Ángeles Roa. Coach, formadora, consultora.
Por más que nos lo repitamos no es posible volver a la rutina anterior.
Este período 2020 cierra un ciclo, algo se ha movido afuera que nos conduce a una transformación interna para crearnos un bienestar distinto, y es nuestra responsabilidad el construir un futuro diferente al que nos están augurando, si así lo decidimos.
La actitud que cada uno elijamos adoptar contribuirá a crear nuestra vida personal y la del resto, porque nunca somos ajenos a lo que tenemos.
La pandemia nos obliga a parar nuestra rutina y hacer un retiro en nuestros hogares, a “habitarnos” y revaluar cuestiones que con el ritmo que llevábamos no podíamos afrontar, a valorar que estamos vivos, revisar qué nos importa y descubrir qué es lo que necesitamos de verdad para ser felices.
Y aunque muchos todavía no puedan percibir con claridad el cambio, ni se lo crean, lo vivido dentro y fuera de nosotros nos impulsa a desplegar un nuevo yo capaz de estar a la altura de un nuevo orden personal y social.
Hemos pasado y nos quedan situaciones que nos llevan al límite para darnos cuenta de que lo que nos hace libres no es el poder salir o no a la calle, si no las limitaciones y los condicionamientos que cada uno de nosotros tenemos por nuestra forma de pensar y de vivir.
El propio gesto de lavarnos las manos para evitar los contagios nos indica que estamos en un proceso de limpieza, de ver lo que nos sirve y lo que no y de soltar cargas en esta etapa que hemos iniciado ya.
No parece viable afrontar lo nuevo con viejas formas y estructuras de pensar, toca construir nuestra individualidad dentro del colectivo, integrar en nuestras almas los momentos de unión y aplauso y evitar que se conviertan en imágenes para el recuerdo.
Y en este nuevo orden que estamos aprendiendo a respirar, la gestión emocional va a ser clave para superar el miedo, la tristeza, la rabia y la angustia vividas y que vendrán, y para entregarnos más fácilmente a hacer los cambios y ajustes que cada uno de nosotros necesite para hallar su propio equilibrio y el de todos.
El reto está en abrirse a encontrar soluciones distintas a problemas viejos que los humanos solemos arrastrar en lo nuevo, y en tomar la fuerza de saber que nuestra historia nos demuestra que nos las sabemos arreglar muy bien para construir tiempos mejores aún teniendo temas importantes como la economía, la salud, el trabajo y el trauma encima de la mesa.
Este camino que emprendemos requiere cuidarse, poner el foco en lo bueno que tenemos y somos y en lo que queremos ver crecer, adoptar un discurso interno y externo positivo y de posibilidad, de sabernos capaces de resurgir de las circunstancias, de entrar en contacto con eso que cada uno tiene de excepcional y redescubrirlo, conectar con esas situaciones de crisis que superamos y rescatar nuestra fuerza, escuchar nuestra sabiduría interna, alimentar la esperanza y no la decepción, mostrarnos vulnerables, pedir ayuda profesional y a nuestro entorno, cultivar solidaridad, no “anclarnos” en el dolor y el malestar que podamos estar viviendo y encontrar permanentemente formas en las que sentirnos útiles para nosotros y para los demás.
Puede que nuestras calles sigan siendo las mismas, pero nuestros caminos no, y aunque algunos todavía no puedan verlo, como decía Gandhi, somos nosotros los que marcamos la dirección de los cambios que queremos ver en el mundo.
¿Qué es lo que quierever tú?
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