En mi relación de 10 años con la Asociación Riojana de Padres de Niños Hiperactivos, Arpanih, hay algo que siempre se repite casi con las mismas palabras “es que en el colegio no entienden esto del TDAH”.
En los primeros años me parecía normal, pues había muy poca información sobre el trastorno y era un gran desconocido no solo para los maestros, también para las propias familias, los psicólogos, orientadores, pediatras, etc.
Una década más tarde sigo escuchando de los padres las mismas palabras y encontrándome con el error, tan frecuente como injusto, de responsabilizar o culpar a los alumnos con TDAH de sus dificultades y comportamientos.
Es habitual leer en los boletines de notas “se dispersa en clase”, “interrumpe constantemente”, “no termina las tareas”, “la presentación de sus trabajos deja mucho que desear”…. aunque lo que más lamento es encontrar en la agenda o en el cuaderno anotaciones como: “se nota que no has estudiado nada”, “sigue así y nunca serás nada”, “esfuérzate más, eres un vago”….
A pesar de la abundante bibliografía sobre el trastorno y las numerosas actividades formativas que se han realizado en torno al tema, me da la sensación de que sí, que ya sabemos lo que es el TDAH, su definición, sus síntomas, clasificación, etc., pero realmente no se comprende la verdadera dimensión del trastorno.
El TDAH no es un simple problema de no prestar atención, perder cosas, ser muy movido e interrumpir en clase; el TDAH es un trastorno complejo, que implica el deterioro de la concentración, la organización, la motivación, la modulación emocional, la memoria y otras funciones de control del cerebro o funciones ejecutivas. Además puede presentarse asociado a otros trastornos como ansiedad, baja autoestima, depresión, tics, trastornos de aprendizaje, negativista desafiante, de conducta, etc.
Si consideramos esto, es fácil llegar a la conclusión de que nos vamos a encontrar a un alumno difícil, vulnerable a la acción del entorno, que va a rendir muy por debajo de lo esperado para su capacidad y que va a necesitar intervenciones educativas específicas. Que educarle nos va a exigir mucha implicación, pero podremos entender que parte de una situación de desventaja y que no es por su voluntad.
La familia sufre intensamente y se sienten desprotegidos e indefensos, dependiendo en muchos casos de la buena voluntad y sensibilidad del maestro. El TDAH es tratable y tiene buen pronóstico si se detecta y se trata precoz y adecuadamente. La coordinación de los especialistas, la familia y la escuela es fundamental para obtener éxito en el tratamiento.
El TDAH es un problema serio y es prioritario poner en marcha todos los medios personales, técnicos, etc., necesarios para que el alumno con TDAH alcance el máximo desarrollo personal, social y emocional, de lo contrario estaríamos atentando contra un principio educativo fundamental, la atención a la diversidad.
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