Julián Rezola Trapero nació en Logroño en
el año 1943, en la plaza del Mercado, en el seno de una familia muy humilde.
Fue un hombre de acción abierto a distintos frentes: aprendiz, mecánico ajustador,
emigrante, educador en los barrios de París de los hijos de inmigrantes
españoles, sindicalista, dirigente de la JOC en La Rioja, estudiante de las
ideas pedagógicas en la Universidad de Vinncennes, comunista, socialista,
ácrata, obrero en Potasas de Navarra y educador y creador de una pedagogía
social.
Pasó su infancia y primera juventud en el
barrio de Yagüe. Este barrio fue construido para paliar el hacinamiento
existente en Logroño por la inmigración del campo a la ciudad después de la
guerra civil.
Julián Rezola tuvo la suerte de dejarse
guiar en su adolescencia por dos personas trascendentales: José Luis Álvarez,
un deportista que le inició en el atletismo y en la Juventud Obrera Católica
(JOC), y el cura Honorio Cadarso, en aquel entonces consiliario de la JOC, con
quien empezó a conocer los métodos de análisis social.
En 1962, con diecinueve años, emigró a
Francia. En París tomó contacto con asociaciones educativas dedicadas a la
reinserción de jóvenes marginados, y fue educador en barrios de emigrantes
españoles, llamándole la atención el trabajo que algunas instituciones realizaban
en el propio contexto donde habitaba el joven. Vivió intensamente, y desde su
posición de emigrante español, los sucesos del Mayo del 68 francés.
Al no renovarle el permiso de trabajo
regresó a Logroño. Con el apoyo de Rafael Ojeda -el cura de Yagüe, que llegó
al barrio en 1963- crea el Club Juvenil Pioneros bajo su amparo y de forma
clandestina, porque estaba prohibido el derecho de reunión, en los locales de
su iglesia. Julián fue un hombre comprometido con su tiempo, heterodoxo,
respetuoso con el educando, perteneció a la estirpe de los que quieren transformar
la sociedad, no administrarla, y adquirió la responsabilidad de ser el primer
secretario general de la UGT de Navarra en democracia (1976-1977).
Su principal legado ha sido poner a disposición
del niño y del adolescente con dificultades unas estrategias de análisis que le
permiten entender lo que está sufriendo, y dotarle de herramientas para que
pueda interactuar y cambiar su situación, tanto desde su Yo personal como
desde su Yo social. Ser sujeto activo significa ser el hacedor de su propia
vida y tener capacidad para no destruirse en el camino. Es lo que con el tiempo
ha llegado a nuestras universidades con el nombre de Educación Social, pero
que en España, desde 1968 y gracias a Julián Rezola, se ha conocido como
Educación de Calle.
Fue un educador innovador, criticado y
crítico sobre todo con los de su linaje socialista, cofundador en 1978 de la
Fundación Bartolomé de Carranza en Pamplona, e impulsor en 1986 del primer
taller-escuela de reciclaje de objetos usados en Logroño, creando así un aula
de compensatoria para chavales absentistas.
Potenció que el Movimiento Pioneros se
desarrollase también en casi todos los barrios de Pamplona, Logroño y Oviedo.
El pedagogo Faustino Guerau de Arellano, fundador de los Colectivos Infantiles
y Juveniles de Barcelona, junto con el periodista José María Plaza, redactaron
el primer libro que recoge esta pedagogía vital, con el título Pioneros, una
experiencia educativa (1982). En 1985, se realizó una segunda edición, y en
1989 varios educadores y Julián Rezola escribieron un libro ya clásico en la
profesión: Pioneros, educación en libertad. Un modelo de intervención educativa
en medio abierto.
Fue un biófilo cercano a los jóvenes y
con una gran capacidad de adaptación. Televisión Española se interesó por la
experiencia y el director de Vivir cada día, Pedro Pérez Oliva, realizó en 1986
un documental sobre Pioneros visualizado por catorce millones de españoles. En
1988 se trasladó a Barcelona y allí en el barrio de Ciutat Vella entró en
contacto con “cabezas rapadas” desarrollando la primea actividad educativa en
España con estos jóvenes. Varias conferencias recogen su modo de hacer en
Barcelona, una experiencia educativa y vital donde estos chavales podían
encontrar a un receptivo Julián.
Falleció el 9 de octubre de 2009 en Barcelona,
a los 66 años, tras una larga enfermedad. Un mes y medio después, el 26 de
noviembre, sus amigos y deudores le rindieron un homenaje cívico en la
Universidad de La Rioja en el que el escritor y cantautor Jesús Vicente Aguirre
cantó No te canses, compañero, del repertorio de Carmen, Jesús e Iñaki, máximos
exponentes de la canción-testimonio en La Rioja durante la Transición, con
letra de Julián Rezola.
Hermoso artículo que resume la enorme trascendencia de Julián en el quehacer educativo y social de tantas personas que nos dedicamos a acompañar a adolescentes y a jóvenes.
ResponderEliminarGracias,
Eva