ODS 4: Educación de calidad
Paula Castrillo. Comunicadora, especializada en Cooperación Internacional.Cuando los desafíos se hacen aún más complejos necesitamos resignificar los medios, revisar nuestro abanico de herramientas y capacidades. Cuando la perspectiva escasea y abruma, toca moverse y abrirse a una nueva y más inclusiva realidad. Tenemos que esforzarnos por ampliar la mirada, los diálogos, flexibilizar y estar disponibles al cambio. Ocupar otro lugar, más mental y relacional que físico.
La situación de “distancia-aislamiento social” y las restricciones que venimos experimentando tratando de proteger la vida y los sistemas de salud frente a una pandemia de (des)proporciones mundiales, es una constante en la vida de miles de personas y comunidades tradicionales que viven en las zonas rurales de todo el mundo.
El semiárido de Brasil es una de ellas. Aquí escasean servicios básicos de salud, sanidad, movilidad y comunicación. Falta tanto el agua y el alimento como empleo, información, conexión y tecnología. Estos últimos, son derechos que se les niega al 70% de las y los jóvenes que viven en zonas rurales como las de Itiúba, a casi 400km de la capital más cercana, Salvador. Derechos que nos permiten seguir aprendiendo y desarrollando alternativas desde y para el empoderamiento de mujeres, jóvenes y comunidades, evitando que se amplíen las brechas educativas y, sobre todo, diseñando un futuro que no deje a nadie atrás.
En el semiárido, resistencia y resiliencia son saberes y prácticas cotidianas, que se trabajan en proyectos de cooperación, socioeducativos, culturales y de innovación social con jóvenes y familias, tanto la Asociación Lar Santa María como otros agentes locales. La conexión a las nuevas tecnologías de información y comunicación es más relevante que nunca, significa pertenecer y poder seguir.
El estar conectados es un punto de partida y un camino. Nos permitió reunir ideas de colaboradores y estudiantes, antiguos y actuales, distribuidos por Estados Unidos, Brasil y España y lanzar una campaña de recaudación para constituir el fondo de nuevas tecnologías en el “Brasil profundo” para ofrecer ordenadores portátiles a 250 estudiantes, expandir la conexión para las zonas desconectadas y capacitarnos en la enseñanza híbrida.
La pausa y suspensión de actividades sociales y educativas, permitió acelerar una transformación profunda y muy necesaria, ampliando la reflexión, implicación y empoderamiento del equipo del Lar Santa María y las comunidades con las que actuamos, en un proceso creativo, colaborativo, con comunicación más fluida y la necesidad común de encontrar alternativas para la movilización y supervivencia, de las personas, de los proyectos y de la ONG. Esta búsqueda por alternativas remotas o digitales, con enfoque en la educomunicación e inclusión, supone además un salto en las competencias del equipo y de los líderes comunitarios para dibujar y manejar nuevos tiempos.
El esfuerzo de mapear estudiantes y acceder a sus realidades a través de algunas actividades vía dispositivos móviles y portátiles, nos permite trabajar y acompañar el desarrollo de capacidades de jóvenes de forma más individualizada; estar cerca e implicar a las familias en el proceso de enseñanza-aprendizaje y otras iniciativas de empoderamiento y desarrollo comunitario, así como percibir y acoger otras necesidades, situaciones y vulnerabilidades (como violencia, explotación, hambre) que se incrementan con la situación de incertidumbre y crisis que estamos experimentando.
En otra dimensión, nos hemos dado cuenta de que es posible seguir haciendo cosas en colaboración, entre todas y todos, y fortalecer lo comunitario de forma lúdica dando oportunidad a dialogar y promover desarrollo con más personas y grupos que antes. Hacer y fortalecer las cada vez más famosas redes sociales -también las de apoyo- como instrumentos efectivamente sociales, culturales, participativos y de transformación social. En definitiva, asentar nuestro papel de educadores en los territorios on y offlines.
Si hay un momento para optimizar el acceso y compartir conocimientos, experiencias, voces y herramientas diversas, es el ahora. Colaborando a articular estrategias y ampliando nuestra capacidad de responder a los retos y necesidades que se nos presentan para reinventar la convivencia, la comunidad, el propio sistema educativo y de protección social, local y global, y transformar la realidad. Aprovechémoslo habilitando la corresponsabilidad, la representatividad y permitiendo la participación de todas y todos en esta experiencia transformadora y educativa de por sí.
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