometida y libre.
Para lograrlo, tenemos que liberar también a los chicos de los estereotipos sexistas que les privilegian, pero que también les impactan y oprimen, pagando el alto precio de tener que limitar sus posibilidades de ser y estar en el mundo de forma humana: expresiva, tierna y compasiva.
Pero para bajar a tierra y que este artículo pueda resultar útil, quiero compartir con vosotras y vosotros, diez recomendaciones prácticas sobre cómo acompañar a los niños a crecer fuera de estereotipos y mandatos patriarcales.
1.- Honrar y cuidar el cuerpo de los niños: como un espacio de creatividad, vulnerable y maravilloso. Son cuerpos para sentir, disfrutar, cuidar y actuar con respeto y compasión.
2.- Cultivar, propiciar y facilitar el
reconocimiento de las niñas como iguales: en derechos y capacidades: Hablar
bien a los niños de las niñas.
3.- Fomentar el reconocimiento de las mujeres poderosas.
4.- Poner en valor los ejemplos de hombres, buenos, pacíficos y cuidadores.
5.- Invitarles e incentivar que se responsabilicen de las tareas de cuidado y los trabajos domésticos.
6.- Ser conscientes de las desigualdades que siguen prevaleciendo entre mujeres y hombres: ponerles ejemplos concretos y hacerles partícipes del cambio.
7.- Conectar con el medio ambiente como parte del todo: Cuidar una planta, adoptar un árbol: conocer las funciones que cumple para nuestra supervivencia y abrazarlo.
8.- Acompañarles en el reconocimiento y gestión de las emociones: la tristeza, el miedo, la rabia, la calma.
9.- Entrenar la empatía y la compasión: reforzar y valorar ponerse en el lugar de las demás personas.
10.- Transitar por la parte expresiva de la vida: apoderarse de todos los colores del arcoíris.
Acompañar en la vida y educar a los
chicos en la era del feminismo no es tarea fácil y requiere de personas adultas
de referencia, especialmente padres, madres, educadoras y educadores,
sensibilizadas y formadas en clave de género y feminismo, que incorporen la
mirada y el análisis específico del impacto que el sexismo tiene también en los
niños y los chicos jóvenes. ¿Cómo puedes ayudar a criar a un niño libre y
feliz? Comprometiéndote tú también, como adulta, con el cambio que quieres ver
en él.
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