La situación en la que se encuentra el alumnado inmigrante en el sistema educativo es una cuestión que no debe pasar desapercibida y en la que todos debemos implicarnos. Hay una realidad con tres protagonistas: los alumnos junto a sus familias; los profesionales; y la Administración.
Culpamos a los alumnos inmigrantes y a sus familias de ser los responsables del fracaso escolar y en pocas ocasiones nos molestamos en situarlos como víctimas. Víctimas de una vida que por diversas circunstancias les toca vivir, que ellos no han decidido y que tienen que asumir para seguir unidos a sus familias. En muchas ocasiones se encuentran en un país de acogida que no les entiende y les juzga sin darles la oportunidad de poder explicarse.
Víctimas de un sistema educativo en el cual se tienen que adentrar de golpe, muchas veces en clases que no corresponden ni a su edad ni a su proceso cognitivo y sin un referente que les facilite su adaptación. Esto representa una fuente de estrés que fomenta la baja autoestima, ansiedad, sentimientos de inferioridad y soledad. Víctimas de una sociedad que les mira de reojo y con desconfianza, sin darles oportunidades solo por el hecho de ser inmigrantes.
Los profesionales de la educación se enfrentan a nuevos retos educativos con respecto a estos alumnos, de los que desconocen cómo tratarles y cómo utilizar las nuevas oportunidades que la interculturalidad ofrece.
La Administración cuenta con un sistema educativo rígido y centrado en contenidos puramente académicos, impartidos de un modo que muchos alumnos, no solo inmigrantes, son incapaces de asimilar. Pero podría gestionar la apertura de nuevos modelos de organización más flexibles que se adapten a la nueva realidad. Y ver al colectivo inmigrante como una realidad cultural de la que enriquecerse para mejorar el sistema educativo.
Ante esto proponemos algunas cuestiones que, desde nuestro trabajo con chavales a los que les cuesta seguir dentro del sistema educativo, vemos interesantes para mejorar la integración de los alumnos:
- Acogida de alumnos de manera individualizada, según la edad, la procedencia, la cultura y la religión,… sin visiones homogéneas.
- Introducción de nuevas figuras en el centro escolar, mediadores interculturales, integradores y educadores sociales,…que pueden desarrollar una función de intervención socioeducativa.
- Mayor implicación de las familias en el proceso educativo de sus hijos, ya que en muchas ocasiones están deseando participar, pero no saben cómo hacerlo.
- Fomentar la relación y el aprendizaje entre iguales, desarrollando acciones de trabajo comunitario, ya que según muchos estudios mejoran el rendimiento y el interés por el aprendizaje.
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