viernes, 7 de agosto de 2015

La secta de los valientes

Miguel Loza Aguirre. Pedagogo y asesor de Educación de Personas Adultas en el Berritzegune de Vitoria.

Me ocurrió este verano pasado cuando cogí un autobús para ir de Chipiona a Rota. Todos los asien­tos tenían cinturón de seguridad, pero nadie los usaba. Y he de confesaros que, aunque siempre me lo pongo en el coche y en los autobuses, en aquella ocasión, al ver que nadie lo utilizaba y que el trayecto era corto no me lo puse. Una vez más y muy a mi pesar me había incorporado a “la Secta de los valientes”. Y digo esto porque en nuestra sociedad, desgraciada­mente, estamos acostumbrados a escuchar datos acerca de los ac­cidentes mortales de circulación que nos indican que un porcen­taje significativo de esas muertes se produce en personas que no llevan puesto el cinturón de se­guridad. Seguramente entre ellas habrá algún “valiente” que en su momento diría que “total para lo que sirve el cinturón”, o que “para un trayecto tan corto”… Algo parecido viene ocurriendo en lo referente a las motos. Es cierto que cada vez se ven más cascos, aunque algunos son los llamados “quitamultas”, es decir, que sirven para que no te pongan la multa, pero cuya protección es mínima en caso de accidente. He oído en ocasiones que la razón para no llevar el casco es que estropea el peinado o que, y aquí aparecen los “valientes”, llevar el casco es de miedicas. Qué os puedo decir de los que andamos por la ciudad en bici. La mayoría va sin casco. Yo soy uno de esos elementos raros que lo usa, amén de llevar luces, timbre y espejo retrovisor. Y digo raros porque cuando me ven de esta guisa, la mayoría de las per­sonas se sorprenden y me insi­núan que soy un poco exagerado. Otra vez los “valientes” y su secta señalan como ridículas las medi­das de seguridad.

Esta secta aparece no sólo en cuestiones de tráfico, sino tam­bién a otros niveles. En general, surgen en situaciones que en­cierran cierto riesgo invitando a los colegas que están a su lado a no tenerlos en cuenta porque en su opinión no hay tal riesgo, añadiendo que si tomas deter­minadas precauciones estás dando a entender que eres un cobardica con el que nadie que­rrá estar. “¿No me digas que no te vas a atrever a hacer eso?” “¿tú no serás de los o las que…?” son expresiones que suelen utilizar para intimidar a sus colegas y conseguir que hagan lo que se proponen. Pero si los accidentes de tráfico causan daños irrepara­bles, no son menores los que se producen en otro tipo de accio­nes como puede ser el llamado “balconing”, es decir, el saltar desde la terraza de un hotel a la piscina, en el que todos los años mueren varios jóvenes. Seguro que aquí también han estado los de “la secta de los valientes” ani­mando a sus compañeros a rea­lizar el salto mortal. Y qué deci­ros de cuando se trata de tomar, fumar o esnifar determinadas sustancias como alcohol, pasti­llas o alguna otra sustancia que, aunque se camuflen con otros nombres, son lisa y llanamen­te drogas. Aquí también surgen de nuevo y con todo su vigor los “valientes” para presionarte a fin de incrementar sus ganancias o, simplemente, para que com­partas el riesgo que conlleva la toma de esas sustancias. Porque ellos sí que conocen esos riesgos y no quieren asumirlos solos.

Hace tiempo que dejé esta “secta de los valientes” y no precisamen­te para ser un cobarde. La dejé porque no me gusta que me pre­sionen ni mi intimiden para hacer algo que no quiero; la abandoné porque como solamente tengo una vida no quiero arriesgarla en estupideces; y me marché porque descubrí que esos “valientes” que me presionaban en nombre del coleguismo y la camaradería no eran amigos, sino enemigos por­que: ¿qué clase de amigo te puede animar a poner en riesgo tu vida? Prefiero estar solo a tener estas compañías ruinosas. En fin, que desde hace algunos años he en­trado en formar parte del grupo de valientes que se atreven decir NO a las insinuaciones de esos co­bardes que he catalogado como “la secta de los valientes”, y des­de aquí os animo a dar ese paso, a tener el valor necesario, porque muchas veces para decir NO hay que ser mucho más valiente que para dar el terriblemente sencillo SÍ de los cobardes.

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