ODS 16: Paz, justicia e instituciones sólidas
Jesús Alberto Vélez Valle. Vocal del Colegio Oficial de la Psicología de la Rioja y educador del Programa de Justicia Juvenil de Fundación Pioneros.
Pensando sobre el concepto “relación de ayuda” podemos presuponer que se establece como una dinámica en la que alguien busca apoyo de manera libre y voluntaria y la otra parte se presta a ayudarle. Bajo esta lógica está también asumido que quien busca ayuda es relativamente consciente de sus problemas y necesidades pero en ocasiones estos componentes motivacionales, cognitivos y conductuales no se dan de una manera tan explícita.En el marco de la intervención educativa con menores sujetos a la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores se contemplan una serie de obligaciones tales como someterse a programas de tipo formativo, educativo, terapéutico, profesional- laboral, de educación sexual, de educación vial u otros similares sin que les sea permitida una decisión alternativa.
En el programa Justicia Juvenil en Medio Abierto de Fundación Pioneros vemos que es frecuente que en este contexto surjan expresiones o manifestaciones interpretables como resistencias, incumplimientos o falta de compromiso, por parte de estos menores, más teniendo en cuenta que existe un protocolo que estipula que entidades externas (Juzgados de menores, equipos de ejecución de medidas) sean las que establezcan ciertas expectativas, objetivos o exigencias de cambio.
Entender que estos “clientes involuntarios” no quieran participar en las propuestas que les ofrecemos, no identifiquen sus problemas, no quieran soluciones y estén en muchos casos cansados de múltiples contactos con técnicos, profesionales de la educación, de la psicología… es, sin duda, el punto de partida para generar una buena alianza terapéutica.
De acuerdo con lo expuesto Peter De Jong e Insoo Kim Berg (2001), pioneros de la terapia breve centrada en soluciones, la co-construcción basada en la cooperación es la forma más productiva de implicar a clientes involuntarios, por lo que teniendo en cuenta esta premisa se propone una perspectiva de intervención que atienda a las siguientes orientaciones:
Identificar la colaboración como clave para el éxito, aceptar la posibilidad de que el cambio positivo es posible, resaltando y amplificando las fuerzas y recursos del menor, promoviendo la co-construcción de versiones y narrativas futuras alternativas, sin recurrir a consejos o a la confrontación.
No trasformar a los clientes resistentes en clientes colaboradores a través de la influencia de técnicas sino proponer una manera de cooperar con ellos cuestionándolos y oyéndolos en relación a su propio conocimiento sobre el contexto involuntario/coercitivo y a sus esperanzas para el futuro para el cambio.
Invitar a los sujetos a desempañar el papel de expertos, es decir reconocerlos como los mayores conocedores de sus propias vidas experiencias y percepciones.
Situar a los menores en posición de informar a los profesionales sobre sí mismos, este posicionamiento es especialmente importante para involucrar a los clientes involuntarios, invitándolos a asumir el control de describir su situación acerca de lo que quieren que sea diferente y de que pueden y como pueden hacer para que esto suceda.
Evitar que los técnicos descalifiquen a los menores y sus familias comportándose como si supiesen mejor que ellos lo que necesitan y provocando, en muchos casos, que estos no se involucren en la relación de ayuda de modo productivo sino más bien como adversarios en un proceso jerárquico.
Distinguir conceptual y funcionalmente involuntariedad y resistencia, entendiéndose la involuntariedad como un estatus o posición en un sistema y la resistencia como los comportamientos mantenidos en la interacción técnico-menor que impiden o dificultan el proceso de cambio.
Ofrecer un planteamiento relacional recursivo y circular evitando así, discursos que culpabilicen a los usuarios, permitiendo que la resistencia sea comprendida como algo que puede ser mutuamente reformulada en clave de cambio positivo por los dos protagonistas de la relación desde una postura de co-construcción colaborativa.
Se puede concluir por último que el posicionamiento epistemológico de los profesionales que trabajamos en la promoción del cambio en contextos de involuntariedad/coerción puede ser una variable determinante para favorecer la implicación, motivación y colaboración de los sujetos atendidos.
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