Matías
Salazar Terreros. Psicólogo.
El
lenguaje posmoderno estaría caracterizado por la subjetividad y por tanto por
la influencia de los sentimientos en los mensajes o transacciones. Esto hace
que muchas veces la comunicación resulte hiriente, displicente, carente de
amabilidad y de respeto. Es como si que el que escucha un mensaje cargado de
sentimientos disfrazados responde con el mismo tipo de mensaje displicente e
hiriente.
Esto pasa con dos frases que usan con
cierta frecuencia los que tienen pocos años. Estas dos frases son: “No me
rayes” y “No seas moña”.
Su significado respectivo es: “No me
rayes” significa déjame en paz, no te metas en mi vida, no te consiento que me
mandes o que me contradigas o que me des consejos. Ya soy mayor. Y sé yo lo
que tengo que hacer. Por todo esto ¡cállate!
La otra expresión, “No seas moña”, se usa
cuando alguien te aconseja hacer algo y se le quiere decir que esa acción no se
lleva, que eso es muy infantil y que eso no mola.
¿Y qué indica todo esto?
Con estas dos frases tan lacónicas se
están sacando a la luz unas realidades que son poco halagüeñas. La primera
realidad es:
Los padres, en muchas ocasiones, no saben
qué hacer: si utilizar la autoridad (autoritarismo) o “dejar hacer” inculcando
la libertad (permisivismo).
Y esta incertidumbre o duda les duele:
sienten mucho miedo y rabia.
En segundo lugar los mismos ciudadanos
estamos asumiendo a veces, de forma inconsciente, una ética que defiende la
propia libertad y los propios derechos sin contrapesarlos o contrabalancearlos
con nuestras obligaciones o responsabilidades.
Y esta saturación de libertad (¿liberticidio?)
está trayendo consecuencias no gratas sobre todo para los más débiles:
borracheras que necesitan del médico, abortos que alteran la conciencia y la
psicología de la persona, peleas con heridas, fracaso escolar, ser niños con 30
años, bullying,…
En tercer lugar, es tanta la libertad de
expresión que podemos usar palabras “ofensivas” (ladrón, corrupto, incita al odio,…)
convencidos de que es legítimo hacerlo y que nos asiste o defiende el derecho
de expresión.
Sin embargo en la sociedad se nota un
estado de duda o inseguridad sobre lo que es punible o permisible en asuntos
como la fama, el honor. Esta inseguridad hace daño.
Conclusión: En la matriz cultural actual
se necesitan tres cosas:
1.- Respeto a las persona, empezando por
respetar a los propios padres.
2.- Conciencia éticamente formada.
3.- Una buena dosis de humildad para
escuchar y dialogar ya que no siempre uno tiene la razón ni lo sabe todo.
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