ODS3: Salud y bienestar
Ana López. Educadora social y psicóloga de Fundación Pioneros.
La intervención individual que llevamos a cabo desde el Programa Educándonos de Fundación Pioneros, responde de manera personalizada a las necesidades más específicas -emocionales y relacionales- que son detectadas en jóvenes, bien por parte del equipo en el seno de las actividades grupales ofrecidas desde Pioneros, bien por parte de la familia o por el entorno académico.
Una de las
fortalezas de nuestra intervención con jóvenes es que buena parte se desarrolla
en el seno de las actividades colectivas, ya que en estos espacios, no solo las
figuras adultas intervienen, también lo hace el grupo mediante sus
interacciones, apareciendo una clara tendencia a la regulación de sus miembros que
se nutren y se aportan mutuamente. Sin embargo, existen ocasiones en que la
complejidad de la situación requiere de un acompañamiento más particular: una
mirada profesional que proporcione una atención más personal en el abordaje de las
dificultades experimentadas.
Las figuras
adultas funcionan como radares y detectores de síntomas que informan de un
sufrimiento interno que hay que atender. En este sentido, el grado de
sensibilidad y la agudeza perceptiva resultan claves para un acompañamiento que
vele por el bienestar juvenil. El conocimiento sobre el funcionamiento en la
etapa adolescente permite al equipo tejer un vínculo que responda a las
necesidades emocionales y educativas de cada persona. Entendemos como crucial la
formación en psicología adolescente que otorga al profesional no solo
herramientas de intervención sino indicadores de comportamiento, cognitivos y
emocionales que denotan disfuncionalidad o dificultades de adaptación entre las
y los jóvenes. También cabe la posibilidad de que sean las y los participantes
quienes soliciten este apoyo personalizado.
La lógica
transversal a la que se aspira en cada acompañamiento, contempla todo el
sistema del o la joven y pretende implicar a los miembros más relevantes de su
vida. En este sentido, la mirada sistémica impregna cada intervención, identificando
estas figuras como elementos que influyen en la persona, reconociendo
potenciales apoyos con los que se pueden contar en la medida que cada coyuntura
lo permita.
La mirada y
encuadre desde el que se aborda cada caso en Fundación Pioneros, nace del
enfoque de Desarrollo Positivo Adolescente, que aboga por el acompañamiento en
el descubrimiento y puesta en valor de los aspectos más positivos y funcionales
de cada joven. Esta óptica se acuna en el ensalzamiento de los recursos
internos de la persona, en aras del afrontamiento de las dificultades que vive.
En el caso
de detectarse carencias o problemáticas a nivel educativo se escogen
profesionales de la educación social, que aborden la situación actual bien en
solitario con el o la joven, o bien con la familia.
En el caso
de valoración de dificultades emocionales o psicológicas, dependiendo de la
gravedad o la posible necesidad de medicación, se deriva a los servicios de
salud mental o se acoge en el equipo de Pioneros. En ese caso, se apoya la
intervención con profesionales de la psicología que procuren un abordaje, no solo
de la sintomatología actual sino de las causas y orígenes del sufrimiento.
Idealmente, se busca también integrar a la familia en este proceso. Cuando se logra
incluir a la familia, la evolución y progresión del caso se evidencia, en
general, más rápida e íntegramente.
La
intencionalidad de la intervención individual, más allá del objeto de la
intervención, se asemeja en todos los casos. Primero, el equipo profesional ejerce
de facilitador para que la persona tome conciencia acerca de su situación presente.
Así, se les acompaña en la exploración de aquellas emociones y pensamientos que
les habitan en su día a día y se les conduce a detectar sus necesidades
actuales. La siguiente etapa del trabajo, promueve la estimulación de procesos
introspectivos que aumenten la conciencia acerca de aquellos aspectos que está
en sus manos cambiar. En paralelo, se busca su empoderamiento a través del
descubrimiento y la potenciación de los recursos propios que propulsen este
proceso de cambio y de crecimiento personal. La concretización de este proceso en
la vida de cada joven, se materializa con un plan de trabajo conjunto donde se
van proponiendo pequeños cambios que sean lo más sencillos posibles de ir
instaurando de manera progresiva.
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