Cruz Pérez Merino. Profesor asociado de la Universidad de La Rioja y profesor tutor de la UNED.
Terminábamos el anterior artículo sobre competencias básicas preguntándonos por las razones de introducir estos aprendizajes en los currículos escolares. Respondíamos que la justificación de su presencia en los currículos tiene que ver con las nuevas demandas que nuestra sociedad, llamada del conocimiento, exige a las escuelas. Estas demandas pasan necesariamente por producir aprendizajes que capaciten a los estudiantes para desempeñar con éxito las diferentes tareas y exigencias que los diferentes ámbitos vitales les deparen, tanto personales, profesionales como sociales y de ciudadanía; y es que conocer ya no consiste en saber, este es necesario pero no suficiente.
El conocimiento o los aprendizajes que debemos producir en las aulas deben superar el mero saber para ser un instrumento de acción en los diferentes contextos reales por donde transite la vida del estudiante. ¿De qué le sirve a un alumno saber las diferentes clasificaciones sobre los alimentos y sus virtudes si es incapaz de llevar una dieta mínimamente adecuada?
El propósito de este texto es avanzar en el conocimiento de las competencias básicas y tratar de averiguar, aunque de manera escueta y simple, a qué tipo de aprendizaje se refieren.
Para ello intentaremos dar respuesta a tres características principales de las competencias básicas. La primera característica es que son aprendizajes complejos, que implican la enseñanza de diversas categorías de capacidades que deben enseñarse de manera específica e integrada al mismo tiempo. Por lo pronto, una competencia se compone de conocimientos, de habilidades, destrezas o procedimientos, y de actitudes y valores. Es decir las competencias son el conjunto de conocimientos, de procedimientos y de actitudes que nos permiten solucionar adecuadamente las tareas cotidianas. Y no habrá aprendizaje competencial si no se enseña cada uno de estos componentes de manera adecuada. Y de manera adecuada quiere decir que cada uno de estos tres elementos debe enseñarse de manera específica y al mismo tiempo de manera coherente e integrada con los otros dos elementos. La gesta de Cristóbal Colón no se explica desde supuestos exclusivamente científicos o de conocimientos del navegante, tampoco desde explicaciones puramente prácticas o de habilidades y destrezas en el manejo y construcción de embarcaciones o el conocimiento de las mareas, sino que además de todo ello fue necesaria una actitud positiva y abierta al descubrimiento, a la aventura, al riesgo, a la pasión por conocer que lo lanzara a lo desconocido. Quiere decirse que, si en nuestros centros educativos no enseñamos a nuestros estudiantes a tener unas actitudes positivas frente a sí mismos, a los demás y al mundo que les rodea, por muchos conocimientos tanto teóricos como prácticos que les enseñemos no conseguiremos personas resolutivas, decididas, capaces de hacer frente a los retos que el vivir les imponga.
La segunda característica de las competencias básicas es que son aprendizajes integrados, holísticos. Su aprendizaje no puede hacerse al margen de otros tipos de aprendizajes como son los no formales e informales. Para enseñar competencias la escuela no puede desligarse de otros tipos de aprendizajes que los estudiantes realizan de forma más informal, asistemática en contextos familiares, sociales, lúdicos, etc.
La tercera característica es que las competencias básicas son aprendizajes imprescindibles para la consecución de tres finalidades: el desarrollo personal, el ejercicio activo de la ciudadanía y el aprendizaje a lo largo de toda la vida.
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