Ana Calvo Álvarez. Educadora social de Fundación Pioneros y
psicóloga experta en violencia de género.
Resulta complicado entender de dónde surge la violencia
contra las mujeres en un contexto en el que se censura la desigualdad gracias a
las diferentes leyes (formales) que condenan las manifestaciones violentas.
Para entender con qué idea correlaciona la violencia de género, Ana de Miguel
explica que “cuando hacemos algo es porque pensamos que es positivo o bueno. Si
no lo conceptualizásemos como tal, no lo haríamos”. Cuando un hombre pega a una
mujer es porque ha definido positivamente esa acción y se cree con derecho a
realizarla. Definir favorablemente una acción como “se lo merece” o “me duele
a mi más que a ti” implica acabar creyendo-te con derecho a agredir a una
mujer, en este caso.
Entendiendo el fenómeno…
El comportamiento de una persona racista comparte los mismos
elementos que un hombre que agrede a una mujer. Es decir, una agresión por
motivos racistas implica una ideología que la sustenta. A pesar de que no se
llegue a materializar, a pesar de que no se llegue al acto (agresión), existe
una ideología que la sustenta. ¿En qué se basa el comportamiento que justifica
el colonialismo? En la ideología de la superioridad y adherencia a una serie
de privilegios. En el caso de la violencia contra las mujeres, en el machismo o
patriarcado. Pero ¿cómo es posible que hombres pudiendo hacer uso de tales
privilegios no los ejerzan? Según Esperanza Bosch, depende de “tomas de
conciencia: ¿quiero ser ese tipo de hombre?”... El hombre que no se aprovecha
de ellos y que se cuestiona la legitimidad de su uso representaría el 3% de
los hombres europeos que se pueden definir como igualitarios. Sin toma de conciencia
no hay avance. Este es el gran reto. Si las leyes ya mencionadas fueran reales,
no hablaríamos de más de 9 millones de mujeres europeas víctimas de violación
o de que una de cada 5 españolas de más de 15 años (22%) ha sufrido violencia
física o sexual (datos reflejados en el informe que España encargó a la Agencia
Europea de Derechos Fundamentales, FRA en el 2010 y que se han publicado recientemente).
Estos datos muestran que cambios relativos a la igualdad entre los sexos son
“más cosméticos que reales”. Esperanza Bosch señala además que “la vigencia de
los mitos del amor romántico correlacionan con la tolerancia de la violencia en
las relaciones de pareja, visión reforzada por el entorno y hecho que evidencia
que la sociedad no percibe la gravedad del tema”.
¿Dónde estamos hoy?
Si comparamos nuestra vida con la de nuestras abuelas el
balance es positivo. Hoy se puede hablar de mujeres empoderadas, de mujeres en
el espacio público, de corresponsabilidad, etc. Si miramos hacia atrás podemos
estar contentas, pero no tendríamos que estar satisfechas. Deberíamos plantearnos
cómo estamos en relación a los hombres. Hoy resultaría motivo de censura que un
profesor mantuviera un discurso sexista en el aula, pero en el ámbito de la
creación artística, la ficción, series de TV, canciones de rap, coplas,
juguetes, cuentos infantiles, el mundo de las princesas y el rosa y el azul,
etc. no se dejan censurar.
Los errores fundamentales en torno a la igualdad tienen que
ver con IGUALARSE CON en vez de IGUALARSE ENTRE. La igualdad no pasa por hacer
las mismas cosas hombres y mujeres o equiparar los riesgos de unos a otras, la
igualdad tiene que ver con la igualdad de trato, de oportunidades,
significados, poder y valor. Si no se da alguna de estas características, hay
discriminación.
No somos idénticos pero podemos ser iguales en derechos y
oportunidades. Caminaremos hacia la igualdad si evitamos la socialización
sexista y cuando entendamos que no hay cosas de chicos o de chicas, sino que
son “patrimonio de la humanidad” (Elena Simón). Para esto es fundamental
educar en la compatibilidad de roles. Queda un largo camino por recorrer hasta
alcanzar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. La sociedad española
está todavía impregnada de estereotipos y roles de género que colocan a las
mujeres en una posición de desventaja con respecto a los hombres y dificultan
el disfrute completo de sus derechos. El proceso es difícil y largo porque los
cambios culturales necesitan de décadas. Por eso es importante apoyar las
medidas que hagan posible la presencia de las mujeres en los espacios públicos
y la toma de decisiones.