lunes, 9 de julio de 2018

Adolescentes y adultos: una relación “en construcción”


Programa Medidas Judiciales de Fundación Pioneros

Desde el programa Medidas Judiciales en Medio Abierto de Fundación Pioneros, de­pendiente de la Dirección General de Justicia e Interior del Gobierno de La Rioja, te­nemos la oportunidad de tra­bajar directamente con jóve­nes con un rango de edad que abarca desde los 14 hasta los 18 años tal y como viene reco­gido en la Ley de Responsabi­lidad Penal del Menor 5/2000.


Puros adolescentes… y cada uno con su propio grado de desarrollo biológico, emocio­nal y social. Chicas y chicos en pleno proceso de afirmación de su identidad, de hecho podríamos ponerles perfecta­mente un cartel de “en cons­trucción”.

La adolescencia es algo más que un periodo de transición a la vida adulta, debemos ser conscientes de que los cam­bios que observamos (y que el adulto ha vivido previamen­te) suelen ser muy relevan­tes, están unidos a su propio desarrollo y son, a menudo, indispensables para que puedan surgir habi­lidades y competencias nue­vas.

Es en esta fase del ciclo vital y familiar, donde las madres, padres, profesorado… tene­mos el reto de acompañar al adolescente en su apertura hacia lo nuevo, teniendo pre­sente que, cuando me­nos, su tendencia “natural” es la de la relativizar, cuestionar y en ocasiones devaluar la fi­gura adulta.

La adolescencia comporta cambios importantes en la manera de relacionarse con las madres, padres… Los con­flictos, muchas veces, cum­plen una función evolutiva para los adolescentes. Tam­bién la familia, la escuela, la sociedad puede “crecer” con ellos en la medida en la que, en estos contextos, el ajuste a la nueva situación, propicie pautas de relación adaptadas a esta etapa.

Desde la posición de los pa­dres, ser conscientes de las propias emociones, responsabilizarse de las reacciones y recordar que la adolescencia es tam­bién un tiempo de cambio, va a facilitar la creación de espa­cios propicios para la comu­nicación cercana. Hay que recordar que siguen necesitando refe­rentes y la tarea es acompañarles a descubrir lo que no saben.

Dependerá de cada familia establecer cuáles van a ser las normas de convivencia, pero es necesario facilitar a los chicos y chicas claridad, firmeza y coherencia en cuanto a las reglas de juego.

Favorecer el equilibrio entre el sentimiento de pertenen­cia y la necesidad de auto­nomía, va a posibilitar que vayan construyéndose como personas autónomas y a la vez vinculadas afectivamente con su estructura familiar. Las familias que acompañan al adolescente salen reforzadas.

El papel de las familias, de los progenitores, de los adultos en definitiva, debe estar mar­cado por un equilibrio entre amor y autoridad.

Autoridad como muestra de responsabilidad, contención y seguridad. Amor manifesta­do en forma de respeto, com­prensión, consideración, con­fianza, paciencia y esperanza.

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